Cada una de las palabras que componen el título de este artículo tienen un sentido especial y fueron debidamente meditadas, en vistas a no generar una confusión en los lectores ni que sean atribuidas a quien no es su autor real.
Debe quedar claro que el adjetivo posesivo “mi” con el que se inicia quiere dar a entender que las reflexiones aquí hilvanadas y los candidatos referidos no representan la opinión de Razón+Fe como órgano informativo y que las asumo como propias, respondiendo debidamente por ellas a quien así lo solicite. Incluso, por esa misma razón me animo a hablar en primera persona, cuestión que no he hecho en artículos anteriores, pues por cuestiones de estilo y rigor he preferido, siempre, que mis ensayos lleven una nota de objetividad que se da, de modo muy especial, en el uso de la tercera persona.
En las líneas sucesivas quiero exponer las razones de mi voto en las próximas elecciones locales del domingo 27 de octubre, enunciando no solo argumentos que sustentan dicha predilección, sino también expresando que su fundamento es mi fe católica, apostólica y romana que, evidentemente, tiene un impacto en cada una de mis acciones y cuya doctrina incluye, de modo eminente, una noción sobre el bien común, esencia de la política. Con ese acervo doctrinal de hondísimas raíces filosóficas y pidiendo a Dios sea el orientador de mi decisión, iré a las urnas el próximo domingo.
Mauricio Tobón a la Gobernación de Antioquia. Seriedad, experiencia, solidez y claridad.
Como a los demás candidatos que referiré, he tenido la oportunidad de compartir personalmente con el Dr. Mauricio Tobón Franco, candidato a la gobernación de Antioquia, por ejemplo, en la Tertulia Conservadora de Antioquia, a principios del año presente, en la que dio a conocer sus propuestas y presentó su Hoja de Vida, exponiendo con precisión los principales problemas que enfrenta el departamento y explicando, breve, pero concretamente, las estrategias de solución que ha ideado junto a su equipo de trabajo y con base en una amplia experiencia que lo acredita, no solo en lo referido a su formación académica, sino como concejal municipal, presidente del Concejo de Medellín, director del Parque Manantiales High Tech & Science Park, director de Minuto30.com y gerente general del IDEA, cargo en el que realizó una importante gestión de recuperación económica después de un período al que calificar de “crítico” es un eufemismo culposo.
En los debates ha dado muestras de conocimiento de la región, respondiendo satisfactoriamente a las preguntas formuladas y ofreciendo alternativas viables y precisas a las situaciones conflictivas que le han presentado, como ocurrió, por ejemplo, en el debate sobre la salud pública, realizado por la facultad respectiva de la Universidad de Antioquia. No es esta la ocasión para enumerar, una a una, las propuestas del Dr. Mauricio Tobón, asunto que, aparte de inoficioso –pues a estas alturas ya los votantes las conocen o pueden consultarlas en la web–, sino para resaltar, en su perfil humano y en su gestión, la seriedad y el rigor con los que ha trabajado y que, hoy por hoy, lo convierten en un candidato muy viable en vistas a regir los destinos de Antioquia.
Hombre de familia, el Dr. Mauricio Tobón va siempre acompañado de su señora esposa, Doña Gloria Rodríguez Escobar, dama de gran belleza, distinción y elegancia, quien lo ha apoyado incansablemente, manteniendo una presencia discreta, pero activa en la campaña de su esposo. Siempre he considerado que habla muy bien de un hombre el compartir con su mujer cada uno de los espacios en los que su ausencia no es estrictamente necesaria, dadas algunas circunstancias de confidencialidad o privacidad. Los votantes queremos a un hombre de familia que, así como gobierna bien los asuntos de su casa, gobierne bien la polis, recordando las palabras de Aristóteles en su célebre Política. El Dr. Mauricio Tobón es, a mi juicio, quien mayormente encarna, entre todos los candidatos, el carácter virtuoso, propio de un hombre de familia, rol que exige, sobre todo, la virtud de la justicia, la fortaleza y la templanza, muy necesarias para el departamento en las actuales circunstancias, pues se necesita un hombre recto, que dé a cada uno lo suyo, que sepa hacer un uso legítimo de la fuerza pública en caso de rebelión o insurrección –sus ideas al respecto las ha dejado claras en varias ocasiones– y que no se deje seducir por las mieles envenenadas del poder, manteniendo siempre como prioridad el bien común, antes que los intereses personales.
Es por estas razones, básicamente, que las virtudes cardinales que veo en la personalidad del Dr. Mauricio Tobón me permiten tener esperanza cierta de que su gestión será sumamente favorable para Antioquia. El parche del Dr. Tobón, pues, no remite al pirata o corsario que saquea las embarcaciones del erario público, acto tan común en nuestros días, sino, más bien, a personajes como Blas de Lezo, heridos en su defensa de los intereses de la comunidad, quienes siguen el consejo de San Pablo de gastarse y desgastarse por ella (2 Cor. 12, 15).
