El obispo de San Sebastián, Mons. José Ignacio Munilla, se ha unido a la campaña Oración de urgencia de Religión en Libertad, con esta oración oportuna para los tiempos actuales:
In Te confido (Lema de la Conferencia Episcopal Española)
Corazón de Cristo, en quien se revela la máxima expresión de la proximidad de Dios a nuestras vidas, me dirijo a ti como aquel ‘discípulo amado’, con la confianza de quien ha sido invitado a reclinar la cabeza en tu costado.
Recordamos las palabras que pronunciaste tras tu prendimiento: «Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas» (Lc 22, 53). Así también nosotros experimentamos en este momento de la historia la acción del Maligno de una forma especialmente incisiva.
Estamos atentos a los signos que anunciaste en torno a la destrucción del Templo: «Estad atentos a que nadie os engañe, porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a muchos. Vais a oír hablar de guerras y noticias de guerra. Cuidado, no os alarméis, porque todo esto ha de suceder, pero todavía no es el final. Se levantará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá hambre, epidemias y terremotos en diversos lugares; todo esto será el comienzo de los dolores. Os entregarán al suplicio y os matarán, y por mi causa os odiarán todos los pueblos. Entonces muchos se escandalizarán y se traicionarán mutuamente, y se odiarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría; pero el que persevere hasta el final se salvará» (Mt 24, 4-13).
¿A dónde acudiremos en este momento de prueba? ¿En dónde buscaremos refugio en medio de la tribulación? ¿Cómo hacer luz para discernir en medio de tanta confusión? Hoy, más que nunca, resuenan en nuestros oídos tus palabras, como brisa suave que nos llena de consolación: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11, 28).
Ante todo, queremos pedirte el don de Sabiduría y el don de Piedad, para aprender a descansar en ti, sin miedo a equivocarnos en el lugar y en el modo en el que reclinamos nuestra cabeza a la hora de buscar descanso. Te pedimos la gracia de no ser confundidos, ni engañarnos a nosotros mismos, tal y como nos advertía el profeta: «Pues una doble maldad ha cometido mi pueblo: me abandonaron a mí, fuente de agua viva, y se cavaron aljibes, aljibes agrietados que no retienen agua» (Jeremías 2, 13).
Te pedimos también los dones de Consejo y de Fortaleza, para discernir con rectitud la voluntad del Padre, y permanecer fieles en el momento de la prueba, según la máxima de tu hijo predilecto Ignacio de Loyola: «En tiempos de turbación, no hacer mudanza».
En medio de la presente crisis y desorientación, queremos vivir y morir como hijos de la Iglesia. Concédenos tu mismo espíritu de obediencia, para que podamos unirnos al «hágase» del Inmaculado Corazón de María, en perfecta sintonía con tu «hágase» pronunciado desde un corazón de carne.
Oh, Señor, ve delante de nosotros para guiarnos; ve detrás para impulsarnos; ve debajo para levantarnos; ve sobre nosotros para bendecirnos; ve alrededor para protegernos; ve dentro de nosotros para que, en cuerpo y alma, te sirvamos…
¡¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!!
¡¡Corazón Inmaculado de María, sed mi salvación!!
Monseñor José Ignacio Munilla
Fuente: «Munilla pide al Sagrado Corazón «la gracia de no ser confundidos» ante la acción del Maligno» – ReL