En uno de los momentos claves de la famosa novela Yo soy Betty la Fea, cuando Betty tiene que asumir en público la presentación de la nueva colección de Ecomoda, tiene una crisis de inseguridad de la que la rescata Armando, con un sincero reconocimiento de sus capacidades, animándola a no dejar pasar su merecido momento de éxito.
En una sociedad dominada por la corrección política y el lenguaje feminista, 20 años después de la emisión original de la novela, llama la atención la «herejía de género» del protagonista al llamar a Betty «presidente» y no «presidenta».
El uso de las palabras, algo que parece ser secundario y superficial, gracias al activismo feminista se ha convertido en un campo de batalla en el cual pueden demostrar su capacidad de control social.
Ideología de género y el control del lenguaje
Este episodio trivial de la novela, en el que se hace un sincero reconocimiento no sólo al personaje sino a muchas mujeres que pasan por situaciones similares, muestran lo hueco, y a la vez peligroso y dictatorial, de las pretensiones de la ideología género por controlar el lenguaje con la excusa del «progreso de las mujeres».
El respeto y reconocimiento a las mujeres es el resultado de las virtudes éticas de la sociedad, que es la cultura cristiana, con su veneración por la Virgen María, ha promovido mejor que ninguna otra en la historia universal.
En cambio, la pretensión del control de lenguaje es parte de la estrategia de control ideológico por cuenta del humanismo ateo, que en nada beneficia a las mujeres y en cambio sí representa una gran amenaza para las libertades y el progreso ético de la sociedad.
Betty la fea sin perspectiva de género: Armando le dice a Betty que salga y le demuestre al público «por que es nuestro Presidente».
— Razón + Fe (@razonmasfe) August 29, 2019
Para reconocer las capacidades de las mujeres, no es necesario meterle la «A» a todos los cargos de responsabilidad. ¡Buena esa Armando! pic.twitter.com/o2Tl00mTYQ