Aquí puedes apreciar la galería fotográfica:
- Fotografías Bogotá: Andrés Castro.
- Fotografías Villavicencio: Andrés Ortiz.
Cuando pensamos en lo que significa una marcha, las primeras imágenes que se nos vienen a la cabeza son desorden, protesta y, posiblemente, disturbios. Eso suele ser cierto para la mayoría de las marchas que tienen lugar en diversos puntos de la geografía nacional y especialmente para las que terminan en la Plaza de Bolívar.
La Marcha por la Vida que completó su XIII edición, es la antítesis de esto; lo cual resulta esperanzador, teniendo en cuenta que participamos cerca de medio millón de colombianos en 62 ciudades del país (incluyendo Bucaramanga, donde se realizará este sábado 11 de mayo). Su principal motivación ha sido, principalmente, acabar con la cultura de la muerte en el vientre materno que se enquistó en el país desde la Sentencia C-355 de 2006 de la Corte Constitucional, que este viernes ajusta 13 años.
Lo primero que impacta de esta Marcha es la alegría que se respira, sinónimo de una sociedad que no se quiere dejar vencer por la cultura de la muerte. Adicionalmente, y de manera particular en esta edición, hubo muchos jóvenes presentes, lo cual desvirtúa encuestas que permanentemente señalan un gran apoyo al aborto por parte de la juventud. Estos no identifican el aborto como un camino de alegría ni de libertad.
#ElijoLas2Vidas:
“Porque queremos defender la vida del bebé y la de la mamá; y la de todas las personas, durante todo su proceso de desarrollo y expresión, desde la concepción hasta la muerte natural.
Le pedimos a la Corte Constitucional que anule la Sentencia SU-096, porque promueve la destrucción de nuestro futuro, de nuestros bebés por nacer. No es justo que un niño con discapacidad sea condenado al aborto”.
¡Sí a la Vida, No al aborto!
–JESÚS MAGAÑA, CIUDADANOS POR LA VIDA.
Pocos eventos públicos por un tema hoy de política pública, como la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, convocan a familias como la Marcha por la Vida. Al lado de grupos religiosos y pastorales, encontré un sin número de familias, no solo padres con sus hijos en coche, también abuelas y nietos, tíos y sobrinos, muchos niños con las caras pintadas y contentos de estar presentes, porque en su candidez un niño nunca está a favor de algo que dañe (y en este caso asesine) a otra persona, y menos a un niño.
Después de un recorrido de poco más de un kilómetro entre el Parque Nacional y la Plaza de Bolívar, con banderas y pañoletas azules, símbolos de la Ola Celeste en defensa de la vida que se inició en Argentina en 2018 y se ha extendido por todo el continente, la movilización concluyó con breves intervenciones de los organizadores de la Marcha, la plataforma Unidos por la Vida, así como de Obispos de la Iglesia Católica, pastores evangélicos y políticos que la apoyaron. También participaron grupos artísticos que “retuvieron” a los que, a pesar del normal cansancio de más de dos horas de caminata, no querían perderse esta fiesta hasta el final.
Y como parece ya predecible en las manifestaciones públicas en defensa de la vida, hacia el final de la Marcha aparecieron por un costado de la Plaza de Bolívar un grupo no superior a 12 jóvenes con pañoleta verde (que simboliza a los que están a favor del aborto en todos los casos sin excepción) para tratar de continuar su contramarcha, que realizaron en otro punto de la ciudad. La Policía Nacional estuvo presente, y tuvieron que irse igual que como llegaron: sin asestar su “golpe mortal” de arengas feministas y repulsivas, sabiendo que en la mayoría de la opinión pública no hay lugar para creer que el aborto sea un derecho y menos que esto favorezca a la mujer.