El pasado 30 de octubre la Secretaría de Estado del Vaticano, remitió a través a los nuncios un documento dirigido a los obispos que pretende aclarar las palabras del Papa sobre las uniones homosexuales, difundidas en el polémico documental titulado «Francesco» estrenado el mes pasado en la Santa Sede.
En una primera parte el documento hace referencia al buen trato que las personas con tendencias homosexuales deben recibir al interior de sus familias, lo cual no plantea ninguna polémica ni dificultad por estar en armonía con la enseñanza tradicional de la Iglesia.
Sin embargo, el documento oficial (conocido a través del biógrafo del papa Austin Ivereigh, quien lo habría recibido de un nuncio de América Latina) confirma que las palabras del Papa sí se dirigían como un respaldo a quienes proponen expedir leyes dirigidas a institucionalizar las uniones del mismo sexo.
Según el escrito, «El Santo Padre se había expresado así durante una entrevista del (sic) 2014…´Los Estados Laicos quieren justificar las uniones civiles para regular diversas situaciones de convivencia, movidos por la exigencia de regular aspectos económicos entre las personas…».
En relación con lo cual el papa habría opinado «…lo que tenemos que hacer es una ley de convivencia civil. Tienen derecho a estar cubiertos legalmente. Yo defendí eso».
Esta postura se encuentra en contradicción con el Magisterio de la Iglesia, que ha explicado que no es legítimo «legalizar» este tipo de uniones:
A quienes, a partir de esta tolerancia, quieren proceder a la legitimación de derechos específicos para las personas homosexuales conviventes, es necesario recordar que la tolerancia del mal es muy diferente a su aprobación o legalización…Toda ley propuesta por los hombres tiene razón de ley en cuanto es conforme con la ley moral natural, reconocida por la recta razón, y respeta los derechos inalienables de cada persona. Las legislaciones favorables a las uniones homosexuales son contrarias a la recta razón porque confieren garantías jurídicas análogas a las de la institución matrimonial a la unión entre personas del mismo sexo. Considerando los valores en juego, el Estado no puede legalizar estas uniones sin faltar al deber de promover y tutelar una institución esencial para el bien común como es el matrimonio.
La legalización de las uniones homosexuales estaría destinada por lo tanto a causar el obscurecimiento de la percepción de algunos valores morales fundamentales y la desvalorización de la institución matrimonial.
Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales