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Los cuatro votos

Escrito por Alejandro Usma

Muy cerca estamos ya del sufragio electoral de mandatarios locales y regionales, así como de otros entes corporados. Las calles, la televisión, la radio, están saturadas de publicidad de las distintas propuestas políticas departamentales y locales: nos invitan a confiar y a elegir mediante el voto. 

Los católicos, como miembros de una sociedad regida por principios democráticos debemos ejercer este derecho con criterio: el que nos ofrecen las enseñanzas de la Iglesia y que parte del respeto a la vida humana, la justicia social, la promoción y preservación de la familia, el derecho al trabajo digno y bien remunerado, y muchos principios más.

Es cierto que la misión que Cristo confió a su Iglesia no es de carácter político, ni económico, ni siquiera social; es una misión sobrenatural: predicar el evangelio, hacer el bien. 

Pero de esta misión esencial se desprenden luces para todos los ámbitos de la vida humana: A la Iglesia le compete siempre y en todo lugar proclamar los principios morales, incluso los referentes al orden social, así como dar su juicio sobre cualquier asunto humano, en la media en que lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas[1].

Lo que no hace la Iglesia es imponerle al resto de la sociedad sus creencias o dogmas, sino que le presenta los principios de la ley moral (no matar, no robar, hacer el bien, etc.) que son universales y no son exclusivos de ningún credo religioso. De hecho, sin ellos, ninguna sociedad puede ser justa.

Así nuestra participación es todo un reto que implica el conocimiento mínimo de las propuestas políticas y una clara opción de nuestra parte, y que se puede dar en cuatro escenarios posibles: la indiferencia, la pasividad, el relativismo, y la conciencia.

Voto indiferente:

Se trata de los católicos que no se involucran y a los que el tema político les es totalmente indiferente. Esta no es una opción para un creyente, pero tristemente muchos optan por ella. Para ellos la Iglesia tiene una palabra: “la participación en la comunidad civil es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y mirando al bien común.” [2] 

Pues por ese bien común que todos debemos procurar, y lo podemos hacer políticamente mediante el voto, este escenario debe quedar descartado.

Voto pasivo:

Muchos esperan que les digan por quién votar. Incluso esperan que se los diga la Iglesia, o sus pastores.  El problema es que se trata de una participación que no es positiva, puesto que no hay intención real en ella: se votaría sin conciencia, como por salir del paso, y sin compromiso con el bien.

Sin tener razones para votar por esta o aquella propuesta política, no está bien que un cristiano vote simplemente por votar.  Debemos descartarlo.

Voto relativo:

Aquí el votante ve todos los asuntos de la política como iguales: de igual importancia, o de igual valor.  Le da igual, de nuevo se vota sin criterio. La dificultad radica en este voto se basa en lo que tal vez sea de interés para sí mismo, y allí no hay búsqueda del bien común, sino egoísmo.

Otro aspecto es que el que vota resulta siendo quien decide lo que es políticamente significativo o importante para la sociedad. Esta posibilidad tampoco se basa en los principios de Iglesia, sino que mira a los intereses particulares del individuo que ejerce el voto.  No es esta nuestra opción.

Voto a conciencia:

Evidentemente esta es nuestra opción. Votamos a conciencia cuando votamos basados en los principios de la solidaridad, la ayuda a los necesitados, el bien común, porque esos principios de respeto y de justicia son universales y tienden a darle a la persona humana el trato y el lugar que corresponden en el mundo según la Voluntad de Dios. 

Ser leales a nuestra conciencia entonces y tomarla como referencia para votar con criterio cristiano es una clara forma de hacer el bien y manifestar incluso nuestra fe.  No debemos olvidar esta verdad: los católicos somos la conciencia del mundo. Qué gran responsabilidad.


[1] Catecismo de la Iglesia Católica Nº 2032

[2] Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia Nº189

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