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Un tribunal de Sicilia condenó la semana pasada a un sacerdote a cuatro años y medio de prisión por violencia sexual y tentativa de violencia sexual contra tres menores. También responsabilizó a su diócesis, Piazza Armerina en Sicilia, por daños civiles y honorarios legales, un fallo significativo dada la influencia que ejerce la Iglesia Católica en todos los aspectos de la sociedad italiana, especialmente en los pueblos pequeños de Sicilia.
El obispo de Piazza Armeria, Rosario Gisana, fue grabado admitiendo haber encubierto al sacerdote, el Rev. Giuseppe Rugolo. Además, en la grabación dicie que había encubierto a otro sacerdote que había hecho cosas mucho peores y describiendo las acciones de Rugolo como meras “estupideces” de un hombre joven.
La víctima Antonio Messina contó su historia en el lanzamiento del podcast sobre su caso el lunes, diciendo que era su deber hablar después de haber sido “traicionado” por su iglesia.
“Después de la violencia y el abuso que sufrí, hubo otro abuso que recibí del obispo de la diócesis al no ser creído”, dijo Messina.
En una de las grabaciones que surgieron durante el juicio a puerta cerrada, el obispo aparentemente se jactaba de tener el apoyo del Papa Francisco porque le había hecho un favor a Francisco.
El Papa, que visitó la diócesis de Gisana durante un viaje de un día a Sicilia en 2018, claramente aprecia al obispo. Así lo dijo públicamente en la víspera de los alegatos finales programados por los fiscales.
“Este obispo es genial. Fue perseguido y calumniado, pero ha sido firme, siempre correcto, un hombre correcto”.
– Papa Francisco en referencia a Mons. Gisana, 6 de noviembre de 2023, víspera de alegatos finales de la Fiscalía.
La iglesia archivó el caso internamente por un tecnicismo porque Rugolo era seminarista en el momento en que comenzaron los abusos. Las leyes internas del Vaticano en ese momento sólo exigían sanciones canónicas contra los sacerdotes que abusaban de niños, no contra los seminaristas.
El escándalo en Italia se ha mantenido relativamente discreto, a diferencia de otros países donde la jerarquía ha tenido que responder a la creciente indignación pública, fiscales agresivos y litigantes civiles. Sin embargo, parece que esto está comenzando a cambiar lentamente, con una mayor cobertura de los medios.
La abogada Elianna Parasaliti, quien representó a Messina, acogió con beneplácito la atención de los medios, diciendo que ella, Messina y los reporteros que cubrieron el caso fueron amenazados, demandados y, en algunos casos, seguidos por la policía durante el juicio.
La diócesis de Sicilia rechazó la cobertura mediática del juicio y señaló que el sacerdote había sido condenado por cargos menores en el caso de Messina. Dijo que no era responsable como resultado de las acciones de Gisana o de su predecesor, sino simplemente porque era responsable de las acciones de uno de sus sacerdotes. Se planean apelaciones y, en Italia, las sentencias no se consideran definitivas hasta que se agotan todas las apelaciones.
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