Juan Carlos Vélez a la Alcaldía. MEDELLÍN AVANZA porque sabe a dónde va, de la mano de los mayores.
El pensamiento clásico nos ha enseñado, por medio de autores como Platón, Aristóteles, Séneca, San Agustín, Santo Tomás de Aquino y tantos otros que hoy siguen el filón de la Tradición, que las tareas de gobierno deben ser desempeñadas por hombres maduros, que hayan vivido y tenido una amplia experiencia de vida, que cuenten con la formación intelectual y la personalidad moral para enfrentar los avatares de la vida pública sin desfallecer y sin dejarse permear por mezquinos intereses.
Creo en Juan Carlos Vélez y lo elegiré con mi voto porque su carrera ha sido un in crescendo continuo, ordenado, en el que ha permanecido fiel a un ideario en la época de los tránsfugas y los “camaleones políticos” que se venden al mejor postor y defienden lo que está de moda o lo que les garantiza el poder, pero carecen de convicciones e ideas propias. Cuando escucho a Juan Carlos Vélez, percibo que es un hombre con pensamientos claros, respuestas precisas a las problemáticas de la ciudad en diferentes ámbitos, que no promete lo que no puede cumplir y que contesta a lo que se le pregunta –en los debates televisados que los antioqueños hemos podido seguir– sin abundar en palabras vanas, cual demagogo o sofista, sino más bien, dejando claras, en la brevedad de su discurso, la inteligencia y la transparencia de sus propuestas.
Por otro lado, no es un hombre que quiera usar la Alcaldía de Medellín como escalón para otros cargos, pues mejores los ha tenido, sino más bien un servidor público que quiere entregar toda su formación y experiencia a la ciudad que ama y que, con hombres como él, seguirá avanzando, más aun, porque es el único candidato que ha firmado el Pacto por la Vida y la Familia, en el que se comprometió a incluir en los programas educativos conocimientos sobre fertilidad humana, su manejo responsable de acuerdo a métodos naturales, proporcionar asistencia para la erradicación de abortos forzados y promover una cultura de protección y fortalecimiento de la familia.
Lo primero que un buen alcalde de Medellín debe garantizar es la defensa de la vida y la familia, núcleo de la sociedad y, en este punto esencial, el Dr. Juan Carlos Vélez ha dado muestras de compromiso, sin cálculos ni mezquinos intereses “electoreros”, dando muestra de que sabe que la política no es poder, sino búsqueda permanente del bien común, también de aquel que no ha nacido, pues es parte fundamental de la comunidad y para él queremos hacer de Medellín una ciudad virtuosa y feliz, fines que se implican mutuamente y que alcanzamos siguiendo el ejemplo de los mayores que han recorrido nuestras calles como lo ha hecho el Dr. Juan Carlos antes que cualquier otro candidato, en los cuatro años previos a estas elecciones y mucho antes, con lo cual, no solo ha demostrado ser un político profesional sino un trabajador incansable por la ciudad que ama.
Hilda Luz Jara Vélez a la Asamblea de Antioquia. Una mujer con ideas, pero sin ideologías.
Mi primer contacto con la Dra. Hilda Luz fue a través de su hijo, Juan Pablo, quien fuera uno de mis alumnos más brillantes e inquietos en el curso de Filosofía del Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana, en el año 2013. Por los hijos se conoce a los padres y, a través de Juan Pablo, misionero de Lazos de Amor Mariano –quien ahora se prepara para el sacerdocio desde hondas convicciones y reflexiones existenciales y espirituales que conocí por aquellos años en que fue mi estudiante y que me compartió ampliamente–, pude saber que la familia de la que venía este joven tan particular era un verdadero cenáculo de amor en torno a Cristo y Santa María.
El currículum académico de la Dra. Hilda Luz –en el que se cuentan los títulos de psicóloga y abogada, especialista en Gerencia del Desarrollo Humano, magíster en Derecho Procesal y, próximamente, doctora en Estado de Derecho y Gobernanza de la Universidad de Salamanca–, además de su amplia experiencia profesional en el ámbito de la docencia y la gestión humana –por ejemplo, en la Universidad San Buenaventura (sede Medellín), en la que contribuyó enormemente a fortalecer las virtudes entre docentes y estudiantes, promoviendo eventos formativos de gran importancia para la comunidad universitaria y en coherencia con la identidad católica de la institución– son prueba más que suficiente de que cuenta con las capacidades humanas y profesionales para ser una excelente diputada de la Asamblea de Antioquia, sin hablar de su trabajo por la comunidad en distintos municipios del departamento y su actual trabajo académico y organizativo en la Universidad Católica de Oriente, sobre todo en lo referente al tema “IDEAS para la integridad y la transparencia”, sobre el que presentó una brillante ponencia en el reciente Encuentro Nacional de la Red Sociojurídica, en la ciudad de Bucaramanga.
