Faltando apenas 9 días para la elección presidencial en Estados Unidos, el senado de Estados Unidos acaba de confirmar al tercer juez de la Corte Suprema nominado por el presidente Trump.
Como se había previsto la mayoría republicana hizo valer su número al confirmar por 52 votos a Amy Coney Barret como magistrada vitalicia de la Corte Suprema de Estados Unidos, convirtiéndose en el sexto voto provida y dejando a los abortistas con una minoría de 3 votos.
Barret ocupará la plaza de Ruth Bader Ginsburg, un ícono progresista de EE.UU. quien fue una feroz perseguidora de la libertad religiosa, abanderada del aborto, de la normalización de la homosexualidad y del feminismo radical, quien murió el mes pasado a los 87 años de edad.
¿El fin del aborto legal?
Aunque para muchos es impensable el que la Corte Suprema revoque la sentencia de 1973 que legalizó el aborto a nivel federal, la virulencia con la que el lobby abortista luchó contra la confirmación de esta nueva juez, es un indicio de la preocupación que la industria del aborto tiene con esta posibilidad.
Lo cierto es que durante los últimos años una importante corriente jurídica, política y académica conservadora en los Estados Unidos, viene preparando el terreno para lo que sería la eliminación de la jurisprudencia federal pro aborto, devolviendo las competencias a los estados para que las regulen según las mayorías políticas de cada uno.
En ese orden de ideas es previsible qué estados como Nueva York y California mantengan una legislación ampliamente permisiva de este crimen, mientras que una mayoría de estados provida la restringirian al máximo.
Incluso esto animaría a que en los estados más conservadores se siente un precedente que reconozca la humanidad del ser humano en gestación, desde su primer momento de existencia.
Un precedente que no tendría alcances sólo a nivel local, sino sin duda, a nivel internacional.
La reacción abortista
El partido del aborto, el demócrata, y la industria de los derechos sexuales y reproductivos que prácticamente lo controla, no ha descartado ninguna estrategia para impedir que los bebés en gestación vuelvan a ser protegidos como los seres humanos que son.
Una de las propuestas demócratas que más fuerza ha tomado últimamente consiste en crear nuevas vacantes, con el fin de que un próximo presidente demócrata con un senado del mismo partido, pueda cambiar el balance de la corte.
La última vez que tal la propuesta fue hecha por un presidente norteamericano fue durante la presidencia de Franklin Delano Roosevelt, cuando propuso crear seis nuevas vacantes que el mismo proveería inmediatamente, lo cual le permitirían a sellar el control de ese organismo.
Sin embargo tal propuesta fue rechazada por su mismo partido, que lo considero como una politización descarada de la rama judicial.
En esta ocasión sin embargo, el candidato Joe Biden ha decidido dejar abierta esa posibilidad, enmarcando lo como un retorno al equilibrio, sugiriendo que Donald Trump habría abusado de su poder al confirmar un nuevo magistrado faltando tampoco para las elecciones.
Algo que ya ha sucedido con anterioridad, y que la ley y la constitución permiten con claridad.
Todo queda en manos, finalmente, del resultado electoral del próximo 3 de noviembre. Y si las bases de Trump ya estaban bastante motivadas con su reelección, la materialización de darle un giro provida a las leyes de ese país poner aún más entusiasmo en la próxima cita electoral.