A propósito del debate que se vive en Argentina por los diferentes proyectos de ley que buscan reglamentar el «aborto legal», que abrirían la puerta a su práctica durante los nueves meses de gestación, al descarte de los niños con Síndrome de Down, que a partir de los 13 años las menores en embarazo puedan decidir por la muerte de su hijo y se restrinja todavía más el derecho a la objeción de conciencia, el sacerdote de ese país Leandro Bonnin escribió esta columna que reproducimos con su autorización en R+F. El 20 de mayo los argentinos volverán a las calles en contra de la despenalización del aborto.
A ver si te queda claro
Si elegís cortarte el pelo cortito, o dejártelo largo hasta los tobillos, o teñirlo de verde, o hacerte rulos, prometo respetar tu elección…
Si elegís usar ropa fosforescente, o vestir siempre de negro, o disfrazarte de Superman o del Hombre araña, o usar una larga túnica, prometo respetar tu elección…
Si incluso eligieras hacerte una cirugía para modificar tu nariz, o para achicar tus orejas, o hasta si eligieras cortarte el dedo gordo del pie, o mutilar algún otro miembro u órgano del cuerpo, no estoy de acuerdo, y si puedo te lo voy a decir, pero no puedo impedirlo, y prometo respetar tu elección… Eso sí, no me pidas que te ayude a hacerlo, ni que financie tu elección.
Pero si pretendés matar a otro ser humano, si pretendés obtener un permiso para eliminar a otro argentino, si elegís descuartizar a un bebito inocente o aspirarlo como si se tratase de basura, y encima pretendés que yo financie ese homicidio y que te diga que tenés «derecho» a hacerlo, en ese caso, que te quede claro, QUE TE QUEDE RECONTRACLARO, voy a hacer lo que pueda para impedirlo, y NO VOY A RESPETAR EN NADA TU ELECCIÓN…
Voy a seguir diciendo, y gritando si es preciso, que no tenés derecho a elegir eso, y seguiré haciendo lo que esté a mi alcance para que no ocurra.
Y voy a seguir proclamando a los cuatro vientos que eso es un asesinato, que destruye una vida inocente, y que te destruye a vos también en tu identidad femenina, materna y espiritual.
Y por si aún no entendiste, lo repito una vez más: un aborto es un asesinato, abortar es asesinar, y asesinar es una grave ofensa contra la dignidad humana, la del bebé, la de la mamá y la del médico.
Te voy a seguir diciendo que el aborto es un asesinato, y me importa un carajo si eso te hace sentir mal, porque en este caso hay un tercero en el medio, y porque me enseñaron en mi casa a ponerme siempre del lado del más débil, que en este caso ni siquiera puede gritar.
Te lo voy a seguir diciendo porque si no te lo digo yo, te lo va a decir tu conciencia después, pero quizá sea demasiado tarde, y no quiero que cargues ese peso por el resto de tu vida.
Y no voy a callar esa certeza aunque por ello sea despreciado, perseguido o ridiculizado, aunque me multen o incluso me quieran meter preso… porque ni así podrán acallar la voz del ser, ni podrán privarme de la libertad. Porque sólo quien vive en la verdad es auténticamente libre, y porque la mentira -especialmente la mentira del aborto- es la peor de las esclavitudes.
Porque la Fuerza de la Vida se abrirá paso, tarde o temprano, incluso en medio de las ruinas espirituales de una generación que quiere ser homicida, en la cual elijo ir contracorriente, hasta el final.
*Foto principal: tomado de https://www.cathopic.com