Vicky Dávila pone en evidencia el doble rasero de la justicia colombiana, que desecha cualquier evidencia contra corruptos y terroristas:
Los Buldócer, el Petrovideo, las acusaciones contra Arturo Char, que está a punto de ser presidente del Senado, el caso impune de los congresistas que se robaron estupefacientes, la Farcpolítica y los computadores de Raúl Reyes que invalidaron. ¡Tanto aforado corrupto que se lavó la cara y se blindó con la paz! ¿Por qué la agudeza y la celeridad de los magistrados no se activaron para escuchar al Ñoño Elías, que hace más de un año intentó contar todo lo que sabe sobre Odebrecht y la financiación del plebiscito y la reelección de 2014? ¿Por qué los magistrados no escucharon a Musa Besaile sobre la ruta de la mermelada, durante el anterior Gobierno? Esa mermelada que se repartía en los despachos de algunos ministros.
Pero en cambio, con Uribe toman las medidas más drásticas sin tener pruebas, sino meras acusaciones, en algunos casos anónimas:
Pero al expresidente sí le abren indagación preliminar por un anónimo “como posible destinatario de la información de seguimientos ilegales de inteligencia militar en 2019”, sentenciaba en Twitter la corte. Aunque respeto inmensamente a los magistrados, de sus actuaciones frente a Uribe se infiere un sesgo. Como si quisieran mantenerlo sub judice. El culpable de todo, el investigado por todo: por las chuzadas, el hacker, los perfilamientos.
Señala que Juan Manuel Santos fue el Ministro de Defensa en la época de los falsos positivos, pero el único señalado es Uribe.
Y hemos llegado al colmo de ver a Timochenko triunfante en el Congreso, mientras a Uribe lo mandan a la cárcel:
Es indignante ver a los exguerrilleros de las Farc, que mataron y secuestraron por miles, calificando a Uribe de asesino desde sus curules. Peor aún, escuchar a los que hicieron hasta lo imposible para que Santrich quedara libre exigiendo que Uribe vaya a la cárcel. Timochenko es un señor, Uribe es un bandido. ¡Qué exabrupto!