En medio de los temores por un posible giro de la campaña de Duque hacia posiciones morales más liberales, por su necesidad de buscar los votos de Fajardo, más jóvenes, urbanos y progresistas, se conoció en los últimos días un documento que desarrolla la política de un posible gobierno de Duque en materia de familia.
La cartilla que recibió aportes de varios líderes provida cercanos al Centro Democrático, tiene tres partes: Diagnóstico, Objetivos y Propuestas («Cómo lo haremos»).
Los objetivos son solo dos, concretos y muy pertinentes:
1. Reducir la violencia intrafamiliar en 10% anualmente.
2. Fortalecer el rol social de la familia como base de la protección, la prosperidad y la equidad de los ciudadanos.
Este punto marca una radical diferencia con el programa político de Petro (ver), que ni siquiera tiene un apartado de políticas públicas de familia (al menos en su página web), sino que tiene propuestas dirigidas a los miembros de la familia asumidos como sectores aislados (mujeres, niños, jóvenes, adultos mayores, discapacidad, indígenas, LGTBI, excluidos).
La sóla presentación del programa evidencia la distancia que existe entre las visiones políticas y filosóficas sobre la familia que tienen los dos líderes políticos, para Duque la familia es un actor social importante, una institución que requiere el reconocimiento, la protección y la promoción del Estado.
En el caso de Petro, por el contrario, no existe un reconocimiento a la familia como institución y en su lugar se pretende establecer una relación directa entre el Estado y el individuo, fiel a la inspiración marxista del candidato.
Este aspecto es de relevancia para la Doctrina Social de la Iglesia, pues uno de los principios fundamentales que la inspiran es el de Subsidiariedad.
El principio de subsidiariedad
Como se explica en Catholic.net, «la sociedad, y más específicamente el Estado, deben reconocer que la familia es ´una sociedad que goza de un derecho propio y primordial y, por tanto, con respecto a la familia están obligados a atenerse al principio de subsidiariedad´».
«Las comunidades superiores deben ayudar la iniciativa particular de cuantos se desenvuelven bajo su autoridad, sin destruirlos ni absorberlos… En virtud de tal principio, el Estado no puede ni debe sustraer de las familias aquellas funciones que éstas pueden desarrollar bien por sí mismas, ya sean solas o asociadas libremente. El Estado debe más bien favorecer positivamente y solicitar al máximo la iniciativa responsable de las familias».
Por el contrario, Petro es de la visión que lo justo es que el Estado absorba las instituciones intermedias para asumir directamente sus funciones, como lo demostró con su oposición al modelo de colegios en concesión a pesar de que fueron académica y socialmente exitosos (ver, ver y ver). Posición similar a la que mantuvo en algún debate en el Congreso de la República sobre adopción, en relación con las casas de adopción privadas, que a pesar de que han prestado un servicio socialmente valorado por la comunidad, Petro aseguraba que debían acabarse para ser reemplazadas por centros administrados por el Estado.
Políticas de familia marxistas
El marxismo no sólo ha visto la familia como una institución insignificante políticamente, sino peor aún, como una amenaza, un obstáculo para la revolución que debe ser efectivamente combatido.
Como explica muy bien Simone de Beauvoir en el libro Conversaciones con Simone de Beauvoir, 1972/1982, «abolir el capitalismo no significa la abolición de la tradición patriarcal mientras se conserve la familla. Yo no creo solamente que se deba abolir el capitalismo y cambiar los medios de producción. También hace falta un cambio en la estructura familiar. Y eso no sucedió ni siquiera en China. Insisto en que hay que abolir la familia y reemplazarla por formas nuevas».
Esa promoción de «formas nuevas» fue precisamente la que inspiró la administración de Gustavo Petro, que quedó reflejada en su Política Pública para las Familias de Bogotá 2011 – 2025, cuando se propone «El reconocimiento abierto y público de la diversidad de las familias y el respeto por las distintas opciones de conformación de las mismas, de manera que aquellas formas de discriminación presentes hoy en la sociedad, puedan ir desapareciendo» (ver).
Política de Familia de Duque: compatible con la Doctrina Social de la Iglesia
El programa de Duque no sólo reconoce explícitamente el principio de subsidiariedad en las relaciones entre el Estado y la Familia, sino que propone desarrollar la Política de [Protección Integral a la] Familia (Ley 1361 de 2009), haciendo visible el papel de la familia en la reconciliación (Política de Paz), así como el de las asociaciones de familia en las políticas del sector, promoción de la estabilidad matrimonial, autonomía educativa de los padres de familia frente al adoctrinamiento de las ideologías (de género, marxista, progresista, etc.), fortalecimiento de las escuelas para padres, educación sexual con valores familiares y apoyo para proyecto de vida para adolescentes con embarazos inesperados.
El documento completo puede verse aquí:
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Imagen: Al Jazeera