El pasado domingo El Tiempo publicó un artículo titulado «Cuando el problema no es de fe, sino de falta de moral», el cual extracta apartes del libro «¿Cómo mejorar a Colombia? 25 ideas para reparar el futuro» editado por Mauricio García Villegas (en la foto), una de las figuras más visibles del Centro de Pensamiento Dejusticia.
La propuesta central del artículo se sintentiza en el siguiente párrafo: «Un país que quiera elevar el talante moral de su pueblo, como decía Tocqueville, debería pensar menos en inculcar la religiosidad de su gente y más en promover un sistema de educación pública que enseñe el respeto por los demás y la cultura del cumplimiento de reglas».
Llama la atención la referencia al filósofo francés Tocqueville, quien observó que «los hombres se alejan de las creencias religiosas» por «una especie de aberración de la inteligencia, y con ayuda de una suerte de violencia moral ejercida sobre su propia naturaleza», al tiempo que consideró la religión de un pueblo «como la herencia más preciosa de los siglos aristocráticos» y advierte como un grave peligro el intentar arrancar «sus antiguas opiniones religiosas para sustituirlas por otras nuevas, porque en el tránsito de una fe a otra, el alma puede encontrarse un momento vacía de creencias, extenderse en ella el amor a los goces materiales, y venir éstos a ocuparla totalmente». Palabras que aunque fueron escritas hace casi 200 años, parecerían dirigidas al proyecto político de Dejusticia, de Mockus, del Partido Verde y de las organizaciones financiadas por George Soros.
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El artículo de El Tiempo también señala que las personas religiosas resultan ser más altruistas en las encuestas, pero afirma que eso ocurre sólo en el papel, ya que en la vida real los creyentes sólo «se creen mejores» y por eso en ellos hay una mayor diferencia «entre lo que se dice y lo que se hace», frente a los ateos.
Para darle sustento científico a sus afirmaciones los autores del libro citan la Encuesta Mundial de Valores (EMV) según la cual entre menos fe religiosa tiene una sociedad, menos signos de violencia, corrupción e ilegalidad existen, de lo cual se concluiría que tener fe en Dios no garantiza un mejor comportamiento moral.
También cita un artículo de 2015 del neuropsicólogo Jean Decety, en el cual se afirma que las personas que cumplen obligaciones religiosas como rezar e ir a misa, toman esas prácticas como un saldo a favor que les permite luego comportarse de una manera más egoísta y licenciosa.
También citan los resultados de una investigación realizada en 2017 por la Gobernación de Antioquia en cabeza de Sergio Fajardo y la organización Dejusticia, la cual habría encontrado que el porcentaje de profesores universitarios que cometen fraudes académicos y abusos (barra horizontal) aumenta a medida que tienen mayor confianza en la Iglesia.
Es importante señalar que el estudio de Dejusticia no utilizó variables que reflejaran la práctica religiosa de los entrevistados, como podría haber sido la frecuencia con que reciben sacramentos o realizan sus prácticas de fe, sino simplemente una variable más ambigua como la de «confianza en instituciones religiosas», la cual puede arrojar resultados contraintuitivos debido tanto a personas ateas que valoran la labor social de la Iglesia, como la de fieles creyentes que se apartan de la jerarquía episcopal al ser conscientes de sus múltiples fallas humanas.
Los investigadores también evitan hacer referencia al creciente cuerpo de estudios científicos que muestran una relación positiva entre las creencias religiosas y los comportamientos sociales constructivos, como éste de la universidad de Columbia Británica que muestra el efecto de pensar en Dios en la generosidad frente a extraños, este de la universidad de Oregón que muestra cómo la creencia en el infierno influye negativamente en la comisión de delitos, o este de la Universidad de Virginia que muestra cómo los hombres que asisten con frecuencia a servicios religiosos cristianos tienen matrimonios más felices, fuertes y están más involucrados en la vida de sus hijos que los que no lo hacen.
Sería interesante en todo caso hacer un estudio de replicabilidad de la investigación de Dejusticia, debido a que suele suceder que estudios que arrojan resultados sorprendentes o inesperados como este, terminan concluyendo resultados convencionales cuando se repiten bajo la dirección de otros investigadores, lo cual podría ayudar a despejar dudas sobre la credibilidad o «confianza» alrededor de este trabajo y sus conclusiones.
Imagen principal: Universidad Nacional