Si quieres recibir noticias de actualidad sobre la Cultura de la Vida, te invitamos a seguirnos en nuestro CANAL DE TELEGRAM haciendo clic AQUÍ.
USAID: Seis décadas de control poblacional
bajo la máscara de la ayuda humanitaria
La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ha operado durante los últimos 60 años bajo una premisa moralmente cuestionable: que la mejor manera de eliminar la pobreza es reducir la población de las naciones más vulnerables, específicamente mediante la eliminación de los hijos de los pobres.
Esta reveladora perspectiva se materializa en la imagen de niños Rohingya recibiendo alimentos del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, con financiamiento de USAID, en Cox’s Bazar, Bangladesh. La fotografía, tomada en febrero de 2025, ilustra la compleja relación entre la ayuda humanitaria y las políticas de control poblacional que han caracterizado a la agencia desde su fundación.
Desde su creación en 1961, bajo la administración Kennedy, USAID ha mantenido un enfoque consistente en la planificación familiar y el control de la natalidad como estrategias centrales para combatir la pobreza global. Esta política se ha implementado a través de diversos programas e iniciativas que, si bien se presentan como ayuda humanitaria, tienen como objetivo subyacente la reducción de las tasas de natalidad en países en desarrollo.
La agencia ha invertido miles de millones de dólares en programas de control poblacional en Asia, África y América Latina. Estos esfuerzos han sido particularmente intensos en regiones como el sudeste asiático, donde la fotografía de los niños Rohingya sirve como testimonio de la presencia continua de USAID en comunidades vulnerables.
Los críticos argumentan que este enfoque refleja una visión neomaltusiana del desarrollo, que considera el crecimiento poblacional como el principal obstáculo para el progreso económico. Esta perspectiva ha sido cuestionada por numerosos expertos en desarrollo, quienes señalan que la pobreza es un fenómeno multifacético que no puede reducirse simplemente a una cuestión de números poblacionales.
El caso de los refugiados Rohingya en Bangladesh ejemplifica la compleja intersección entre la ayuda humanitaria y las políticas de control poblacional. Mientras la agencia proporciona asistencia alimentaria esencial, simultáneamente promueve programas de planificación familiar que resultan además coercitivos en contextos de vulnerabilidad extrema.
La posición de la Iglesia Católica sobre este tema ha sido consistentemente clara y firme. El Magisterio de la Iglesia enfatiza la dignidad inherente de cada vida humana y rechaza las políticas de control poblacional. La doctrina católica sostiene que el desarrollo auténtico debe respetar la vida humana desde la concepción y promover soluciones que aborden las causas estructurales de la pobreza sin comprometer los derechos fundamentales de las familias.