Análisis Razón

Secretario adjunto de la Conferencia Episcopal reconoce el “derecho a no vacunarse”

No vacunados
Escrito por Redacción R+F

Según la publicación de El Tiempo, todos los “líderes religiosos” estarían de acuerdo con la vacunación, la aprueban y la promueven. Pero no es así, porque la Iglesia, ni ninguno de sus miembros, pueden avalarla sin referencia a una completa valoración moral, aunque muchos de ellos –incluido el Papa– hayan decidido libre e individualmente hacerlo.

Pese al enfoque dado por el diario El Tiempo a su publicación en la que enfatiza que los “Líderes religiosos de Colombia invitan a vacunarse contra el covid-19”, al menos al recoger las declaraciones del Secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia, padre Jorge Enrique Bustamante, la nota refiere:

“reconocen el derecho que cada persona tiene para decidir libremente si se vacuna o no”.

No obstante, inmediatamente el redactor afirma: “pero han hecho como Iglesia una invitación constante a hacerlo”. Y en la parte en la que lo cita textualmente, el sacerdote dice:

“Es una forma de responsabilidad personal y colectiva para garantizar la salud de la misma persona, de su entorno cercano, la familia, seres queridos y toda la sociedad”.

Una forma de razonamiento y de argumentación similar a la que se usó al principio de la pandemia mientras se discutían y elaboraban los protocolos de bioseguridad en los templos, para justificar la cuasi imposición de la comunión en la mano, énfasis que debió ser matizado y corregido por el entonces Secretario del Episcopado Colombiano, quien debió reconocer públicamente el Derecho que les asiste a los fieles para comulgar en la boca, sin que se les pueda imponer otra forma de hacerlo.

Ver: “Comulgar en la boca es un derecho de los fieles a pesar del coronavirus: Conferencia Episcopal”.

En este caso, la redacción refiere indirectamente: “el sacerdote añade que la invitación también se ha hecho a partir del testimonio y el ejemplo a través de la vacunación del papa Francisco y el papa emérito Benedicto XVI, así como de los obispos, los sacerdotes y personal líder de la Iglesia Católica, que en Colombia se han vacunado en las diferentes fases del plan nacional”. Pero no hace una cita textual.

Y muy posiblemente no la obtenga, porque se trata de un asunto de conciencia que debe ser respetado, y la cual no se puede constreñir.

Según la publicación de El Tiempo, todos los “líderes religiosos” no sólo estarían de acuerdo con la vacunación, sino que la aprueban y la promueven, bajo presunciones como: “Nos basamos mucho en la parte científica”, “las comprobaciones que le han hecho a las vacunas” y que “es algo necesario para que no se siga expandiendo el virus y se prevenga”.

Pero, como se ve, no es así, porque la Iglesia, ni alguno de sus miembros, pueden avalar la vacunación sin referencia a una completa valoración moral, aunque muchos de ellos –incluido el Papa– hayan decidido libre e individualmente hacerlo.

Dicha valoración establece con claridad que hay un margen de duda razonable no sólo para el creyente sino para toda persona, ante razones de peso como: la procedencia del material usado en la fabricación de las vacunas, algunos componentes, el carácter experimental (sin aprobación explícita o definitiva) que ha llevado a postular la posibilidad de una tercera dosis y aún de una periódica (semestral o anual), la exención total de responsabilidad por parte de los gobiernos para las farmacéuticas sobre los efectos secundarios y riesgos reales, y la posibilidad de una cooperación remota o indirecta con el mal en el caso del uso de células embrionarias procedentes de bebés abortados.

En este último caso la duda se resuelve “in dubia pro reo”, es decir, no en favor de quien se vacuna asumiendo un mínimo grado de responsabilidad como si se tratara de un “mal menor”, sino en favor de la Justicia, esto es, del no nacido, del abortado, y de su Derecho a la Vida, a nacer; en favor de quien fue sacrificado, cuyos cuerpo y células fueron usados como material de investigación, experimentación o fabricación de cualquier producto, incluso pensado para “salvar vidas”.

Admitir esto último equivaldría a aprobar y a exonerar de responsabilidad los experimentos genéticos y la eugenesia que hicieron los nazis, así como la presunción maquiavélica según la cual “el fin justifica los medios”.

Lo anterior, en razón de un Principio Ético Fundamental formulado no por la Iglesia, sino recogido del acervo de la Ética Racional:

No deben emplearse medios moralmente malos aunque los fines sean buenos”.

O dicho de otro modo:

Nunca es lícito hacer un mal para obtener un bien”.

Al respecto, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en una nota que resultó discutida por su interpretación con respecto a los grados de responsabilidad en cuanto a la cooperación remota con el mal, no obstante “considerar moralmente lícito el uso de estas vacunas”, no pudo dejar de incluir en sus numerales 4 y 5 algunas de las sensatas advertencias del Magisterio Eclesial precedente:

4. De hecho, el uso lícito de esas vacunas no implica ni debe implicar en modo alguno la aprobación moral del uso de líneas celulares procedentes de fetos abortados.[4] Por lo tanto, se pide tanto a las empresas farmacéuticas como a los organismos sanitarios gubernamentales, que produzcan, aprueben, distribuyan y ofrezcan vacunas éticamente aceptables que no creen problemas de conciencia, ni al personal sanitario ni a los propios vacunados.

5. Al mismo tiempo, es evidente para la razón práctica que la vacunación no es, por regla general, una obligación moral y que, por lo tanto, la vacunación debe ser voluntaria.

Ver: “Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la moralidad del uso de algunas vacunas contra la Covid-19, 21.12.2020”.

Concluyendo, podemos decir que, si bien “el ejemplo arrastra”, en todo debe prevalecer la sindéresis e imponerse el sentido común. De niños aprendimos una sabia lección de Prudencia: “no debemos necesariamente hacer todo lo que hagan los demás”. Y nuestros padres nos instaban: “De modo que si fulano se lanza por un barranco, ¿usted también?”. Y apostillaban: “¡Tenga personalidad!”, es decir, Criterio.

Para finalizar, recordamos e invitamos a leer la nota que publicamos y en la que cuestionamos los presupuestos fácticos invocados para justificar las vacunas, y que dan lugar a iniciativas como un “pasaporte”, que segregan y van en desmedro de quienes deciden no vacunarse:

Ver: “¿Es razonable segregar a los “no vacunados”? A propósito de un trino controversial de Fray Nelson”.

Fotografía del encabezado: eleconomista.es

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