Hernando Martínez Rueda, el poeta de la ironía conservadora, más conocido como “Martinón” se lamentaba, ya en los años 70, del ocaso del Partido Conservador en lo relativo a la fidelidad a su ideario cuando decía, parafraseando a Don Jorge Manrique:
“Recuerde el godo dormido,
avive el seso y despierte,
contemplando,
cómo se cae el partido
cómo se cambia la suerte,
tan callando…”.
El Dr. Alejandro Ordóñez Maldonado renunció al Partido Conservador, a principios del año 2018, afirmando que, aunque las bases eran conservadoras, ya el directorio no lo era, opinión que compartía con el extinto Álvaro Gómez Hurtado. Con la Dra. Hilda Luz Jara tenemos a una fiel representante de las ideas y las propuestas conservadoras y mucho más que conservadoras, pues más que conservar un cierto status quo, es necesario reaccionar frente al deterioro social y político, poniendo especial énfasis en la protección de la familia y, por ejemplo, en los derechos de la mujer y su cuidado, sin caer en ideologías que, prometiendo hacerlo, destruyen lo más propio de la naturaleza femenina. Votaré por Hilda Luz Jara Vélez por ser una persona fuerte y de principios, por ser madre cabeza de familia, por su formación, experiencia y honestidad, pero, sobre todo, por ser una mujer de Dios, que entiende el servicio como finalidad del ejercicio público. Es en ello que se sustenta todo lo demás y, sin lo cual, hasta la mayor cualificación profesional es insuficiente y hasta nociva.
Julio Enrique González Villa al Concejo de Medellín. Un verdadero hombre al servicio de la ciudad.
Los hombres más jóvenes vemos en los mayores, o, por lo menos, debemos ver en ellos, el ejemplo a seguir, el modelo de la virilidad lograda en tiempos que, por la influencia de nefastas ideologías, la imagen de lo que es ser un hombre auténtico parece desdibujarse e, incluso, se intenta avergonzar al sexo masculino de las características que le son propias. Conocí al Dr. Julio Enrique González en la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana, cuando comencé a orientar la cátedra ya referida y siempre me pareció el modelo de las virtudes viriles, hoy tan escasas, de la inteligencia y la fuerza para defender las ideas. Compartimos diálogos muy interesantes y aportantes en torno a temas académicos relativos a la vida jurídica y política del país, fui profesor de dos de sus hijas, Emilia y Ana, quienes, parafraseando líneas anteriores, dejaron ver la estirpe de la que provenían, no solo con su rendimiento académico excelente sino con su dedicación, su buena educación y sus valores. Quedaba claro para mí que es un padre sólido, con carácter, firme y amoroso, pues estos dos últimos rasgos nunca se oponen, nutren la feminidad y dan a la mujer la seguridad necesaria para enfrentar las vicisitudes de la vida y seguir, con rectitud, el estado de vida particular que hayan elegido y la profesión que les sea afín, en su caso, el de abogadas, siguiendo el maravilloso ejemplo de su padre, que cuenta con una maravillosa carrera en el litigio y cuyo compromiso con las ideas del Dr. Alfredo Ramos ha sido permanente desde hace varias décadas.
El Dr. Julio Enrique estudió Derecho y Ciencias Políticas en la UPB, es magíster en Administración y Doctor en Derecho, además, cuenta con especializaciones en Derecho Administrativo, Derecho del Medio Ambiente y Derecho Comercial. Su carrera docente llega a las tres décadas y su desempeño siempre fue brillante, ganándose el amor y el respeto de sus estudiantes de varias generaciones, quienes salieron en su defensa a finales del año pasado, cuando, sin razón objetiva, dejó de ser docente de la UPB, ciertamente, por una persecución política de la que fuimos víctimas varios profesores, dadas nuestras convicciones morales, religiosas y políticas. A veces, la prueba reina de que defendemos bellos y nobles ideales es el odio y el ataque de quienes se oponen a estos. Más que entristecerse, hay que tomarlo como un galardón y el Dr. Julio Enrique cuenta ya con varios. Mi voto, este domingo, será por él y sus propuestas, particularmente, su mirada prudente y temperante sobre el problema medioambiental –sin caer en los excesos y absurdos antihumanos del ecologismo marxista– y su defensa de Empresas Públicas de Medellín frente al centralismo y frente a maquinarias de poder que quieren beneficiarse de esta conquista de los antioqueños. No obstante, como él mismo ha dejado claro, el concejal no es tanto un hombre que propone como uno que aconseja al alto mandatario de los medellinenses, razón por la cual lo importante es su virtud moral y su prudencia, esto es, su capacidad de juzgar las cosas tal y como son, orientando los cauces de la vida pública según la verdad, el bien y la belleza.
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