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Cruceños y armenios

Cruceños y armenios
Escrito por Gabriel Pinedo

Cruceños y armenios viven un sufrimiento similar. En Santa Cruz y en Alto Karabaj, la amenaza es inminente. Aquí un intento de análisis.

Resulta curioso ver cómo en la realidad se presentan situaciones paralelas en unos y otros rincones del planeta que, si bien no son exactamente iguales, sí resultan parecidas en aspectos importantes. Tal es el caso de la región boliviana de Santa Cruz y Armenia, o más específicamente, Santa Cruz y los armenios del Alto Karabaj, casos en los que podemos hablar una invasión feroz suscitada impunemente contra una población determinada.

¿Qué sucede en el Alto Karabaj? Esta es una región enclavada en la república de Azerbaiyán, que alberga a una enorme población de armenios, es decir, gente de un país vecino. La población armenia del Alto Karabaj ha sido desplazada por ocupantes amenazadores: los musulmanes radicales que habitan Azerbaiyán.

No todos los musulmanes de Azerbaiyán son radicales o antiarmenios, valga la aclaración, pero sí numerosos individuos que conforman grupos violentos al servicio de cierta rama del islam. Muchos azeríes, tan empeñados en ejercer una limpieza étnica contra los armenios, en su mayoría cristianos, lograron que estos huyan hacia el vecino país, aquel que no es su hogar propiamente dicho, pero del que fueron separados históricamente por motivos injustos, y que al día de hoy conserva la misma cultura de aquellos refugiados.

Si bien no se podría decir que la mayoría de los armenios huyeron del Alto Karabaj por violencia ejercida efectivamente, sí que sucedió por una clara y contundente amenaza de violencia. Para evitar una limpieza étnica o guerra civil, los armenios decidieron abandonar en masa el Alto Karabaj desde fines de septiembre y siguiendo el mes de octubre.

¿Qué pasa en Santa Cruz? Los cruceños todavía no hemos sido desplazados de nuestro hogar, o al menos no explícitamente, y a diferencia de los armenios del Alto Karabaj, no vivimos dentro de un enclave de otro país, sino en nuestro propio país, que es Bolivia. Eso sí, habitamos la región de tierras bajas, que cuenta con ciertas particularidades que la distinguen del occidente montañoso. No tenemos a dónde ir, salvo que consideremos a Paraguay como nuestro origen histórico y nos tomamos muy en serio esto de que Ñuflo de Chaves y otros paraguayos emigraron de Asunción para poblar estas tierras.

Sin embargo, existe una invasión que se suscita lentamente: los más pícaros o alaracos prefieren hablar de ‘invasión colla’; otros, más cautelosos, prefieren hablar de ‘invasión masista’. Masista o no masista, colla o no colla, todo aquel que pise estas tierras de manera ilegítima e ilegal, se convierte en enemigo de Santa Cruz, así como el cruceño que vaya a otros lados a amenazar y violentar se convierte en enemigo de otros lares.

Roban nuestros terrenos, amenazan a nuestras familias, desplazan a nuestros indígenas, queman nuestros bosques, destruyen nuestros parques, disparan a quien se les oponga, secuestran periodistas… todo apunta a que existe una invasión en Santa Cruz. En nuestro caso, se trata de una invasión no legitimada por un país extranjero, como en el caso de Azerbaiyán, sino del propio país del que somos parte, como lo es Bolivia. O más apropiadamente hablando, por aquellos elementos burocráticos del Estado que facilitan y alientan la invasión de Santa Cruz.

Cierto es que el Alto Karabaj constituye formalmente una región disputada, que en los papeles algunos reconocen que pertenecía todo este tiempo a Azerbaiyán; otros, que era de Armenia; y otros, que era una república independiente. A pesar de eso, enclave o no enclave, independiente o no independiente, la región del Alto Karabaj se parece mucho a la de Santa Cruz en tanto y en cuanto comparte su sufrimiento.

Así las cosas, no sería de extrañarse que los cruceños tuviéramos que vernos forzados a refugiarnos en países vecinos para mantenernos a salvo, tal cual lo hicieron los armenios del Alto Karabaj. Sea o no sea limpieza étnica la intención de nuestros colonos bolivianos, lo cierto es que existe una guerra no declarada contra Santa Cruz.

Esta guerra no la llevan a cabo todos los que habitan otros departamentos, pues tenemos migrantes collas muy honestos y que contribuyeron mucho al progreso de esta tierra. Quienes la ejecutan son, tal vez no todo el partido, tal vez no todo el gobierno, pero sí aquellos individuos y grupos que vienen a esta tierra a quemar y avasallar.

¿Refugiarse? Ya lo hicieron los pandinos en 2008, luego de los trágicos sucesos del 11 de septiembre. Muchos tuvieron que huir de Pando hacia el Brasil para refugiarse de los colonos violentos, que amenazaban con destruir su estilo de vida. No sé si ya haya pasado con el Beni en menor o mayor escala, pero lo cierto es que los cambas venimos sufriendo una seria discriminación negativa que vale la pena analizar para definir nuestro futuro.

¿Revisar nuestra relación con el Estado boliviano? No soy partidario de la independencia ni comparto los principios de la ideología con la que suelen sustentar algunas propuestas de autonomía radical para Santa Cruz. Sin embargo, es un hecho que, cuando el hogar se pone tenso, no resulta obligatorio quedarse a vivir ahí. Sea Estado asociado o república independiente, Santa Cruz tiene que replantearse su destino si quiere sobrevivir.

Pero ¿por qué apresurarnos? ¿Que acaso no se vienen las elecciones de 2025? Sí, claro, como si confiar en los políticos fuera lo más sensato ahora. Ya lo decía Nicolás Gómez Dávila: “El hombre madura cuando deja de creer que la política la resuelve sus problemas”.

Vano es poner nuestras esperanzas en nuestra débil y ambiciosa oposición, que no se pone de acuerdo para decidir quién va a hacerle frente al partido dominante. Cambas y no cambas, cruceños y no cruceños, todavía no saben cómo hacerle frente al Movimiento Al Socialismo (MAS), y algunos hechos parecen indicar que los progresistas (masistas light) van a ser los oponentes del MAS en las próximas elecciones.

¿Y los auxilios divinos? ¿No funcionarían de nuevo acaso, como en 2019, cuando muchos cruceños decidieron rezar y arrepentirse, y como regalo, obtuvieron aquella renuncia presidencial que nadie se esperaba? No sé si podamos llegar al mismo nivel de fervor religioso que en esos momentos. Ojalá que sí.

De todos modos, hasta el mismísimo Señor Jesucristo tuvo que huir de Belén hacia Egipto, en brazos de su madre y protegido por su padre, para refugiarse de la feroz persecución llevada a cabo por Herodes. Hay circunstancias que condicionan la mejor estrategia para responder a la crisis del momento, y no es malo plantearse abandonar el terreno, o en otro caso, decidir que ya no le pertenecemos al vecino y constituirnos como Estado aparte.

Sea cual sea la decisión que tomemos, eso no excluye regresar a nuestro hogar si es que la situación mejora. Ya sea volver a ser parte de Bolivia o regresar a tierras cambas desde donde nos hayamos refugiado.

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