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Video Primicia: Entrevista a Mons. Athanasius Schneider: «Comunión en la mano en tiempos de pandemia»

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Video Primicia: Entrevista a Mons. Athanasius Schneider: «Comunión en la mano en tiempos de pandemia»
Comunion en la mano en tiempos de pandemia

Razón + Fe ha recibido la primicia para Colombia de la entrevista que el Centro Cultural Cruzada ha realizado a Monseñor Athanasius Schneider, titulada «Comunión en la mano en tiempos de pandemia».

La entrevista se emitirá en estreno hoy lunes 21 de septiembre de 2020, a las 7:00 p.m. hora de Colombia, por el canal de YouTube de dicho Centro Cultural. Simultáneamente se hará para los demás países, en sus respectivos horarios.

Usted podrá verla aquí, a través de Razón + Fe:

Los temas que se abordarán

En la entrevista se abordan cuestiones de capital interés para la vida Sacramental y, en consecuencia, para la Vida de la Gracia, como:

• ¿Qué pensar al respecto?
• ¿Pueden obligarla?
• Cierre de los templos
• ¿Puede el Estado oprimir a la lglesia?
• Negligencia y temor de los sacerdotes
• ¿Es de derecho divino pedir los sacramentos?
• ¿Hay que aceptar la comunión en la mano por obediencia a las autoridades?

Primera pregunta y primera respuesta de Mons. Schneider: ¿Qué pensar de la comunión en la mano?

«En nuestro tiempo existe una herida profunda en el Cuerpo Místico de Cristo. Esta herida es la práctica moderna de la comunión en la mano. Práctica que se diferencia esencialmente de un rito análogo que existía en los primeros siglos. Esta práctica moderna es la herida más profunda en el Cuerpo Místico de Cristo, debido a las siguientes cuatro deplorables manifestaciones:

1. En un minimalismo asombroso en los gestos de adoración y reverencia. En la práctica moderna de la comunión en la mano, se percibe casi una ausencia de todo y cualquier signo de adoración.

2. Es como si se tratara de comida común. El fiel toma con los propios dedos la Sagrada hostia de la palma de la mano izquierda y la introduce en su boca. La práctica habitual de tal gesto provoca en los fieles, especialmente en los niños y adolescentes, la percepción de que bajo la Sagrada hostia no está presente la Persona Divina de Cristo, sino apenas un símbolo religioso, ya que exteriormente tratan la Sagrada hostia en la misma manera que la comida común, tocándola con sus propios dedos e introduciéndola en la propia boca.

3. Se produce una pérdida numerosa de fragmentos de la Sagrada hostia. Los pequeños fragmentos a menudo caen en el espacio existente entre el ministro y el comulgante, debido a la falta de uso de la patena. A menudo los fragmentos de la Sagrada hostia se adhieren a la palma y a ambos dedors de la persona que toca la comunión, y en seguida caen al suelo. Todos estos numerosos fragmentos suelen quedar en el suelo y son pisoteados por la gente, pues nadie se da cuenta de ellos.

4. Se produce también un robo cada vez mayor de las Sagradas hostias, porque esta forma de recibirla directamente en la propia mano, facilita mucho el poderlas hurtar.

No hay nada en la Iglesia y en esta tierra, tan Sagrado, tan Divino, tan Vivo y tan Personal como la Sagrada Comunión, porque es el mismo Señor Eucarístico. Y, sin embargo, esas cuatro cosas deplorables pueden suceder.

La práctica moderna de la comunión en la mano nunca existió antes en la concreta forma exterior que hoy vemos. Es incomprensible que muchas personas en la Iglesia no perciban esta herida, que consideren este asunto como secundario e, incluso, se pregunten por qué se habla de este tema, llegando incluso a acusarnos de ser ideológicos por esta preocupación. Y lo que es aún más incomprensible: muchos en la Iglesia defienden y difunden esta práctica de la comunión».

Mons. Athanasius Schneider: respuesta a la primera pregunta de la entrevista

Contexto: el por qué de esta entrevista

En su Introducción, el Centro Cultural Cruzada hace un recuento del contexto y de la situación provocada ante el Covid19 en Colombia y en el mundo, señalando cómo «El contagio del virus chino ha traído graves consecuencias sociales y religiosas para Colombia«.

Al indicar las consecuencias económicas de «los cinco meses de confinamiento», menciona «una contracción que ronda el 25% y un porcentaje similar de desempleo, afectando principalmente las clases humildes».

Con las medidas tomadas se afectó la Vida Espiritual

Y luego enfoca el aspecto religioso:

Pero, lo más dramático fue el sufrimiento causado por la imposición del cierre de las Iglesias en todo el territorio patrio.

