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La filósofa Luisella Scrosati, cercana a Benedicto XVI ha escrito en la Brújula Cotidina un acertada análisis del escrito del “Tucho” Fernández sobre la participación de activistas homosexuales en el sacramento del bautizo.
Scrosati se refiere a una respuesta reciente dada por el cardenal Fernández,a las preguntas planteadas por el obispo José Negri de Santo Amaro (Brasil), sobre el bautismo de personas trans u homosexuales y sobre permitirles ser padrinos o testigos en bodas.
Según el documento redactado por el cardenal Fernández, que cuenta con la aprobación del Papa, no habría problema en bautizar a estos individuos o involucrarlos en estos roles, siempre y cuando no cause escándalo entre los fieles.
Sin embargo, esta respuesta contradice la doctrina establecida de la Iglesia y el Derecho Canónico. El bautismo solo puede administrarse a adultos que estén dispuestos a profesar su fe y llevar una vida moral. No es simplemente un curso de formación o una formalidad, sino un compromiso serio que requiere un deseo genuino de romper con una vida de pecado.
Los requisitos para los padrinos también se describen claramente en el Derecho Canónico. Deben ser católicos confirmados que hayan recibido la Eucaristía y llevar una vida coherente con su fe. No hay lugar para más interpretaciones. Por otro lado, el papel de un testigo de bodas no necesariamente requiere que sean católicos; su deber es simplemente presenciar el intercambio de votos entre la pareja.
La respuesta a la pregunta sobre dos personas en una relación homoemocional que aparecen como padres de un niño que necesita ser bautizado es ambigua. La respuesta se centra en la educación del niño en la religión católica, en lugar de abordar el tema de los no padres que se presentan como padres. La realidad es que solo los padres biológicos o legales deben ser reconocidos como tales en este contexto.
La respuesta del cardenal Fernández plantea dudas sobre su honestidad intelectual y su capacidad para cumplir su papel de prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe. Su respuesta carece de citas de notas o respuestas anteriores de la Congregación, y convenientemente ignora una respuesta pública de la CDF en 2015 que contradice su postura.
Además, el cardenal Fernández malinterpreta los escritos de Santo Tomás de Aquino y San Agustín para apoyar sus argumentos. Saca sus palabras de contexto y distorsiona sus enseñanzas para que se ajusten a su propia agenda, sin tener en cuenta el verdadero significado de sus textos. “Una vergüenza”, concluye Scrosati.
Fuente:Home – Brujula Cotidiana
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Que recuerde el cardenal que como obispo es responsable de las almas que arrastre con su mal cuidado del rebaño.
Ahora bien, aquí la pregunta más importante es “Pedro, ¿me amas?”.