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¿La Iglesia Católica les impuso la fe a los pueblos?

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Las redes sociales suelen estar plagadas de sujetos que, sin tener la delicadeza de informarse previamente antes de opinar, comentan las más desopilantes ideas acerca de temas de los que nunca en su vida han investigado a profundidad. Como está de moda eso de seguir a los influencer sin el más mínimo sentido crítico, muchos opinólogos dan por hecho los dislates de la boca de aquellos a los que siguen. En redes sociales hayamos de todo tipo: expertos en historia, en política, en economía, en religión…

Estos últimos afloran en cantidad. Hay unos que sostienen la idea de que la fe en Occidente fue una imposición violenta, que todos los pueblos, por ejemplo de América, fueron sometidos por la espada y la cruz, que el período conocido como Edad Media, fue un tiempo de oscuridad y superstición. En fin, estos tópicos reinan en las discusiones por internet y siempre sirven para comprobar lo efectiva que suele ser la mentira transformada en propaganda. En este artículo vamos a cuestionar la idea de que la Iglesia Católica impuso la fe por la fuerza.

La expansión de la fe

Una manera de explicar la expansión del cristianismo, es lo que los sociólogos llaman, pirámides compartidas. La idea es esta: si cada miembro recluta un mínimo de dos miembros adicionales, los números pueden multiplicarse radicalmente. Esto es compatible con lo que leemos en los Hechos de los Apóstoles, donde se reunían en casas para celebrar los misterios y recibir la enseñanza. Recordemos que en los primeros años del cristianismo, no existían catedrales o algo parecidos a una parroquia donde se pudiera recibir la catequesis.

Es bastante probable que estas pequeñas reuniones fuesen el epicentro de expansión de la fe cristiana entre los sencillos de aquellos años. Pues además eran los lugares más naturales para que las nuevas ideas fuesen expuestas a familiares y allegados, vecinos, conocidos y amigos. Ahora bien, es un hecho indiscutible que la compilación definitiva de los textos de la Biblia, tal y como hoy la conocemos, no se dio sino bien entrado el siglo IV, de modo que la forma de comunicación por excelencia de la fe, era la predicación oral.

Si se gusta, puede decirse que los primeros evangelizadores contaron la historia de Jesucristo de un modo sumamente persuasivo y convincente, que los atentos a las palabras de aquellos apóstoles y discípulos, se dejaban ganar por la credibilidad de lo anunciado por los seguidores del Mesías. La historia de Jesús, realmente genera muchos sentimientos, desde la inspiración, el asombro y la justificada indignación. Los sociólogos admiten como explicación más convincente para la expansión del cristianismo el establecimiento de redes humanas donde se hacía posible la exposición de las nuevas ideas religiosas entre los pobres, comerciantes, artesanos y todos aquellos que estaban alejados de los grandes centros del poder religioso, político y económico de la época.

Las conversiones

La explicación anterior refuta la idea bastante inverosímil de que la fe cristiana haya sido una imposición forzosa. Era bastante común, la reunión de hombres en los espacios públicos para las disputas filosóficas y los conciertos de oradores y sus novedosas ideas. Recordemos el episodio en el que Pablo se presentó en el Areópago y fue muy bien escuchado hasta que proclamó la idea de que los muertos habrán de resucitar. Y aunque fueron muchos los que se retiraron al escucharlo hablar de semejante locura, lo cierto es que también hubo conversiones.

Convertirse no era si no, asumir un nuevo sistema de creencias y vivir de acuerdo a dicho conocimiento. Por eso, precisamente es que Tertuliano afirmó: los cristianos no nacen, se hacen. Todos aquellos que creyeron en las palabras de los Apóstoles y discípulos se bautizaban, abandonaban sus antiguas creencias y todo ello de manera voluntaria. Todo esto, querido lector, siglos antes de que Constantino se convirtiera a la fe y la sostuviera como la religión oficial del Imperio. Remarco esto porque a partir de este acontecimiento se ha levantado el invento no solo de que Constantino fundó la Iglesia Católica, sino porque además de allí proviene la creencia de que la fe siempre fue impuesta desde el Estado.

El fenómeno político de la asunción de una fe por parte del Estado es un asunto distinto del de la esencia de la religión cristiana. Puesto que el cristianismo tiene por objeto la evangelización de todas las naciones con independencia del sistema de gobierno que impere. De ahí que la oficialización política del cristianismo por parte de los príncipes de este mundo no sea imputable al cristianismo como tal, pues en muchas ocasiones, los gobernantes usaban la Fe a conveniencia y por razones meramente administrativas y no como la confabulación entre la Iglesia y el Estado para imponerles la fe a los ciudadanos.

