Con el fin de expresar la solidaridad de la Iglesia con las comunidades del Cauca, víctimas en los últimos días de tres masacres que han terminado con la muerte de 16 miembros de resguardos indígenas, el pasado 4 de noviembre monseñor Monsalve lideró una caravana desde Cali hasta Tacueyó y Toribío, en el norte del Cauca, para llevar cinco toneladas de alimentos.
“¿Cómo es que ves la paja en el ojo de tu hermano si no adviertes la viga en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: Deja que saque la paja de tu ojo, teniendo una viga en el tuyo?” (Mateo, 7 3-4)
Al respecto, varios analistas han señalado que el narcotráfico es la razón del recrudecimiento de la violencia, con cinco organizaciones armadas disputándose el poder en la zona, tres de ellas provenientes de las FARC.
El gobierno Duque, por su parte, anunció inversión social para el Cauca y aumento de la presencia militar con 2500 efectivos en la zona.
La paja en el ojo del Gobierno
Sin embargo, Monsalve aprovechó su visita para criticar la respuesta del gobierno.
El Arzobispo dijo que el anuncio de inversión social “golpeaba la identidad de las comunidades indígenas“, por falta de diálogo y planeación con sus voceros, al tiempo que describió al ejército como “estático”, que no puede moverse mientras las organizaciones recorren libremente la zona.
Yo lo que creo es que hay que llegar a unos acuerdos y mantener una mentalidad y actitud que nos permita la colaboración, y hay que pedirle al Gobierno actual un cambio de actitud que es indispensable…Hay desconfianza porque ven militarizado su territorio y ven que esa militarización no impide la caravana de muerte que hace desastres en la vida de ellos.
Monseñor Darío de Jesús Monsalve
La viga en el propio ojo de Monseñor Monsalve
El Arzobispo de Cali, sin embargo, ha promovido activamente muchas de las políticas responsables de la actual situación de violencia en el Cauca.
En primer lugar, apoyó de forma beligerante la aprobación de un acuerdo con las Farc, que permitió el incremento en los cultivos de drogas al eliminar su fumigación con glifosato, desmoralizó al Ejército al ponerlo en pie de igualdad con grupos terroristas y permitió el fortalecimiento de las llamadas disidencias de las FARC, al no garantizar la completa entrega de armas.
En cuanto a la política de drogas, Monseñor Monsalve líderó un grupo de obispos que se opuso vehementemente a la fumigación con glifosato (ver), y calificó de «autoritarismos o moralismos excesivos que llevan a cohibir las libertades» (ver) la idea de prohibir el consumo de drogas en sitios públicos.