Actualidad Fe

¿Dios puede ser ‘objeto’ de estudio?

¿Dios puede ser ‘objeto’ de estudio?
Escrito por Padre Henry Vargas

La razón nos puede llevar por el camino correcto y nos acerca a Dios, pero la razón tiene un límite; por esto necesitamos también la fe.

A lo largo de la historia el ser humano, por medio de actitudes y acciones, ha evidenciado un interés, una inquietud o una necesidad de buscar a Dios, encontrarlo y relacionarse con Él. Esta inquietud humana es tan universal que justamente puede catalogar al hombre como un ser religioso a pesar de que dichas actitudes y acciones (ritos), sin la debida participación o interacción de Dios, son maneras humanamente ambiguas, precarias, insuficientes, imperfectas, e incluso, erróneas.

El ser humano en virtud de su naturaleza, es decir por vocación, es el único ser de la creación que, al ser religioso, que aspira a Dios; esto lo atestiguan las diferentes culturas desde las épocas más remotas que conciben la existencia de un ser superior y, en consecuencia, aceptan la realidad de un estado existencial más allá de la temporalidad.

“El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar” (Catecismo, 27). Bien lo expresó también San Agustín: “…Porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti” (San Agustín, Confesiones, 1, 1, 1).

“El hombre: Con su apertura a la verdad y a la belleza, con su sentido del bien moral, con su libertad y la voz de su conciencia, con su aspiración al infinito y a la dicha, el hombre se interroga sobre la existencia de Dios. En todo esto se perciben signos de su alma espiritual. La “semilla de eternidad que lleva en sí, al ser irreductible a la sola materia” (GS 18, 1; cf. 14, 2), su alma, no puede tener origen más que en Dios” (Catecismo, 33). En consecuencia, el ser humano, que cree que viene de Dios y va a una eternidad para estar con Él,  no vive una vida plenamente humana si no tiene en cuenta su vínculo con Dios que debe asumir desde la verdad.

“Pero para que el hombre pueda entrar en la intimidad de Él (Dios) ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en la fe esa revelación” (Catecismo, 35). Y Dios se revela en Jesucristo quién es LA VERDAD (Jn 14, 6).

Sí. Dios se revela al hombre, en su hijo Jesucristo hecho persona. Bien dice Jesús: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9). Y nadie va al padre Dios, nadie conoce al único Dios vivo y verdadero sino a través de su divino hijo (Jn 14, 6). Y Jesucristo confirma ser el hijo de Dios (Jn 3, 16). “Yo y mi Padre, somos una misa cosa” (Jn 10, 30). Jesús es el Emmanuel, Dios con nosotros (Mt 1, 23).

Los apóstoles así lo confirman: “Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, el Padre siempre misericordioso, el Dios del que viene todo consuelo” (2 Co 1, 3). Y San Pedro reconoce que Jesucristo es Dios y Salvador (2 Pe 1, 1). De manera, pues, que Jesús es el rostro o la imagen visible del Dios invisible (Col 1, 15).  Y “la Iglesia confiesa así que Jesús es inseparablemente verdadero Dios y verdadero hombre. Él es verdaderamente el Hijo de Dios que se ha hecho hombre, nuestro hermano, y eso sin dejar de ser Dios, nuestro Señor” (Catecismo, 469).

El hombre tiene la posibilidad de indagar y/o de investigar. Y esta capacidad humana no desaparece cuando se trata de temas de Dios y sobre Dios mismo; todo lo contrario, las preguntas brotan aun más con mayor espontaneidad y naturalidad. Pero no falta quien de manera subjetiva y basándose en falacias (argumentos sin peso), quiera intencionalmente “cerrar” sus ojos y todo su ser para no “ver” a Dios y, en consecuencia, negarlo; mas no por esto Dios deja de existir. Ya sabemos que durante nuestra noche el sol sigue brillando con el mismo esplendor y fuerza aunque no se vea.

El ser humano puede acceder a Dios o caminar hacia Él, y “verlo” realmente en Jesucristo; pero una cosa es esto y otra muy distinta es estudiar a Dios; esto es imposible. Dios no es objeto de estudio, y no lo es porque Él es inalcanzable; el ser humano sólo puede estudiar lo que alcanza. Es, pues, imposible describir a Dios con nuestro limitado vocabulario o encerrarlo en nuestras cabezas con nuestros parámetros.

A nosotros los humanos nos resulta imposible analizar a Dios, aun más, en su misterio trinitario, aunque la fe en Dios Trinidad nace de la verdad revelada. Pero Dios quiere que conozcamos la verdad que nos hace libres (Jn 8, 32) y que descubriendo en Él el sentido último de nuestra existencia, podamos con Él gestionar nuestra vida sin equivocarnos.

Creer en Dios es pues viable, razonable, porque la inteligencia, de alguna manera, nos dirige hacia Él; es razonable tener fe, aunque la fe sea metaracional. Esto quiere decir que la fe está más allá de la razón. Que la fe sea metaracional significa simplemente que el misterio de Dios supera ampliamente la capacidad del hombre de comprenderlo en su totalidad. Pero el hecho que la fe sea metaracional no significa que sea irracional. ¿Qué es irracional? Algo contrario a la razón.

