¿Y si dejamos nuestra cruz colgada?

Por: Jesús Alejandro Mota.

Estudiante de ingeniería industrial de la Universidad de los Andes. 24 años. Integrante del Movimiento Interuniversitario Sin Medida.

Hace unos meses escuche con atención esta frase en la obra de teatro “Mi Cristo roto” y realmente me dejó pensando mucho. Acerca de mi vida personal, de los momentos difíciles que he vivido, y también en las historias reales que he escuchado y he sido testigo por medio de amigos y extraños. Algunos con heridas en el corazón por sucesos de la infancia, desconfianza, traición, a otro les agobiaba una enfermedad propia o de algún ser querido, que en algunos casos desembocaba en la perdida de este, incluso personas que pasaban problemas económicos con la incertidumbre de lo que pasará al día siguiente.

Si escucháramos la historia de cada persona, todo lo que ha vivido. Encontraríamos momentos difíciles, circunstancias adversas que pasaron o están pasando. Esas situaciones son nuestra cruz de cada día, no la podemos dejar estacionada como el carro, u olvidada como las llaves en la casa, o colgada como un abrigo, siempre está la cruz con nosotros. Pareciera que la vida en general es inseparable al sufrimiento, y es cierto no se puede separar.

En la antigüedad se pensaba que el sufrimiento era causado por los actos malos que hacíamos, que un castigo de Dios. La historia Job es un claro ejemplo, un hombre bueno que pierde sus riquezas, su salud, su familia. Los amigos de Job al ver que perdió todo, tratan de convencer que es un castigo Dios por algún mal cometido, sin embargo, él no lo ve así, es consciente que, si Dios se lo dio, Dios también se lo puede quitar. Se aferra a la voluntad de divina en las alegrías y en las penas, y dentro de estos pesares Job nunca deja de ver a Dios.

Así como la historia de Job un hombre sin culpa aparente sufre sin necesidad de cometer algún mal, así pasa en nuestras vidas. Cuestiones como perder a un ser querido, heridas en el corazón, enfermedades, entre muchos otros sucesos que podrían acontecer en el pasado o en el presente, sin embargo, en esos momentos complicados, de sufrimiento, es posible encontrar plenitud y hasta un sentido, como decía Viktor Frankl en su libro “A pesar de todo, decir sí a la vida” decía (52):

Si la vida tiene sentido también lo tiene el sufrimiento.

En esos momentos de angustia, preocupación, en los que pareciera que no hay salida, que no se puede con ellos. Son pasajeros y es curioso porque cuando superamos las dificultades y vemos atrás nos damos cuenta de las enseñanzas y crecimiento que implicaron estas situaciones. Del bien que a su tiempo nos da. El mismo Viktor Frankl explicaba que el dolor nos puede conducir a los valores más elevados.

Y ese valor es Dios, porque son los momentos dónde más débiles y vulnerables estamos, cuando comprendemos que más lo necesitamos. Dios no nos busca en nuestra fortaleza, sino, en nuestra debilidad cuando pensamos que lo tenemos todo, nos cerramos a recibir lo más importante, sin embargo, cuando somos conscientes de los frágiles que podemos ser, es cuando abrimos el corazón a que Dios entre.

Por eso no tratemos de dejar a un lado nuestra cruz, ni olvidada, ni estacionada, al contrario, abracémosla con el mayor amor posible día con día. Quizás a veces parecerá que es muy inaguantable, que no podrás cargarla, y será cierto, pero es porque la cargas solo por eso “tengo una idea, aquí hay un Cristo sin cruz y quizás tú lleves una cruz sin Cristo.”

Referencias

• Dr. Viktor Emil Frankl (1946-1947). “…A pesar de todo decir sí a la vida”

• San Juan Pablo II (1984). Salvifici Doloris URL: https://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/apost_letters/1984/documents/hf_jp-ii_apl_11021984_salvifici-doloris.html

• P. Tadeusz Dajczer (1991). Meditaciones sobre la fe.

• Padre Ramón Cue Romano (1963) Mi Cristo Roto

Imágenes:

• Imagen Principal. Mi Cristo Roto (Foto por Benedicta Boutique)
• https://pin.it/2CES97j   
• https://pin.it/6RoBXhh 

Para apoyar el trabajo de R+F puedes hacer un aporte único o periódico con cualquier tarjeta débito o crédito: