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Así como la palabra “eutanasia” volvió a aparecer en los titulares de los medios de comunicación en Colombia, a finales de octubre pasado, por cuenta del fallo de la Corte Constitucional que ordenó al Ministerio de Salud reglamentar el mal llamado “derecho a la muerte digna” de los menores de edad, se podría decir que también este término “se vació de contenido” -por exceso de uso- sin comprender realmente lo que significa e implica, y cómo dista radicalmente de la ortotanasia, que sí corresponde a la dignidad de la persona humana y brilla por su ausencia en la agenda mediática. Razón + Fe consultó a un experto en bioética para formar criterios claros frente a este vital tema.
Por: Pablo Arango Restrepo MD, PhD. Cirujano ortopedista, profesor de bioética de la Universidad de La Sabana.
La palabra eutanasia etimológicamente significa muerte dulce (eu–thanatos), pero en el lenguaje diario eutanasia es matar al paciente. La Asociación Médica Mundial la define como “toda actuación cuyo objetivo es causar la muerte de un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de este, bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna; el objetivo buscado debe ser la muerte”, y la Iglesia Católica afirma que es “una acción o una omisión que por su naturaleza o en la intención procura la muerte, con el fin de aliviar todo dolor” (Congregación para la Doctrina de la Fe, 1980, Declaración sobre la Eutanasia).
[mks_pullquote align=»right» width=»300″ size=»24″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]El término de eutanasia pasiva es confuso y no recomendable de usar. En esto juega un papel importante la intención con que se omite la acción de reanimar.[/mks_pullquote] Cuando un paciente hace un paro cardíaco se hacen maniobras de reanimación para tratar de sacarlo del paro y que siga viviendo. Es, sin embargo, diferente que un paciente haga un paro porque es atropellado por un automóvil y está perdiendo sangre, lo cual es una situación recuperable, a que haga el paro porque su enfermedad lo llevó a una situación terminal por un cáncer avanzado u otra enfermedad crónica y terminal. Es decir, toda muerte es por paro cardíaco; si este se genera por una patología recuperable se hace la reanimación cardíaca, y si es fruto de una enfermedad terminal no se hace nada desde el punto de vista médico.
La intención, clave
La eutanasia puede ser activa o pasiva, la primera es una acción por medio de la cual termino con la vida del paciente como puede ser con una sobredosis de narcóticos, y la pasiva es cuando pudiendo hacer algo para salvar al paciente no lo hago. Esta omisión es diferente a no actuar cuando le enfermedad es terminal como mencionaba en el párrafo anterior. El término de eutanasia pasiva es confuso y no recomendable de usar. En esto juega un papel importante la intención con que se omite la acción de reanimar: si se hace para que el paciente se muera es eutanasia, si se hace porque la enfermedad llegó a su final y no hay intención de matar al paciente es una buena acción médica (confróntese la definición de eutanasia del primer párrafo).
¿Cómo saber cuándo hay que reanimar a un paciente, continuar con una quimioterapia o realizar una intervención quirúrgica? El criterio es el de utilidad y proporción. Utilidad es claro de comprender: que la acción traiga beneficio; la proporcionalidad es que haya proporción entre la acción que se realiza o se va a realizar y las molestias que traen para el paciente y para su familia, pues el tratamiento no puede ser peor que la enfermedad. El médico debe abstenerse de realizar acciones inútiles y desproporcionadas.
Distanasia y ortotanasia
[mks_pullquote align=»left» width=»300″ size=»24″ bg_color=»#1e73be» txt_color=»#ffffff»]La eutanasia es siempre una mala práctica médica. Y los jueces no tienen potestad para señalar que son los médicos los que deben convertirse en verdugos de sus pacientes.[/mks_pullquote] La distanasia (dis-thanatos) es etimológicamente muerte difícil, es aplicar y someter al paciente a tratamientos inútiles y desproporcionados. Es una mala práctica médica. Se le denomina también encarnizamiento, ensañamiento u obstinación terapéutica. Decía el Papa Juan Pablo II: “un exasperado ensañamiento terapéutico, incluso con las mejores intenciones, además de ser inútil, no respetaría en definitiva plenamente al enfermo, que ha llegado ya a un estado terminal”.
La ortotanasia (ortho-thanatos) es la manera recta y correcta de morir, sin dolor, asfixia (disnea), sed ni angustias, acompañado de los seres queridos y preferiblemente en la casa. Cuando la medicina no puede curar tiene el deber de cuidar, y ese cuidado son los cuidados paliativos, en los cuales se busca lo mejor para el paciente y para su familia. Hay cinco cosas que no se le pueden suspender al paciente en estado terminal: analgésicos, oxígeno si lo necesita, alimentación, hidratación y tranquilizantes.
En cambio, la eutanasia es siempre una mala práctica médica, es no respetar la vida, la cual se nos da y debemos cuidarla, pues no somos dueños de ella. La vida ha sido respetada siempre y en todos los lugares, y la profesión médica busca fundamentalmente preservar la vida; el médico ni los jueces son dueños de la vida, y estos últimos no tienen potestad para señalar que son los médicos los que deben convertirse en verdugos de sus pacientes. Matar nunca es digno.
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