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¿Qué debes saber de la ideología de género?

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Escrito por Padre Henry Vargas

Antes que todo preguntémonos. ¿Qué es una ideología? Una ideología es el conjunto de ideas que conforman el pensamiento infundado, parcial y sesgado de una persona, colectividad, movimiento cultural, político, religioso, e, incluso, de una época.

Una ideología, pues, no parte de lo objetivo o de la verdad sino de lo subjetivo; una ideología parte de la percepción que se tiene de algo, parte de lo aparente. Una ideología no deja de ser un punto de vista; y a la base de esto hay emociones, creencias, gustos, etc…

Pero una ideología no solamente expone una visión distorsionada de la realidad, que choca con el consenso universal basado en las diferentes ciencias, sino que además propone, y a veces impone, legalmente una práctica para incidir en la sociedad.

Con respecto a la ideología de género hay que decir que ésta es la interpretación que hace un colectivo de personas sobre la sexualidad y, en consecuencia, sobre la afectividad humana prescindiendo de la naturaleza; naturaleza que se concreta a través de una biología, una genética y una psiquis.

Como toda ideología, que es un sistema de pensamiento cerrado, la ideología de género cree que las diferencias entre el hombre y la mujer, a pesar de las obvias diferencias anatómicas, no corresponden a una naturaleza fija, sino que son unas construcciones culturales y convencionales, hechas según los roles y estereotipos que la sociedad asigna caprichosamente a los sexos.

La ideología de género se basa en un hecho meramente subjetivo en el que prima la voluntad y la preferencia, aun por encima del consenso universal; consenso basado en lo natural, o que es lo mismo en lo racional y en lo lógico.

El ser humano de hoy, con la ideología de género, pretende librarse de las exigencias de su propia naturaleza; busca ser lo que en esencia no es. Quien está de acuerdo con esta ideología se considera un ser autónomo, pretende construirse sobre bases que no tiene, convirtiéndose en un dios para sí mismo.

Está muy claro, pues, que, en este sentido, la ideología de género es una de las rebeliones del ser humano contra Dios; rebelión con la que el ser humano rechaza lo que Dios ha dispuesto para él. Dios ha creado al ser humano, única y exclusivamente, como hombre y como mujer con unas características esenciales de todo tipo que les son connaturales y los diferencian. El hombre ha de ser hombre durante toda su existencia, y la mujer ha de ser mujer durante toda su existencia.

Los que militan en esta ideología de género dicen que el ser humano es libre de escoger lo que quiere ser, pero esto no es libertad, es una expresión de libertinaje. ¿Y los que defienden esta ideología por qué no escogen ser lo que ya se es de nacimiento? Esto sí es libertad; la libertad se basa en la verdad.

Los que militan en esta ideología quieren confundir a las personas, y más a las que están pasando por la infancia o adolescencia, diciendo que se puede cambiar de sexo, pero eso es totalmente falso. Hay un dicho muy popular que dice: “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”. Aunque una persona se “disfrace” del sexo opuesto, cambiando su apariencia con un tipo de vestuario y cirugías, esto no hace que se convierta en verdadera mujer si la persona es hombre o en verdadero hombre si la persona es mujer.

La ideología de género pretende confundir también nuestra fe diciendo que Dios puede equivocarse, quieren eliminar la sabiduría de Dios por una mentira más. Dios nunca se equivoca. Dios, que te hizo hombre o mujer, no se equivoca. Él nunca se equivocó contigo ni con nadie. Una persona es y debe ser lo que es porque Dios la ha creado así. La naturaleza, al ser sabia, participa de la sabiduría de Dios.

Hay que ser humildes y aceptar la propia naturaleza y actuar en conformidad; y la humildad también parte de la verdad, y la verdad nos hace libres (Jn 8, 32). La soberbia y/o la arrogancia, que es ausencia de la verdad, nos lleva a rechazar lo que somos desde el instante mismo de la concepción; y esto nos lleva a un sufrimiento, porque aparentar lo que no se es genera intranquilidad y zozobra.

