Estas consideraciones escritas por un Médico, es decir, por un Profesional de la Salud cuya experiencia le ha enseñado con crudeza y con dureza que su campo de acción es la realidad y que no es inmune a ella, son un llamado de atención para asumirla con sensatez y con sentido común.
Es un llamado a valorar como corresponde su profesión y su trabajo, asumiéndolos en todos sus aspectos y consecuencias.
El «aterrizaje de barriga» a que nos obliga su reflexión, precisamente ahora en esta coyuntura, es un reclamo justo para sí y para sus colegas, pero también para nuestra supervivencia como sociedad, en la que prevalece una evasión romántica ante el drama en el que ahora nos sume la realidad.
No somos héroes, somos doctores
Una de las mayores crisis de salud de la humanidad, y los médicos son llamados nuevamente para salvar a las personas.
Una cosa que les pregunto a mis colegas: ¿aceptaremos este discurso de que somos héroes? No. Veo a los medios y al gobierno llamando a los médicos héroes: ilustraciones, aplausos por la noche, etc.
¡Héroes del infierno! Somos padres y madres, tenemos hijos, familias, cuentas por pagar.
Somos masacrados por el Estado y el «Mercado». Sufrimos ataques de nuestras prerrogativas por parte de políticos, de otras profesiones que dicen que somos como ellos.
¿Dónde están los curanderos /osteópatas en estas horas epidémicas? ¿Dónde están los dentistas de armonización facial? ¿Dónde están los estetas biomédicos? ¿Dónde están los fisioterapeutas de botox? ¿Dónde están los nutricionistas inmunoshot? ¿Dónde están las enfermeras que colocan los DIU y pueden recetar medicamentos? ¿Dónde están los políticos de este país que dicen que un médico es arrogante y que queremos privilegios?
Entonces, ahora que los médicos están en primera línea sin máscaras, sin PPE, sin armas, sin ayuda, ¿somos héroes? ¡Nada de eso!
Es hora de que la Medicina sea valorada en este país. Es hora de tener salarios compatibles con la importancia de nuestra profesión y nuestro trabajo.
No somos héroes, somos profesionales imprescindibles. Nos diferenciamos por la naturaleza de nuestro trabajo. Ni mejor ni peor, sino diferente.
Necesitamos dejar de aceptar esto.
Un sacerdote, héroe. Este es un pretexto para que el Estado y el mercado continúen sin valorarnos ni a los unos ni a los otros.
Ahora es el momento de cambiar ese juego. Requeriremos trabajar con el equipo necesario. No somos soldados, somos doctores. Somos seres humanos. Después de la crisis, nos uniremos y exigiremos un cambio radical en la forma en que nos tratan los empresarios y el gobierno de nuestro país.
Yo, ¡¡¡Tu Médico!!!
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