Todos los seres humanos deseamos amar y ser amados; cada persona puede reconocer este deseo en su corazón, por lo que todos sabemos que es verdad. Además, cuando se dice esta frase la mayoría de las personas evocan la idea de amor de pareja. No es extraño que sea así, porque las relaciones de pareja tienen varias características que nos hacen sentir que es el tipo perfecto de amor.
Por: Elisa Umaña Balen, directora del apostolado Amor Santo*
Primero que todo, se da entre pares, por lo que ninguna de las dos personas necesita del otro ni está en un nivel más alto. Por eso, es evidente que el otro no está en la relación “porque le toca”, ya que cuando al otro “le toca” siempre queda la duda de si el valor que se tiene es por uno mismo o por lo que uno aporta. Pero si es a uno al que “le toca”, queda la sensación permanente de que uno no vale tanto como el otro. Esto nos dice que en el amor verdadero el amado es valorado por sí mismo, sin ninguna necesidad que ate a las personas, es decir: el amor verdadero es libre.
La segunda razón por la cual sentimos que el amor de pareja es perfecto, es porque se tiene una única pareja. La amistad también se da entre pares, ninguna persona está por encima de la otra, ambos saben que tienen gran valor para el otro y que este valor no viene de la necesidad. Pero en la amistad hay otras personas en el mismo nivel y amadas de la misma manera; mientras que en la relación de pareja se es escogido por el otro como el o la única que tiene este puesto en su vida, lo que nos hace sentirnos más y mejor valorados. Esto nos dice que en el amor verdadero se reconoce que el amado es único e irremplazable, y, por lo mismo, su valor es inconmensurable, de allí que no se le pueda dar a otro este lugar. Es decir: el amor verdadero es fiel.
[mks_pullquote align=»left» width=»300″ size=»24″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]Para aquellos que quieran aprender sobre la plenitud del amor y la sexualidad, se dictará el ciclo de charlas: “Hablemos de Amor Verdadero”.[/mks_pullquote]Finalmente, la tercera razón por la que creemos que el amor de pareja es perfecto surge de nuestra certeza de que el amor proviene del alma y tiene una expresión corporal, por eso atraviesa la tres dimensiones del ser humano: el espíritu, el alma y el cuerpo. La relación sexual es la manifestación corporal de afecto más clara e íntima. Esto nos dice que el amor verdadero incluye la donación de todo lo que se es y el recibimiento de todo lo que el otro es, es decir: el amor verdadero es total.
Como en el amor de pareja se ven tan claramente estas tres características, creemos que es el amor perfecto. Sin embargo, la perfección del amor puede darse en cualquier otro tipo de relación. Primero porque todo tipo de amor puede ser libre, total y fiel; a pesar de que no sea tan evidente. Aunque los hijos necesiten a los padres, los aman por sí mismos. Aunque se tengan muchos amigos, cada uno de ellos es amado como único, irrepetible. Aunque no se tengan relaciones sexuales con los hermanos, se aman totalmente. Esto nos dice que cualquier tipo de relación es capaz de permitirnos vivir el amor verdadero. Y la segunda razón por la que el amor de pareja no siempre es perfecto es que no todas las relaciones de pareja se dan por amor, y no todas las relaciones sexuales expresan amor al otro.
Cuando se dice la palabra castidad, la mayoría de las personas piensan en abstinencia sexual y la ven como un impedimento al amor verdadero, porque en el corazón de cada ser humano es indiscutible que el sexo es la forma más clara de decir: “TE AMO”. Aquí el problema es que asumimos que el sexo produce amor, cuando en realidad, el sexo es (o debería ser) el resultado del amor, pero no puede producirlo. El amor se construye y, si no ha sido construido de antemano, las relaciones sexuales no serán la forma de amar y ser amado, sino de usar y dañar al otro y a sí mismo.
Además, la castidad no es abstinencia, la castidad es la pureza y la perfección en el amor y sólo incluye abstinencia en las relaciones de noviazgo. En el amor a los padres o a los hermanos debe haber pureza, es decir, también debe ser un amor casto; pero en este tipo de castidad ni el sexo ni la abstinencia tienen lugar. Sin embargo, esto es algo que pocas personas comprenden porque en nuestra sociedad se reduce el amor verdadero y la sexualidad humana al acto genital, y se cree que si hay coito hay amor y plenitud sexual.
La verdad es que solo el amor puede llevar a la plenitud de la sexualidad. Para aquellos que quieran aprender sobre la plenitud del amor y la sexualidad, se dictará el ciclo de charlas: “Hablemos de Amor Verdadero”. Son charlas basadas en las catequesis sobre el amor humano de San Juan Pablo II en las que se explica a profundidad la sexualidad humana y por qué la castidad la lleva a su perfección y, como dice Juan Pablo II, “…es el camino seguro a la felicidad”.
Para más información: Elisa Umaña. Licenciada en Filosofía y Psicóloga de la Universidad Javeriana, directora del apostolado Amor Santo.
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