La solución para quien anda confundido(a) de su sexo y/o de su género está en cambiar el “chip” mental (reconocer lo que se es); la solución no está en una manipulación quirúrgica y/o por una manipulación hormonal (aparentar lo que no se es). Estas manipulaciones son una batalla inútil, un esfuerzo sin sentido, una lucha de la que se sale siempre perdiendo por que la naturaleza se impone, siempre sale a flote. Es imposible negar una genética.

¿Qué es más fácil, lógico y conveniente? ¿Cambiar el “chip” o maltratar la corporalidad? Pues, obviamente, cambiar el “chip”; la manipulación de los órganos y del cuerpo no conviene, entre otras cosas, porque eso hace personas estériles y ambiguas, infelices a la larga.

Otra de las maneras de confundir por parte de los militantes de la ideología de género está en eliminar la palabra sexo (no el ejercicio de la sexualidad) para imponer la palabra género. ¿Por qué utilizan la palabra género en vez de sexo? Porque para esta ideología el término sexo hace referencia a la naturaleza, e implica las únicas dos posibilidades derivadas de la dicotomía sexual biológica (hombre y mujer); mientras que el término género procede de la lingüística y permite infinidad de variaciones según la imaginación o el capricho.

Para el colectivo LGBTIQ+ todo se basa en lo que siente la persona, en cómo se perciba; y esto obviamente es un error, porque si como se siente la persona es lo que cuenta o lo que la define como hombre o mujer entonces la ciencia, cualquiera que sea, pasa a ser mera ciencia ficción.

Comúnmente se dice que una mentira repetida y generalizada se va convirtiendo cada vez más en una pseudo verdad; así pasa también con esta ideología. La ideología de género ha cogido tanta fuerza que todo parece indicar que la autodefinición o la autopercepción es la norma que debe imperar. Hoy hay, pues, una gran distancia, antagonismo o rivalidad entre la biología y la psicología o la psiquiatría. La biología (la genética) determina, como ya se ha dicho, la existencia sólo de dos sexos con su correspondiente psicología.

En otras palabras, con la ideología de género la razón perdió la razón, la emoción pasó a definir lo que es la realidad y la subjetividad pasó a anular la objetividad o la verdad. La verdad ya no es la verdad. Para la ideología de género la verdad es lo que la persona crea que son las cosas.

¿Cómo es posible que una idea o punto de vista personal o de un colectivo de personas valga más que la ciencia o tenga más peso o credibilidad que la misma ciencia?

¿Cómo es posible que si a una persona le da por auto percibirse como un pájaro, el Estado, en vez de proponerle o de exigirle el tratamiento adecuado, les exija a todos los demás ciudadanos que le den alpiste?

Personalmente yo no creo que unos padres de familia sensatos lleven a su hijo a un hospital para que le saquen un ojo (y en su lugar le pongan un parche) y le quiten una pierna (y en su lugar le pongan una pata de palo) si el niño les dice que él es un pirata. Pues de la misma manera, con un niño o niña que no acepta su condición sexual, sus padres, que deben ser sensatos, no lo llevarían o no la llevarían a un hospital a que le mutilen sus órganos genitales; lo llevarían o la llevarían al profesional de la salud mental.

Los líderes de la ideología de género para extender sus objetivos se focalizar en los niños que son indefensos, inocentes, que no tienen las cosas claras, y que se están formando. Y muchos de los adultos están engañados creyendo que el sexo de una persona se determina por la autopercepción, pero esto es mentira. El sexo de una persona no cambia por la autopercepción, por la sugestión o por una preferencia.

Ahora bien, los militantes de la ideología de género manipulan a las masas con el discurso del amor, porque según ellos el amor es amor. Ellos nos dicen: “Es que ustedes nos niegan la posibilidad de amarnos como queramos”.

