Casualmente dos exministros de Defensa, que son los actuales candidatos a la vicepresidencia de Colombia por los partidos de centro derecha, Marta Lucía Ramírez y Juan Carlos Pinzón, presentaron sus posiciones en relación con el derecho de los niños a ser adoptados por un padre y una madre, así como sobre la naturaleza del matrimonio en relación con las exigencias de la comunidad LGTBI, en el debate realizado el pasado lunes por Vicky Dávila en La W.
La primera en hablar fue Marta Lucía Ramírez, quien se identificó como católica antes de expresar su aprobación a la institucionalización jurídica de las parejas homosexuales desde el punto de vista patrimonial (algo que la Iglesia Católica rechaza, como se puede ver en este documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre el punto).
Sin embargo, defendió la importancia que tiene para el desarrollo de los niños la complementariedad sexual de sus padres, de quiénes recibir «la impronta» de un hombre y una mujer en su medio familiar. Solo aceptaría que fueran adoptados por estas parejas en caso de que no hubiera parejas heterosexuales dispuestas a hacerlo. Finalmente, anunció que en todo caso no buscaría cambiar lo decidido por la Corte Constitucional (que ya introdujo tanto el matrimonio como la adopción, eliminando la necesidad de complementariedad sexual).
A pesar de que ninguno de los cinco candidatos defendió una posición conservadora en relación con la homosexualización del derecho de familia, al menos Marta Lucía fue la única que intentó argumentar en defensa el derecho de los niños a tener un padre y una madre, y de la prelación que deben tener la necesidades de los niños por encima de los proyectos personales de los adultos.
Como era de esperarse, su posición recibió de forma inmediata fuego de artillería de la candidata verde Claudia López, quien la trató de discriminadora, comparando su posición en este tema como si estuviera reviviendo el debate sobre la esclavitud. Por su parte, Ángela Robledo, la fórmula de Gustavo Petro, le reclamó a Marta Lucía por la alianza de su coalición con Ordóñez, lo que la haría a ella también perseguidora de homosexuales.
La posición más decepcionante, sin embargo, fue la de Juan Carlos Pinzón, fórmula presidencial de Vargas Lleras, quien ha intentado presentarse como candidato de centro derecha y conservador en temas sociales, como estrategia de campaña para disputarle al Centro Democrático una parte del voto religioso.
Pinzón también invocó su catolicismo para rechazar toda forma de discriminación, y luego trató de hacer un cantinflesco contraste entre ley y religión al afirmar: «ahí si que desde el punto de vista religioso, lo digo por un momento, que ante los ojos de Dios todos somos iguales, pero ante la ley y la justicia, como hombre de Estado, todos los ciudadanos somos iguales». ¿O sea?
Luego dijo que con su esposa enseñaba a sus hijos los valores a los cuales están aferrados y «altamente afiliados», que frente sus amigos también dan opiniones relacionadas con esos valores y principios, sin explicar nunca cuáles eran ni tratar de argumentar en su defensa, con seguridad para evitar recibir el fuego de artillería de las mujeres pro LGTBI que lo rodeaban.
Así que concluyó diciendo, para mayor «claridad», que para él era importante que los funcionarios públicos actuaran inspirados por valores y principios, nuevamente sin decir cuáles son en relación con este tema, pero que en todo caso lo funcionarios deben hacer siempre lo que diga la Corte Constitucional (¿en especial cuando da órdenes que precisamente niegan esos valores y principios?).
Que los funcionarios públicos estén dispuestos a actuar con tanta facilidad en contra de los principios y valores morales que dicen profesar, no es precisamente la mejor carta de presentación frente a un electorado, ni algo de lo cual sentir mucho orgullo. Basta repasar un poco de historia europea reciente, para ver cómo suelen terminar de mal este tipo de personajes y las tragedias de las que pueden llegar a ser unos muy eficaces cómplices.
Así que en el duelo entre los exministros de Defensa de la centro derecha, al lado del «cabo» Pinzón, Marta Lucía Ramírez terminó siendo un verdadero General.