Lic. Ciencias Religiosas UPB
Coordinador Académico Colegio Cumbres Medellín
Miembro del Regnum Christi
El escritor británico Gilbert K. Chesterton, conocido por sus argumentos geniales en defensa de la fe católica, refuta a quienes sostienen que la religión abruma y aflige a los hombres, observando que los únicos países de Europa en los que todavía se canta y se baila son aquellos donde aún es fuerte la influencia de la Iglesia Católica.
En contra de Chesterton están quienes sostienen que el cristianismo encarna una mentalidad atrasada, que nos devuelve a las eras de oscuridad y opresión. Intentan usar como argumentos frases amañadas, situaciones del pasado, periodos de la historia arrancados de tajo de su contexto general original y primigenio.
A muchos los motiva un odio visceral hacia los pastores de la Iglesia, un fanatismo anticlerical que les lleva a concluir que hacen mucho bien atacando a quienes sirven en la Iglesia desde un puesto de autoridad. Con frecuencia llamando «rigurosidad informativa» a lo que pasa de ser una marrulla conveniente y sagaz.
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Y se aprovechan de su poder para llegar a los grandes públicos que leen ávidos las noticias de cada día. Claro, con palabrería disfrazada de rigor se engaña fácil, y –hay que decirlo- entre nosotros no hay mucha formación doctrinal, lo que facilita el engaño por cuenta de dos o tres datos verdaderos, junto a dos o tres frases sacadas de contexto y amañadas, para crear una acusación que parece contundente. Al fin y al cabo no hay peores mentiras que las medias verdades.
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Uno de esos artículos publicado en un diario de circulación nacional hizo un lance contra una persona en particular: el Arzobispo de Medellín. Se trata de un reencauche de otro disparo anterior: hace unos años, el mismo periodista ya había dicho más o menos lo mismo, atacando la supuesta «falta de pobreza» del arzobispo de Medellín, frente a la austera pobreza de Francisco.
En esta ocasión la acusación consiste en que la visión del Arzobispo de Medellín es diametralmente opuesta a la del Sumo Pontífice, en temas de actualidad como el manejo de debe darse a los escándalos por abusos sexuales cometidos por miembros del clero.
Quien lea las citas del Arzobispo de Medellín, hábilmente sacadas de su contexto original, se dará cuenta que en nada faltan a la verdad, ni se contraponen en nada al afán de la Iglesia, en cabeza del Papa Francisco, para luchar contra estos terribles flagelos.
Los puntos de vista del Arzobispo de Medellín y los del Sumo Pontífice, no se oponen; más bien se complementan. Mejor aún, están dichos desde la realidad que le corresponde a cada uno: el del Papa se dirige a la universalidad de la Iglesia entera, presente en todas las culturas, todas tan diversas; el de Monseñor Tobón, a la porción del rebaño que debe pastorear.
Esto es muestra de la riqueza y la sana diversidad que existe en el seno de la Iglesia: lejos de imponer un estilo pastoral, respeta la personalidad de los miembros de la jerarquía eclesiástica, y cada uno tiene su estilo de gobierno y de ejercer en el mundo ministerio sacerdotal.
En una época de decadencia y de excesos como la nuestra, el pensamiento cristiano está llamado a erigirse en una defensa que nos abriga de la intemperie moral, por eso se lo ataca, atacando a sus ministros.
Tiene toda la razón nuestro Arzobispo de Medellín cuando afirma que se quiere suprimir a la Iglesia y su labor de la sociedad, usando como armas los pecados y falencias de algunos de sus miembros.
Los ataques a la Iglesia y a sus pastores no son cosa nueva, ni debe preocuparnos en exceso a los católicos. Son prueba fehaciente de otro acierto del gran Chesterton: “la Iglesia es la conciencia del mundo”, y por eso incomoda.
Al autor de la diatriba contra la Iglesia (que no es sólo contra Monseñor Tobón) le respondo su pregunta final: No hay discurso Bergoglio vs. Tobón; hay dos pastores que cuidan a la misma Iglesia y en la misma línea, cada uno en su realidad. Y no prevalecerá ningún discurso; prevalecerá la Iglesia, de la que dijo Cristo, su divino fundador, que los poderes del inferno no la derrotarán.