Si entonces el amor conyugal entre un hombre y una mujer es igual al ‘amor’, por ejemplo, de una pareja homosexual esto equivale a decir, perdón por la comparación, que el agua del grifo es igual al agua de un inodoro. ¿No dicen que el amor es amor? Pues entonces agua es agua; en este sentido daría lo mismo tomar agua del grifo de la cocina o de una botella a tomar agua de un inodoro.

Entonces seamos claros, ni agua es agua ni amor es amor; hay agua limpia y hay agua sucia. Hay amor puro, ordenado, complementario, fértil y honesto, y hay “algo” que equivocadamente la gente llama amor aunque sea algo sucio, ilegítimo, estéril, antinatural y pervertido.

Esto conviene decirlo y tenerlo claro. La verdad no riñe con el amor cristiano; eso sí la verdad tiene que ser dicha con amor. Es más, el amor no se opone  a la verdad, el amor nunca puede impedir que la verdad sea dicha, el amor no va en línea con la mentira ni con el pecado.

La verdad debe partir de la ciencia. Y la ciencia no es de los ateos ni para los ateos, es para todos, especialmente para nosotros los cristianos pues la ciencia es de Dios: “Pues el Señor es quien da la sabiduría; la ciencia y el conocimiento brotan de sus labios” (Pr 2, 6). La ciencia es un conocimiento que debemos usar para defender la verdad y orientar  como nos dice el apóstol San Pedro: “estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia” (1 Pe 3, 15).

Es evidente que todo lo que se ha expresado aquí no gusta a muchos pues es algo que genera polémica, pero es lo que corresponde. Y debemos decir lo que conviene aunque no sea popular. Nosotros los cristianos no estamos llamados a estar a favor de la lógica del mundo, no estamos llamados a ser condescendientes en todo o congraciarnos con el mundo, estamos llamados a defender la verdad. Es mejor declarar la verdad y ser rechazados que ser aceptados viviendo en la mentira.

El problema es que el común de la gente, aun sabiendo que todo lo relacionado con la ideología de género no es razonable y que todo eso está mal, no hace nada o no dice nada porque está acobardada, temerosa y silenciada por una falsa concepción de la tolerancia.

Pero la tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad, el engaño, la falsedad. La verdad está siendo sacrificada en el ‘altar’ de una falsa o equivocada tolerancia.

¿No han notado que  todas las “fobias” que la gente menciona las sufrimos nosotros los cristianos? A nosotros los cristianos nos tildan, nos señalan y nos acusan de retrógrados, de ir contra el progreso, de ser intolerantes con quien quiere hacer sus cosas al margen de la sensatez, de la lógica y de la verdad, y de ser homófobos. Término, además, erróneo porque ni la Iglesia le tiene miedo a nadie ni rechaza a nadie, sólo ilumina un contexto; no olvidemos que la Iglesia está llamada a ser luz de las naciones; y ella tiene que ser así porque la Iglesia es el “pilar y la base de la verdad” (1 Tm 3, 15).

El progresismo es el refugio ideológico de muchos; y en nombre de la igualdad, o en nombre de cualquier otro valor democrático, se quiere imponer legalmente ciertas prácticas nefastas contra la familia querida por Dios, y en consecuencia contra la humanidad, haciéndolas pasar como verdad o como algo legítimo. Esto a tal punto que el progresismo se está convirtiendo, incluso legalmente, en lo conveniente sin serlo, y lo que es y debe ser norma de  comportamiento, según la razón y la ciencia, es decir según la verdad, pasa a ser considerado como algo erróneo, digno de ser perseguido.

Un ejemplo entre tantos. El profesor ‘progre’ se da el lujo de decirle a los niños y adolescentes que ya no existe lo que es el género binario, y que puede escoger entre los nuevos géneros que hay; y nunca este profesor es enjuiciado, no va a parar a los tribunales acusado ante la comisión de los derechos humanos. Quien es condenado o destituido de su trabajo es el profesor fiel a la verdad, el que enseña que solamente existen dos sexos.

P. Henry Vargas Holguín.

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