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¿Cuál es el verdadero feminismo?

El verdadero feminismo
Escrito por Gabriel Pinedo

Dicen que hay muchos feminismos, que no estabas criticando al correcto, ¿cuál es entonces? ¿Cómo definirlo?

Cuando discutís con una feminista, podés llegar a un punto en el que, al no tener ella más argumentos para defenderse, saque su as bajo la manga: “hay muchos feminismos”. Esto implica que el feminismo al que estuviste cuestionando no era el verdadero, no era el que ella defiende, sino otro, uno de los muchos. ¿Cuáles? Ni ella lo sabe.

De la misma manera, cuando le demostrás a un socialista por qué su ideología fue un fracaso donde sea que se implantó, te va a salir con el arma secreta: que lo que estuviste criticando todo este tiempo “no era verdadero socialismo”, porque “nunca se implementó correctamente el marxismo en ningún país”. Y los liberales no se salvan, pues al reprocharles lo absurda que es su ideología, pueden salir con el “nunca se implementó verdadero liberalismo en el mundo”.

Este camuflaje es una estrategia muy astuta que en el fondo solo demuestra una cosa: que mucha gente no sabe por qué dice lo que dice, ni siquiera la más ‘intelectual’. Podrán tener estudios, trayectoria, y hasta maestrías, pero ni aun así son capaces de sostener un argumento coherente.

Llamémoslos ‘desviadores’, porque les encanta desviar los ataques para no sentirse atacados. Se identifican tanto con la ideología que defienden, que sienten los cuestionamientos como una ofensa personal. Tanto feministas como comunistas y liberales han desplazado a la fe para relegarla a segundo plano: “no importa lo que Cristo diga, sino lo que ordene mi ideología sagrada, mi nueva religión”.

Ninja con bomba de humo

Así luce quien te dice “hay muchos feminismos”.

Los desviadores son como ninjas que, al verse acorralados por su contrincante, sacan la bomba de humo, y ante ella el enemigo tose con ojos cerrados mientras el ninja escapa. Al desviador le encanta parecer intelectual: afirma la existencia de varias vertientes a una misma idea, siente que ya las conoce todas, aunque no pueda dar ejemplo de ninguna.

Ante un enemigo cuestionando al feminismo, la ninja feminista saca la bomba de humo que dice “mira todos los feminismos que hay” y escapa ilesa del debate, toda cobarde, creyendo que ya ganó. Si hay muchos feminismos, significa que no hay uno verdadero; si no hay uno verdadero, no podemos criticarlo, y si no podemos criticarlo, significa que “venció”.

¿Cómo solucionar esto? Estableciendo una corriente principal como cierta. Si uno de esos mil feminismos es el que consideramos verdadero, entonces ya tenemos un avance en nuestro análisis. Ahora falta determinar cuál es el sustento de esa corriente, qué hechos históricos y metafísicos detallan o describen el proceso de formación de esa ideología.

Normalmente, las feministas nos dicen que su origen está en las sufragistas. ¿Y qué hay más atrás? Nada, ahí murió. A lo sumo, podemos rastrear el origen axiológico del feminismo, que es el afán de (falso) progreso, de “conquistas sociales”, de “democracia”, y eso lo hallamos en la Revolución Francesa, la Ilustración, el romanticismo; en suma, el liberalismo, pues. ¿Qué había antes? Ahí murió.

Entonces, podemos concluir que el feminismo se agota donde termina el liberalismo, es decir, el mundo antes de la Revolución Francesa o del Renacimiento es menos válido para ellas. ¿Por qué? Seamos honestos, difícilmente una feminista va a aceptar como ejemplo a las mujeres de una época anterior a la que a ellas les gusta. Nada que venga de la ‘Edad Media’ es aceptable para ellas. La época más católica de la historia, la que nos dio mujeres brillantes y santas ejemplares.

¿Qué hay de los socialistas? ¿Tendrán salvación? No pasan más allá de Marx, y con pinzas llegan hasta Hegel o los “socialistas utópicos”. No falta el hereje que señala a Jesucristo como el primer socialista. Peor aún los liberales, que no se contentan con establecer sus propios ídolos, sino que incluso intentan manchar la tradición católica apropiándose de la Escuela de Salamanca para justificar sus tonterías y diciendo que “la Iglesia Católica sentó los precedentes para el liberalismo”.

¿Qué nos queda? Una sarta de ideologías absurdas que se apoyan únicamente en el sentimiento, en el romanticismo y la irracionalidad. ¿Qué debemos elegir? Lo que esté sustentado por la honestidad, la razón, pero sobre todo, la fe. ¿Qué es, pues, el conocimiento humano sin la luz divina? Ningún cristiano serio te va a decir “hay muchos cristianismos”. Uno solo hay, porque los demás son herejías: el luteranismo, el calvinismo, el pentecostalismo, etc.

Mascaras tras las que se oculta el verdadero

¡Adiviná cuál es el verdadero! Feminismo, socialismo, liberalismo…

Así como no se puede admitir en revistas científicas a aquellos artículos que traten a la magia o la alquimia como métodos serios para obtener conocimiento, así también la fe cristiana católica no puede admitir a otras herejías para conocer al Dios único y verdadero, que se nos reveló mediante Jesucristo y nos dejó su legado, que es su Iglesia sostenida en Pedro, cuyo sucesor actual es el papa Francisco en la Ciudad del Vaticano.

En cambio, las ideologías, hijas de la modernidad, a veces se ufanan de ser “diversas” por la variedad de herejías que admiten en su seno, aunque esa misma diversidad sea la que las hace tan insostenibles. Y cuando no, proclaman ser la verdadera corriente dentro de su misma familia, sin más sustento que el de su mito fundacional: Smith y Locke para el liberalismo clásico, Hayek y Mises para el liberalismo austriaco, la Escuela de Salamanca para el “liberalismo escolástico”, y así sucesivamente.


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