Entre las consecuencias, menciona:

«el alejamiento de Nuestro divino Redentor, presente en todos los sagrarios (que fueron cerrados). La imposibilidad de recibir los sacramentos y los consuelos espirituales. Suspensión de bautizos y postergación de los matrimonios. La muerte de personas sin el consuelo de la extremaunción, y la cremación masiva».

Consecuencias

Los sectores más piadosos debieron recurrir a la “Iglesia clandestina”. Mientras el conjunto de la población languideció en su vida espiritual, enfrió su piedad por causa de cinco meses de invierno espiritual. El poder temporal había prevalecido al poder espiritual oprimiendo la libertad de la Iglesia.

Acciones tomadas

«En ese lapso, el Centro Cultural Cruzada realizó llamados al presidente, súplicas a los obispos y Rosarios Públicos para pedir por la apertura de las Iglesias y la administración de los sacramentos, con el objeto de apoyar a un sector del clero piadoso que luchaba por atender al rebaño».

Así mismo, emprendió una acción contundente: «una demanda judicial reclamando la libertad de culto reconocida en el Artículo 13 de la Constitución como “derecho fundamental”». Aunque «hubo alrededor de sesenta demandas replicadas», la acción «coincidió con el Decreto Supremo del 25 de agosto que, aunque ordenaba regresar a la normalidad, delegaba a los alcaldes los protocolos sanitarios y el establecimiento de un proceso gradual».

¿Qué pasó con los fieles?

El Centro Cultural Cruzada afirma:

«Estamos una especie de limbo: buenos párrocos se apresuraron a abrir las Iglesias y a dedicarse a la administración de los sacramentos. Otro sector, sin embargo, viene mostrando excesiva cautela y miedo por el contagio, abriendo poco, limitando el acceso a pequeños grupos, obligando la comunión en la mano».

Y describe cómo «En un inicio ha habido una tensión: algunos están obligando la comunión en la mano, mientras otros han accedido a las peticiones y presiones de los fieles que sienten su conciencia oprimida. Los obispos han establecido privilegiar la comunión en la mano, pero dejando entera libertad de recibir la Sagrada Hostia en la boca para quienes tuviesen dificultad de conciencia al respecto».

¿Por qué esta entrevista con Mons. Schneider?

Es de amplio conocimiento entre los miembros del Centro Cultural Cruzada y sectores conservadores de la Iglesia, que Monseñor Athanasius Schneider ha caracterizado su labor pastoral con una gran devoción y respeto a la comunión.

Por eso mismo vemos muy apropiado poder consultar varias complejidades que resultan del actual contexto:

1°) ¿Qué pensar de recibir la comunión en la mano?

2°) ¿Cuál debe ser la conducta de los colombianos católicos frente a la obligatoriedad de la comunión en la mano que ciertas diócesis o parroquias imponen?

3°) Frente a la preocupante posibilidad de volver a cerrar las Iglesias, caso tal se constate un aumento del contagio, el clero teme ser criticado por ser causantes del rebrote. Sin embargo, las aglomeraciones públicas son muchísimo más peligrosas para el contagio: ¿qué puede replicar un buen sacerdote frente a esta crítica?

4°) Puede el poder temporal oprimir al espiritual argumentando que el “derecho fundamental” de la salud prevalece a la libertad religiosa?

5°) Frente al temor que aumente el número de fieles que abandonan la frecuencia a la Iglesia, ¿Cómo replicar a los padres que abren la iglesia para un puñadito de fieles, dejando afuera el resto necesitando confesión, queriendo rezar al Santísimo o queriendo comulgar?

6°) ¿Es de derecho divino que los fieles pidan los sacramentos y, en caso afirmativo, cual debe ser nuestra conducta para reclamarlos?

7°) «Obedezcan, no sean soberbios: acepten la comunión en la mano», reclaman algunos sacerdotes. Ellos hablan de ‘obediencia al Obispo’ y al Papa, a pesar de que muchos han permitido ya la comunión en la boca. ¿Cuál debe ser la actitud y la respuesta, conforme al respeto y acatamiento que se le debe a la autoridad eclesiástica?

Estas son las cuestiones abordadas en la entrevista, y a las que amablemente responde el Obispo de la Diócesis de Astana, en Kazajistán, Mons. Athanasius Schneider, siempre con arreglo a la enseñanza de la Iglesia al respecto y a la debida disciplina sacramental que les compete tanto a los jerarcas como a los presbíteros, y al pueblo de Dios.


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