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Juan de Dios Bosque, el obispo antimasónico boliviano

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Juan de Dios Bosque, el obispo antimasónico boliviano
Monsenor Juan de Dios Bosque

¿Qué pensaba la curia boliviana en el siglo XIX? ¿Abrazaba la verdad o se sumía en las herejías? Como en el resto de Hispanoamérica, la Iglesia Católica en Bolivia combatió duramente a la masonería, al liberalismo, al positivismo y a otros errores que empezaban a impulsarse fuertemente en la sociedad.

Si en Colombia tenían a San Ezequiel Moreno Díaz y en Argentina al Beato Mamerto Esquiú, en Bolivia había personajes como Monseñor Miguel de los Santos Taborga, Venerable Francisco María del Granado o Monseñor Juan de Dios Bosque. Este último fue gran enemigo de la masonería, pero además, popular entre los feligreses por su gran piedad y entrega al servicio de la salvación de las almas.

Contexto

Bolivia, al igual que sus países vecinos, vivía épocas de incertidumbre en la primera mitad del siglo XIX, puesto que el orden político había sido subvertido por el liberalismo. Por razones que solo Dios conoce, confluyeron varias condiciones favorables a una rebelión sangrienta contra la monarquía hispánica, bajo excusas de abuso de autoridad y alegando ‘justa’ rebelión contra el gobierno del Rey Fernando VII.

La jerarquía eclesiástica estaba más o menos dividida: algunos obispos y sacerdotes abrazaban la causa sublevada con ideas iluministas, liberales e ilustradas. Otros, afines a la tradición, favorecían la causa realista o monárquica. En este choque de fuerzas terminó venciendo el mal, y se impuso el cúmulo de ideas impulsadas desde afuera por la masonería.

A pesar de todo, no eran pocos los sabios obispos que, conscientes de los males que pululaban por doquier, ponían un alto a estas ideas, no asumiendo la causa monárquica quizá, pero sí obrando dentro de sus posibilidades. Eran personas que, aun siendo simplemente conservadoras o ultramontanas, hijas de su tiempo, supieron enfrentar al mal con una férrea actitud y gran celo por la salvación de las almas.

Es en este contexto que aparece Don Juan de Dios Bosque y Ventura Farfán, un gran pastor de almas que, en la zona andina boliviana, ejercía una tremenda labor eclesiástica y catedrática.

Vida

Retrato de Juan de Dios Bosque
Retrato de Mons. Juan de Dios Bosque

Bosque nació en 1829 en el municipio de Sorata, departamento de La Paz en Bolivia. Estudió Teología en el seminario y Derecho en la universidad. Fue ordenado sacerdote en 1854 y luego profesor en el seminario, del cual llegó a ser rector hasta 1860; y obtuvo también cargo en la Catedral de La Paz. Fundó obras de caridad, como la Sociedad de Beneficencia para las damas.

En 1872 llegó a ser diputado del Congreso y, tras la muerte del presidente Agustín Morales en la noche, asumió la presidencia de la república. Sin embargo, este cargo solo le duraría unas horas, ya que al día siguiente la asamblea nombró a otro presidente. Ya para 1874, fue nombrado obispo de La Paz, cargo en el que reanudó las interrumpidas visitas pastorales, que llevaban más de cincuenta años sin hacerse.

Fue en 1885 que este ilustre obispo publicó una Carta Pastoral contra la masonería. En ella, él denunciaba a «la herejía moderna que amenaza destruirlo todo en el orden dogmático y en el moral», debido a que «proclama la negación absoluta de todo lo que el Cristianismo ha edificado para la salvación de los hombres». Monseñor Bosque señala que el liberalismo y la masonería contienen cierta «mezcla de ilustración y de ignorancia, de audacia y de cobardía, de hipocresía y de lealtad, de astucia y de bondad, de ciencia y de mentira».

Además, el obispo paceño cita en ese documento una carta pastoral publicada ocho años antes, en la que advertía sobre las funestas consecuencias que sobrevendrían de consolidarse la masonería organizada en Bolivia. En dicho documento se encuentran advertencias como la siguiente, para alertar al pueblo cristiano sobre las estrategias perversas de la secta masónica:

El enemigo de vuestra salvación puede ser que os combata, no de frente, sino disimulada y astutamente, ya sea estirando, con dañada intención, la moral del Evangelio, o ridiculizando las prácticas de vuestro culto, o imponiéndoos el estigma de atraso y de ignorancia; ya sea enalteciendo, con marcada exageración, los progresos del siglo, los encantos de la libertad y las ventajas de la civilización.

Asimismo, Mons. Bosque advierte duramente que «las palabras masón y católico son absolutamente antagónicas y excluyentes», de modo que es ilícito y maléfico inscribirse en dicha secta:

El verdadero católico no puede ser masón, bajo de ningún pretexto. El verdadero masón, esto es, el que se inscribe en una logia masónica, con conciencia de lo que hace, ha dejado de ser católico; y por tanto ha renunciado a la fe y a la unidad católica.

Nótese que dichas palabras consideran la posibilidad de que alguien se inscriba en la masonería de buena fe, es decir, no consciente de lo que realmente significa. Es triste que eso suceda, pero naturalmente existen casos así, y es importante tener cierta prudencia a la hora de emitir juicio sobre estos temas. Tales expresiones de Monseñor nos demuestran su alto nivel de piedad y comprensión para con los católicos confundidos, que se meten en algunos grupos sin saber realmente lo que son.

Mons. Bosque tuvo como rival principal al ministro José Pol, que le dificultaba sus funciones eclesiásticas. Además, se estrelló contra el presidente Gregorio Pacheco, político conservador, favorable a la gran industria, que lo calumniaba en el Congreso.

El ilustre obispo creó en 1882 la Sociedad Católica, una institución creada para formar mejor a los católicos y crear una sana comunidad. Este organismo contaba con su propio periódico: el semanario La Estrella. Fundó además la Unión Católica, que tenía su semanario Progreso, aparecido en 1885.

En 1889, asistió al III Concilio Platense, reunión de obispos que definió líneas de acción para combatir a la masonería y al liberalismo, aplicando las directrices del Concilio Vaticano I. Mons. Bosque fallecería a sus 61 años, no sin haber dejado todo un legado. Los feligreses le guardaban tanto cariño, que bastantes años después dieron su nombre a una plazuela, que cuenta en el centro con una escultura suya.

Escultura Juan de Dios Bosque
Monumento a Mons. Juan de Dios Bosque

Puede leer los documentos escritos por Mons. Bosque en los siguientes enlaces:

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