Si el arte de la diplomacia consiste en ganar peleas sin tener que darlas, o mejor aún, dejando que los amigos las den por uno, el manejo que Ordóñez le dio al escándalo de los «migrantes venezolanos» cuenta con los méritos suficiente para ser referenciado en los manuales de la Academia Diplomática del Palacio de San Carlos.
Sin tener que decir ni un «sí» ni un «no», ni retractarse ni dejarse arrastrar por la polémica, Ordóñez recibió de parte de colegas y superiores un inusual respaldo público en medio de una sesión de la OEA, en momentos en que sus malquerientes políticos nacionales (Angélica Lozano, Humberto de la Calle) e internacionales (José Miguel Vivanco de Human Rights Watch, George Soros), apoyados en las más rastreras prácticas periodísticas colombianas, exigían de él una retractación y clamaban por su cabeza.
Y es que en su visita a la OEA, la Vicepresidente Ramírez, quien el domingo pasado había publicado un trino que daba a entender que en el alto gobierno soplaban vientos huracanados contra el diplomático santandereano, no le quedó más que unirse a los elogios que públicamente le dieron a Ordóñez embajadores y el mismo Secretario General de la organización, declarando que era un «General de Cuatro Soles» frente a la Embajadora de Paraguay quien acababa de describirlo como «un gran Capitán».
Los «migrantes venezolanos», excusa para liquidar resistencia a la agenda pro homosexual
Personas cercanas a la Embajada de Colombia ante la OEA, le hicieron saber a Razón+Fe que detrás de la denuncia contra Ordóñez se estarían moviendo, en realidad, intereses políticos cercanos a la Agenda LGBTI que estaría en peligro por el liderazgo que Ordóñez está asuminedo al interior de ese organismo.
Incluso el mismo Secretario General, Almagro, lo habría ratificado al comentar que al ver los trinos de Vivanco contra Ordóñez (y Bolsonaro), se dio cuenta que él «estaba cobrando otras agendas».
El giro ideológico conservador que se ha verificado en varios países de América en los últimos años, al parecer podría reflejarse en medidas para frenar el activismo ideológico de la rama judicial de la OEA, la Comisión y la Corte Interamericana, que han producido documentos para presionar la implementación del aborto sin límites en América Latina, así como la eliminación de la complementariedad sexual de la legislación de familia. Algo que tiene alarmados a estos grupos de interés.
Como relató El Tiempo hace un par de semanas, Vivanco protestó por una carta dirigida a la CIDH y suscrita por Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Colombia, al considerar que por «razones ideológicas, religiosas o simplemente prejuicios discriminatorios buscan limitar el papel que desempeñan la Comisión y la Corte en defensa de los grupos LGBT y los derechos reproductivos de la mujer».
Vivanco habría identificado a Ordóñez y a Bolsonaro como aliados en estos temas, y estaría especialmente preocupado por el papel clave que el Embajador colombiano pudiera jugar en la próxima asamblea de la OEA en Medellín, donde se va a elegir una nueva mayoría para la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual los observadores progresistas comienzan a temer que pudiera ser de corte conservador.
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