Opinión

El desmoronamiento del país

Homenaje vs Demolicion

“¿Qué clase de futuro le puede esperar a una sociedad que elimina de un tajo una obra de arte en homenaje a sus héroes, pero no duda en rendir tributo a uno de los peores criminales de su historia?”.

Dos acontecimientos que han sido noticia en los últimos días nos indican, con una claridad meridiana, hasta qué grado de descomposición ha llegado nuestra querida Patria.

Uno fue la demolición del Monumento a los Héroes, bien que forma parte de nuestro patrimonio cultural e histórico, por orden de la alcaldesa de extrema izquierda que en mala hora rige los destinos de la capital de la República.

Cada golpe de almádana contra este símbolo de nuestra independencia es un aldabonazo más que señala el comienzo del fin, el abandono total de nuestras tradiciones, el alejamiento de los valores por parte de una población sin ideales y sin carácter para defender lo propio.

Ya desde las marchas “pacíficas” promovidas por el incendiario cabecilla que ahora pretende llegar al solio de Bolívar, y toleradas por los gobiernos distrital y nacional, había sido este histórico hito objeto de toda clase de vejámenes. No conformes con ello, porque les molesta todo lo que se refiera al pasado histórico de nuestra nación y al culto a nuestros héroes, insistieron los camaradas de la izquierda radical y violenta en que se adoptara la decisión de demolerlo.

Es, ni más ni menos, lo que nos espera con el régimen socialista que nos proponen las Farc, la Colombia Humana y todos sus aliados. Ya comenzamos a intuir la clase de país que nos tocará vivir: sin historia, sin valores, sin ejemplos dignos de ser imitados. Solamente materialismo, ruina y hambre, degradación de las costumbres, caos y anarquía. Si queda alguna duda, echemos una mirada a Venezuela, Cuba, Nicaragua o Bolivia.

Otra noticia que nos llenó de pesadumbre por el futuro de esta sociedad fue el homenaje que los mismos dirigentes de la izquierda y sus compañeros de las FARC rindieron a un personaje que se distinguió por los crímenes de lesa humanidad que cometió, por su crueldad y perversión moral, el “mono Jojoy”.

¿Qué clase de futuro le puede esperar a una sociedad que elimina de un tajo una obra de arte en homenaje a sus héroes, pero no duda en rendir tributo a uno de los peores criminales de su historia?

¿Cómo podemos esperar que se solucione la crisis de valores que vivimos cuando quien lidera las encuestas de candidatos a la Presidencia es otro criminal con un tenebroso prontuario?

¿Vamos a seguir engañando a los electores con la aplicación de un acuerdo espurio que premia a los delincuentes con curules gratis para que sean ellos los que dicten las leyes y sienta semejante precedente a las nuevas generaciones?

¿En qué país del mundo una delincuente con investidura de parlamentaria se atreve a justificar el cruel secuestro de sus víctimas en corrales de alambre, en los que las sometían a toda clase de infamias, afirmando que vivían con todas las comodidades?   

¿Podemos por un momento creer en tantos candidatos que pregonan que mantendrán sobre los colombianos el yugo del acuerdo inválido de La Habana para que los facinerosos de las Farc y sus “amiguetes” continúen burlándose del resto de colombianos?

No, estimados compatriotas, el desmoronamiento moral, cultural y político de Colombia no se ataja con la llegada de la izquierda al poder ni tampoco con un gobierno continuista y entreguista, incapaz de una seria confrontación a la estrategia dictada por el Foro de Sao Paulo. Reconstrucción o catástrofe.

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