En la tarde del 9 de noviembre comenzó el proceso de renovación de la Corte Constitucional, con la elección de la terna que reemplazará al Magistrado Gabriel Eduardo Mendoza, la cual queda ahora en manos del Senado.
Los candidatos elegidos por la Sala Plena del Consejo de Estado señalan lo que podría ser un giro aún más radical de la Corte, reconocida por sus abusos de poder y su activismo «progresista», es decir, anti cristiano.
La primera en la lista es la Magistrada Auxiliar de la Sala Plena Martha Paz, quien exhibe una gran trayectoria académica en universidades colombianas, americanas y europeas, defendiendo posiciones radicales a favor de la ideología de género, la legalización del aborto y la prostitución, y quien actualmente lucha por una regulación vía jurisprudencial de la fertilización artificial, es decir, es favorable a la manipulación embrionaria y la explotación reproductiva. Además, es una convencida animalista, partidaria de poner al ser humano en la misma categoría de los animales irracionales, reconociéndoles a estos últimos «derechos humanos».
Razón + Fe consultó opiniones de juristas que tan tenido la oportunidad de trabajar con ella o conocer de cerca sus actividades académicas, y confirman que a pesar de tener una trayectoria académica llamativa, sus exposiciones jurídicas son mucho menos que impresionantes y parten, más bien, de sus preconceptos morales que del rigor jurídico constitucional.
El segundo candidato, bastante reconocido por cierto, es el profesor de la Universidad de Los Andes Rodolfo Arango. Discípulo de Carlos Gaviria Díaz, de quien fue magistrado auxiliar en la Corte Constitucional, siguió sus pasos en la academia y en la política, de la mano del Polo Democrático, partido en el cual lidera la «tendencia» llamada Polo Igualitario.
Enfático en la promoción del secularismo, califica de abuso «el uso de símbolos religiosos como los crucifijos en oficinas destinadas al servicio público para todos los colombianos, sin distinción de fe» (ver entrevista).
Es la antítesis de Alejandro Ordóñez, ha quien critica ferozmente por promover, en su concepto, una tendencia «fundamentalista, dogmátic[a], pseudoreligios[a]», que considera hace «retroceder» a la democracia (ver entrevista).
Finalmente, el tercer ternado, y tal vez el más opcionado ante los sendores, es Antonio José Lizarazo. Abogado, asesor del Gobierno en las negociaciones con las FARC y miembro del Partido Liberal, exhibe una trayectoria más política que académica, habiendo sido Gobernador de Norte de Santander, Magistrado del Consejo Nacional Electoral y, recientemente, candidato a Registrador Nacional.
Enemigo de las corridas de toros, de las que fue aficionado en un primer momento de su vida, este nortesantandereano ha soñado siempre con terminar su carrera como magistrado de altas cortes (ver entrevista).
Fue seminarista, y allí descubrió su vocación social como él mismo lo relata: «por allá en la época del Seminario Menor de Floridablanca, en donde estudié para ser sacerdote, empecé a pensar seriamente en mi proyecto de vida y me aproximé por primera vez a los temas sociales».
Actualmente es asesor del gobierno en la negociaciones con las FARC es uno de los principales responsables del punto de participación política de los guerrilleros desmovilizados, lo cual lo acerca al gobierno de Santos, pero al mismo tiempo le genera un impedimento para votar cualquier decisión que se someta ante la Corte Constitucional relativa al proceso de paz de La Habana (ver entrevista).
Sin duda, este último candidato sería el mejor reemplazo para la plaza del magistrado costeño Gabriel Eduardo Mendoza, quien, a pesar de ser impredecible en sus posiciones e influenciable por el ala de izquierda radical de la Corte, en especial en temas de familia y de homosexualidad, al menos no partía de visión ideológica contraria a la ética cristiana, y era confiable en su defensa de los que están por nacer.
En ese orden de ideas, Lizarazo tendría a su favor su perfil político, más dado a escuchar y a estar contacto con la realidad social del país que los otros dos candidatos; quienes padecen de una visión intelectual «progresista», que tiende a aislarlos de la realidad y los impulsa a buscar la «modernización» del país a fuerza de sentencias constitucionales.
Recemos para que finalmente sea escogido el nortesantandereano, y para que en las demás ternas clasifiquen algunos candidatos de corte conservador, con la suficiente firmeza y peso intelectual para salvar a la Corte Constitucional de su inevitable auto destrucción, si ésta sigue por la actual senda de abusos jurisprudenciales, orientados a demoler el orden moral natural básico, haciendo muy difícil alcanzar la justicia, el progreso social y la convivencia pacífica
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