La pastoral

La misión de la Iglesia es la evangelización de las gentes. Esa es su esencia y véase de cómo grandes hombres de la fe tenían claro que para conquistar los corazones de los infieles no era usando la fuerza sino la inteligencia. Era siendo pastoralmente ingeniosos. Esto lo podemos comprobar en la carta que le escribiese San Gregorio Magno a Melitón (624) quien era obispo de Londres por aquellos años:

            «Cuando Dios Todopoderoso os lleve hasta vuestro venerado hermano, Agustín, obispo, decidle lo que por largo tiempo he estado meditando a causa de los ingleses: esto es, a saber, que los templos de los ídolos de aquellas gentes no deben ser destruidos; solo los ídolos que en ellas se encuentren; que con agua bendita se rocíen y bendigan los mismos templos, que sean construidos los altares y depositadas las reliquias, porque si los mencionados templos están bien construidos, es necesario que ellos vean cambiado su antiguo culto a los demonios por el culto al verdadero Dios; que mientras el pueblo no vea sus templos destruidos, más fácilmente podrán abandonar el error de su alma y ser movidos con mayor prontitud, al frecuentar sus lugares acostumbrados, al conocimiento y adoración del verdadero Dios, Y, puesto que están habituados a matar muchos bueyes en sacrificio a demonios, se les pueda conceder el celebrar alguna festividad de este género pero bajo otra forma y de este modo en los días de dedicación o natalicio de los Santos Mártires, de quienes poseen las reliquias, hagan ramada alrededor de los templos transformados ahora en iglesias, y que tengan solemnes ceremonias en conjunto, después de cada festividad religiosa; y que no sacrifiquen más animales al demonio, sino que lo hagan a la gloria de Dios , y dar gracias al Dador de todas las cosas, por su abundancia: ya que mientras algunos beneficios externos les son conservados, más rápidamente podrán ser llevados a aceptar los beneficios interiores (la gracia). Porque es sin duda imposible arrancar a la vez, de almas tan rudas, todos los malos usos; viendo también que aquel que se esfuerza por escalar una cumbre, lo hace paso a paso y no a saltos. Así fue como el Señor se reveló al pueblo israelita en Egipto, destinando a su culto los sacrificios que antes ofrecían al diablo y ordenando que le sacrificasen animales, de modo que, cambiando la intención, en parte abandonasen los sacrificios y en parte los retuviesen; pues si bien eran los mismos animales que acostumbraban a ofrecer, ya no eran los mismos sacrificios, puesto que ahora los ofrecían al Dios verdadero y no a los ídolos».

Como logramos apreciar en este documento, de ninguna forma se podría sostener que la Iglesia les impuso la fe, antes bien, la Iglesia fue condescendiente con las prácticas primitivas de estos pueblos de tal modo que, movidos por el conocimiento de la verdad, pudiesen abandonar el paganismo para abrazar la fe cristiana. Los pastores tuvieron que usar la astucia, el ingenio y la inteligencia pastoral, que no para imponer nada sino para persuadir a los infieles a que sus creencias y prácticas eran cosas falsas.

Conclusión

Al momento de redactar este artículo me preguntaba: ¿Por qué solamente se puede ser ateo en un mundo cristiano? Porque los cristianos, como aducía Tertuliano, no nacen, se hacen. Esto indica lo que hasta el día de hoy se ha enseñado en la Iglesia Católica: que la conversión es un acto libre y voluntario. Incluso, el individuo es libre de declararse sin religión; cosa que parece impensable o muy difícil en la práctica en lugares donde el islam ejerce su dominio religioso.

Porque la verdadera causa de que la fe cristiana se expandiera exitosamente,  no fue el uso de la fuerza, a como muchos nos han querido hacer creer. Antes bien, desde las categorías sociológicas se pueden esgrimir dos causas: las sólidas redes humanas y la predicación convincente y persuasiva (contar la historia de Jesús) de los Apóstoles y discípulos que cautivó a las gentes.

Porque la oficialización política del cristianismo no es imputable como esencial al cristianismo. En muchos casos, los príncipes, reyes y gobiernos usaron la fe como instrumento político y administrativo y en otros casos, en realidad, el cristianismo era perseguido por los gobiernos como política oficial.

Por lo demás, la idea de que la Fe se impuso con la espada, no es otra cosa que leyenda negra anticatólica y anticristiana.

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