(Ver Nota del Editor al final del artículo).
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Uno de los personajes más populares en el ámbito espiritual colombiano, quien a través de sus reflexiones televisivas y su presencia constante en los medios de comunicación social desde hace más de 15 años, ha alcanzado a millones de colombianos apoyado en la calidad de sus sermones, consejos, columnas e intervenciones en emisoras radiales, muchas de ellas con importantes y fieles audiencias, decidió colgar los hábitos: Alberto José Linero Gómez, hombre risueño del Caribe, conocido como el “Padre Linero”, ahora está dedicado a dar conferencias y a consolidar su misión como comunicador.
El caso de su retiro del sacerdocio cayó como una bomba al interior de miles de familias que lo tenían como referente (recordemos que sacerdote ungido, lo es para toda la vida). Desde entonces, hemos orado por él y le pedimos a Dios que lo acompañe en este nuevo proceso. (Alberto: usted necesita más oración delante del Santísimo y menos micrófonos. Acuérdese que, como usted dice, “¡El man está vivo!”).
En fin, luego de la tempestad, Linero se ha “soltado” todavía más en su discurso, lamentablemente, en ocasiones, con expresiones desorientadoras.
Precisamente, hace pocos días, en un video que circuló por las redes sociales, se le veía de muy buen humor, mientras decía estas palabras: “Somos creyentes; yo soy creyente; soy católico, apostólico y romano… Creemos que hay una Vida Eterna, pero es una creencia… ¡Nadie ha regresado…! Y como es una creencia, seamos felices aquí… ¡Por si las moscas!” A continuación, el video completo, que está colgado en YouTube:
[youtube //www.youtube.com/watch?v=vEBGQ6nDlMA&w=853&h=480]
No fue pequeña mi sorpresa, a pesar de la risa del público en la pieza audiovisual, después de escuchar tan impreciso mensaje. Observar a este personaje, formado con rigor por los eudistas, expresándose de esta manera, dando rienda suelta al don de la palabra único que lo caracteriza, fue sorprendente. Al parecer, pasó por alto la parte final del Credo, donde afirmamos que creemos en la resurrección de los muertos y en la Vida Eterna (así nadie haya regresado todavía).
Por consiguiente, aprovecho esta oportunidad para aclarar algunas ideas al respecto y, cómo evitarlo, invitar al comunicador Linero Gómez a que jamás olvide que, a pesar de su retiro de la vida sacerdotal, todavía sigue hablando de cuestiones sagradas que no pueden ser llevadas a un escenario light, a pesar de los mandatos comerciales de nuestra época.
1. Sí hay Vida Eterna, y esa Eternidad se gana en esta Tierra. Si se pone en duda la existencia de la Vida Eterna, me pregunto: ¿Cuál es el sentido profundo de la muerte de Cristo en la Cruz y cuál es el significado de la Resurrección de Jesucristo? Un ser humano que llega al final de su existencia en esta Tierra, llevando una vida equilibrada, ética, coherente y esforzada, apegada a los valores, con plena responsabilidad de sus actos y luchando en medio de las adversidades, ¿no tiene derecho de ver resueltos sus anhelos más profundos? ¿No merece el premio de estar en presencia de Dios en una Eternidad bien ganada?
2. Somos Libres y desde esa Libertad, ganamos el Paraíso (o el Infierno). Aunque no somos ladrones ni asesinos, es justo reconocer que en términos racionales, uno de los ejemplos más hermosos de Libertad que hemos recibido como lección los integrantes de la especie humana, nos fue dado por Dimas, conocido como “el buen ladrón”, quien acompañó a Cristo en la Cruz, junto al perverso Gestas.
Como se puede leer en el Evangelio según Lucas, (Lc. 23, 43), incluso en el tramo final de la existencia, cualquier ser humano, haciendo uso de su Libertad, puede reconocer a Cristo y alcanzar la Misericordia de Dios. En el caso de Gestas, quien negó al Hijo de Dios en el Gólgota, en lugar de Paraíso, recibió el reclamo de Dimas, y como respuesta la oscuridad del Infierno, que se ve reflejada en la imagen del cuervo que le saca los ojos durante su angustiosa agonía.
3. Nunca debemos actuar en la vida “por si las moscas”. En nuestra condición de criaturas racionales, actuar por si las moscas no es lo aconsejable: es más cómodo actuar desde el argumento y la reflexión ponderada o, en su defecto, desde la respuesta espontánea que nace de la Fe (palabra proveniente del latín fides, que significa certeza). Recordemos en esta parte final de la reflexión, en primer lugar, el Fiat de María: ¿El “Sí” de la Virgen en el momento de la Anunciación (Lc. 1, 26-37) fue por si las moscas? Ahora bien, le dejo esta última pregunta, don Alberto José, para que se vaya pensando: ¿La decisión de Jesús en el huerto de los olivos, cuando opta por obedecer la Voluntad del Padre, a pesar de conocer lo que asumía en la Cruz, fue por si las moscas?
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Nota del Editor:
Un lector nos escribe, señalando la necesidad de matizar o aclarar una expresión contenida en este artículo, por cuanto denota una concepción pelagiana y semi-pelagiana de la salvación. Advierte que –como todo error, aunque sutil– debe dilucidarse adecuadamente y plantear las ideas en los términos apropiados, pues podría no sólo confundir sino incluso inducir a una concepción equívoca y, con ella, llevar a las personas a incurrir en errores mayores o aún en la herejía. Literalmente, nuestro lector comenta:
«Acabo de leer el artículo de Fco José Tamayo Collins “Al «Padre Linero», con todo respeto y «por si las moscas»”. Está bien porque las palabras del secularizado merecen aclaración, pero la argumentación es pelagiana (salvación por obras, condenada por la Iglesia en el siglo IV). La Iglesia condena incluso el semi-pelagianismo (salvación por fe más obras)».
