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“Yo tengo estómago para el crimen”, dijo #Popeye, quien murió “en paz con Dios” de cáncer en ese órgano

Escrito por Redacción R+F

“Yo tengo estómago para el crimen”, dijo Popeye a Frank  periodista hace algunos meses, sin saber que moriría de un terrible cáncer en ese órgano.

Luego de sus crímenes él se iba tranquilamente a comer sin ningún problema, e inclusive a misa.

“El alma va cogiendo callo”, dijo y  aseguró que su mayor satisfacción era de ver a Pablo Escobar a los ojos y decirle “listo patrón”. Su mayor motivación era verlo contento.

“Yo era totalmente feliz…andar con Pablo Escobar era una cosa de locos. Era mi Dios”, explicó Popeye.

“Cuando era un muerto muy grande como el del procurador de la nación de ese entonces, uno recibía un abrazo de Pablo Escobar y una palmada en la espalda. Eso era más importante para mí que cualquier causa”, explicaba.

Popeye se dio cuenta que tenía una enfermedad mental, nunca se conmovía con las víctimas. Cuando veía a una mujer o a un amigo llorando, pensaba “los míos también lloran”, en referencia en los 2100 amigos y familiares que murieron asesinados.

“Yo rechazaba cualquier tipo de ayuda. Me creí importante. Cuando acepté el tratamiento, me di cuenta de que tenía una mente enferma. Ser asesino no era algo normal. Al final, trabajé con mis antivalores para transformarlos en valores”.

En su entrevista con Frank Zapata también explicó que la única satisfacción que podían tener en el mundo del narcotráfico eran las “mujeres bonitas”, porque lo demás era un estado permanente de guerra.

Tuvo varias novias pero nunca pudo formar un hogar, porque decía que las novias eran muy “cansonas”:

“El matrimonio es peor que la cárcel,  porque cuando el cura lo casa le dice: “hasta que la muerte los separe”; en cambio el juez le dice a uno “23 años” y luego le hace la rebaja. En el matrimonio no hay rebaja”.

“Gracias a tantos años de tratamiento penitenciario descubrí que la felicidad está en las cosas pequeñas de la vida”.

En referencia a la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil, dijo “me pareció muy lindo ver a tantos jóvenes pegados de Dios. Porque los jóvenes siempre rechazan a Dios. La parte espiritual es muy importante para la persona que ya está dentro de la droga…”

Popeye murió en paz con Dios, pidió perdón y se declaró devoto del Espíritu Santo:

“Ya pedí perdón a Dios, porque es muy bueno y siempre perdona. Jesucristo siempre perdona. La Virgen le ayuda a uno porque interviene ante su hijo y ante Dios. Yo leí la Sagrada Biblia y si uno comete una ofensa contra el Espíritu Santo no hay perdón posible, y por eso soy devoto del Espíritu Santo. Si uno se arrepiente de corazón, Dios te perdona”, afirma.

A pesar de haber pedido perdón y tratado de reordenar su vida, la izquierda mediática siguió destilando su odio contra él. Néstor Morales dijo, antes de que muriera, que le parecía “un buen muerto”, algo que generó una polémica con Alberto Linero, en BLU Radio quien le contestó:

“Aunque creo que [‘Popeye’] es un criminal y merece todo el peso de la justicia […] no creo en esa idea de que haya buenos muertos. Quiero hacer una invitación a que sintamos de una manera distinta. No podemos confundir justicia con venganza”, señaló Linero en Blu Radio

Esta es la entrevista que le hizo Frank Zapata a Popeye:

El odio contra Popeye del sector más progresista de la opinión pública, a pesar de haber pedido perdón, muestra lo contradictorio de quienes se definen como “defensores de la paz”, pues tratan de justificar las concesiones y la impunidad que ha recibido las FARC, quienes nunca han mostrado un sincero arrepentimiento ni colaborado para desmontar su estructura mafiosa, mientras que se yerguen como verdugos implacables de un hombre que no se ha cansado de reconocer sus errores y tratar de enmendarlos.

En las redes sociales también recordaron que Popeye señaló a Petro como empleado del entonces capo del narcotráfico Pablo Escobar, y que a pesar de todo sigue siendo tratado como un lider político “respetable” por los medios de comunicación:

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