Pero el creyente reconocerá que la capacidad de la razón es limitada (1 Co 13, 9-13; 2 Co 5, 6-7). El cristiano sabe que, por medio de la sola razón, no es suficiente para llegar a Dios, pero lo poco que se comprende desde la razón ya es algo para señalar a Dios y avanzar hacia Él, e introducirnos en las verdades fundamentales y en el significado de la vida.

La razón nos puede llevar por el camino correcto y nos acerca a Dios, pero la razón tiene un límite; por esto necesitamos también la fe. Dice el Papa Juan Pablo II que la fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad.

La Iglesia demuestra cómo entre la ciencia y la verdadera fe no puede haber conflicto alguno, porque ambas, aunque por caminos distintos, tienden a la verdad, y tienen en Dios un mismo origen. De manera que el intelecto y la fe no son de ninguna manera enemigos o rivales; todo lo contrario, ambos son mutuamente necesarios y condición indispensable para comprender el sentido de la Revelación de Dios y para recibir su mensaje auténtico, acercándonos al umbral del misterio.

De aquí que la fe en Cristo Jesús ofrezca certezas (Jn 3, 31-33); la fe es “garantía de lo que se espera; (es) la prueba de las realidades que no se ven” (Hb 11, 1-2).

Y el cristiano no se debe desanimar cuando le asalten las dudas, pues con la ayuda de Dios (Mc 9, 24) y de la Iglesia esas dudas serán una oportunidad para profundizar aun más en la fe, vivirla mejor y asumir responsablemente diversos aspectos de la vida humana y cristiana.

San Agustín, junto a muchos otros teólogos, es testigo de una fe que tiene en cuenta la razón; es más, la fe es fruto de un pensamiento e invita a pensar más para creer más y mejor. San Agustín decía: “Comprende para creer y cree para comprender”. La fe además se ejercita y crece con la razón. A partir de una fe sólida y correctamente fundamentada buscamos comprender un poquito mejor a Dios.

Ahora bien, nadie puede construir su fe personal solamente en un diálogo privado con Dios, porque la fe nos ha sido dada por Él a través de una comunidad de creyentes que es la Iglesia. Dicho de otra manera, tu fe es verdaderamente personal y correcta, solo si es a la vez comunitaria: tú puedes decir “yo tengo mi fe”, pero con la condición de que dicha fe esté insertada  en nuestra fe como Iglesia.

Antes se ha dicho que la fe nos llega y se vive dentro de la Iglesia, y ella hace teología, y nosotros con ella debemos hacer también teología. El término teología proviene de las palabras griegas (theos) Dios y (logo) tratado. Dios nos ha dado una inteligencia para acercarnos a Él, porque el ser humano es un buscador de verdad de la verdad. Hay que pensar en Dios, aunque Él es infinitamente más de lo que podamos pensar de Él. Pero pensar en Dios no es estudiar a Dios. Pensar en Dios, y desde la verdad de Jesús, es algo que podemos y debemos hacer, aunque nuestras reflexiones sean una muy pequeña, tímida, incipiente, pobre y limitada aproximación.

Y la teología es el tratado de Dios o la ciencia sobre Dios en relación con la creación y, más específicamente, con el ser humano. La teología se enfoca en la relación especial de Dios con la humanidad. ¿Por qué es importante la teología en la Iglesia?

1.- La teología parte de la biblia. Pero también la teología tiene en cuenta la tradición y el magisterio de la Iglesia. De aquí brotan las enseñanzas de los Concilios Ecuménicos,  de los santos y de los Padres de la Iglesia. Todo esto con la finalidad de fundamentar la fe cristiana y darle los medios para vivirla, desarrollarla y comunicarla.

2.- La teología estructura la doctrina y guía la fe: La teología proporciona una compresión de la doctrina de la Iglesia.  Esto con el objetivo general de responder a los desafíos que la humanidad tiene que enfrentar.

3.- La teología forma a los líderes que dirigirán la Iglesia. La teología es fundamental en la formación de sacerdotes y religiosos; pero no solo, la teología también forma laicos para que sean líderes pastorales. Los unos y los otros mediante la teología son equipados de los elementos indispensables para servir a la comunidad eclesial y así a la comunidad humana.

4.- La teología busca explicar y defender el mensaje de Jesucristo: La teología proporciona argumentos sólidos para sustentar la fe y para promocionar la adecuada comprensión de la misma.  De esta manera los cristianos, a su vez, tienen los medios para vivir y defender su fe en un mundo pluralista y secularizado.

5.- La teología pretende un dialogo con el mundo: Con la teología la Iglesia tiene las bases y las motivaciones para entablar un diálogo constante con las culturas, con la cultura, la ciencia y las religiones. La Iglesia con este dialogo, que en la mayoría de las veces es pedido por ella, está llamada a hablar la verdad, es decir, a ser luz del mundo.

6.- La teología genera una espiritualidad en acción: La teología, para que sea auténtica, se tiene que reflejar en hechos. La teología inspira una espiritualidad viva y dinámica, llamando a los cristianos fieles a vivir su fe en acción. La fe se pone en acción mediante la instauración del reino de Dios; por lo cual la Iglesia evangeliza, promociona el desarrollo humano.

7.- La teología busca la justicia: La Iglesia, a través de la teología, busca la justicia en todos los aspectos de la vida humana. La Iglesia quiere que se haga lo justo, lo correcto y conveniente en las cuestiones éticas y morales hasta la promoción del bien común y la paz.

P. Henry Vargas Holguín.

Leave a Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.