Y cita de manera resumida el pasaje objeto de su preocupación:
“Un ser humano que llega al final… llevando una vida equilibrada, ética… ¿no merece el premio… en una eternidad bien ganada?”.
A continuación, hace la correspondiente valoración del texto citado con respecto a la posibilidad de error doctrinal que ha indicado:
«La Iglesia no habla así, es Cristo quien gana la salvación, las buenas obras son un regalo. Ni pelagianismo, ni semi-pelagianismo, ni luteranimo (fe sola, fe muerta). La Iglesia enseña que nos salvamos mediante la fe que obra por el amor (Gal. 5, 6): “Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión ni la incircuncisión tienen valor, sino solamente la fe que actúa por la caridad” (Texto de la cita incluido por el Editor) [1]. Es un matiz aparentemente pequeño, pero como toda herejía a la larga lleva a errores grandes. La Iglesia enseña que la salvación es gratuita. No entenderlo llevó a Lutero a la herejía del sola fides».
Al respecto, respondemos:
- Agradecemos a nuestro lector su observación, así como el haberse tomado el trabajo y el tiempo de escribirla y de hacérnosla llegar. Valoramos su conocimiento, apreciación y agudeza con respecto a estos temas que –estamos de acuerdo– no son de poca monta y, al contrario, constituyen la materia fundamental de todo aquel que se empeñe por trabajar en favor de la verdad en un contexto en el que reina la confusión.
- Por lo pronto dejamos el artículo tal cual lo escribió su autor, mientras se toma el tiempo de meditar dichas observaciones y hacer los ajustes de redacción que lo aclaren y eviten cualquier posible fuente de vaguedad, ambigüedad o equívoco.
- Para asegurar la debida interpretación de lo que realmente se quiere expresar en este artículo al valorar las palabras del señor Linero –hoy secularizado–, insertamos a continuación dos textos que explican qué son el “pelagianismo” y el “semi-pelagianismo” que podrían estar implícitos: el primero ha sido tomado de un acreditado Diccionario de Filosofía; el segundo, corresponde a la respuesta que sobre dicha duda hace una página web, que a nuestro juicio encontramos correcta y, por demás, clara y didáctica.
- Esperamos proporcionar una idea clara sobre dichos errores doctrinales para que, con ella, se adquieran los elementos de juicio necesarios para juzgarlos, evitarlos y sobreponerse a ellos si fuera el caso.
Pelagianismo
(ingl. Pelagianism; franc. Pélagianisme; alem. Pelagianismus). La doctrina del monje inglés Pelagio, que a principios del siglo V predicó en Roma y Cartago, en polémica con San Agustín, la doctrina de que el pecado de Adán no debilitó la capacidad humana para el bien, y que sólo el mal ejemplo hace más difícil y gravosa la tarea del hombre. A partir de 412, San Agustín combatió con muchos escritos esta tesis sosteniendo la opuesta, que afirma que con Adán y en Adán pecó toda la humanidad y que, por lo tanto, el género humano es una sola “masa condenada”, y que ningún miembro de ella puede ser sustraído al castigo sino merced a la misericordia y por la no obligada gracia de Dios (cf. De Civ. Dei, XIII, 14). Véase gracia[2].
¿Qué son el Pelagianismo y el Semi-Pelagianismo?
Pelagio fue un monje que vivió a finales del siglo IV y principios del siglo V d. C. Pelagio pensaba que los seres humanos nacían inocentes, sin la mancha del pecado original o heredado. Él creía que Dios creó directamente a cada alma humana, y por lo tanto, cada alma humana estaba originalmente libre de pecado. Pelagio creía que el pecado de Adán no afectó a las generaciones futuras de la humanidad. Esta postura fue conocida como Pelagianismo.
El Pelagianismo contradice muchas Escrituras y principios bíblicos. Primero, la Biblia nos dice que somos pecadores desde el momento de la concepción (Salmo 51:5). Más aún, la Biblia enseña que todos los seres humanos mueren como resultado del pecado (Ezequiel 18:20; Romanos 6:23). Mientras que el Pelagianismo dice que los seres humanos no nacen con una inclinación natural hacia el pecado, la Biblia dice lo opuesto (Romanos 3:10-18). Romanos 5:12 dice claramente que el pecado de Adán es la razón por la que el pecado infectó al resto de la humanidad. Cualquiera que ha criado niños puede atestiguar el hecho de que los infantes deben ser enseñados a comportarse; no se les tiene que enseñar cómo pecar. Por lo tanto, el Pelagianismo es claramente anti-bíblico y debe ser rechazado.
El Semi-Pelagianismo esencialmente enseña que la humanidad está manchada por el pecado, pero no al grado de no poder cooperar con la gracia de Dios por nosotros mismos. El Semi-Pelagianismo es, en esencia, la depravación parcial, como opuesta a la depravación total. Las mismas Escrituras que refutan el Pelagianismo también refutarán el Semi-Pelagianismo. Romanos 3:10‑18 definitivamente no describe a la humanidad como estar parcialmente manchada por el pecado. La Biblia enseña claramente que si Dios no “aparta” a una persona, somos incapaces de cooperar con la gracia de Dios. “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere…” (Juan 6:44). Al igual que el pelagianismo, el semi-pelagianismo es anti-bíblico y debe ser rechazado[3].
[1] Bíblia Católica Online. Leia mais em: //www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/galatas/5/
[2] ABBAGNANO, Nicola. DICCIONARIO DE FILOSOFÍA. Fondo de Cultura Económica. Reimpresión Colombiana, 1997. Pág. 897.