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En una decisión sin precedentes que marca un nuevo capítulo en la política exterior estadounidense, la administración Trump ha ejecutado el recorte más significativo de fondos al Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), eliminando aproximadamente 290 millones de dólares en subvenciones canalizadas a través de USAID y el Departamento de Estado.
Esta medida, anunciada el 26 de febrero de 2025, representa la culminación de décadas de controversia en torno al papel del UNFPA en la implementación de políticas de control poblacional coercitivas, particularmente en China. La agencia de la ONU ha estado históricamente vinculada a la tristemente célebre política del hijo único china, habiendo destinado 50 millones de dólares al programa de planificación familiar del gigante asiático.
La participación del UNFPA en China no se limitó al apoyo financiero. La organización proporcionó infraestructura tecnológica crucial, incluyendo computadoras para administrar cuotas de nacimientos, y financió la producción de dispositivos intrauterinos que se implantaban obligatoriamente a mujeres jóvenes. Las consecuencias humanas de estas políticas fueron devastadoras: mujeres embarazadas fueron arrestadas, sometidas a abortos forzados y esterilizaciones, mientras que aquellas que intentaban evadir estas medidas enfrentaban severas represalias, incluyendo encarcelamiento y ruinosas «tasas de compensación social».
Paradójicamente, en 1983, durante uno de los períodos más intensos de coerción reproductiva en China, la ONU otorgó al país su primer «Premio de Población de las Naciones Unidas», una decisión que ha sido ampliamente criticada por organizaciones de derechos humanos. La entonces directora del UNFPA, Nafis Sadik, llegó incluso a afirmar que la política del hijo único era «completamente voluntaria», negando la existencia de permisos obligatorios para la procreación.
El historial de intervención del UNFPA se extendió más allá de las fronteras chinas. En Perú, aproximadamente 300,000 mujeres fueron sometidas a esterilizaciones forzadas durante los años noventa, mientras que en Vietnam se implementó una política similar que obligaba a las mujeres a esterilizarse después del segundo hijo. Estos programas fueron presentados como «exitosos» por la agencia, que incluso propuso exportar la experiencia china a otros países.
Las investigaciones del Population Research Institute (PRI) en los llamados «condados modelo» del UNFPA en China revelaron que, contrario a las afirmaciones oficiales, la agencia colaboraba activamente con la policía poblacional local, perpetuando las mismas prácticas coercitivas que supuestamente buscaba eliminar.
El financiamiento estadounidense al UNFPA ha fluctuado según las administraciones presidenciales: suspendido bajo Reagan y el primer Bush, restaurado con Clinton, nuevamente cortado bajo George W. Bush, reactivado durante la presidencia de Obama, eliminado por Trump, y reinstaurado por Biden. La actual decisión de Trump representa el recorte más sustancial hasta la fecha.
Esta medida llega en un momento crítico, cuando las tasas de natalidad globales están experimentando un descenso sin precedentes. Irónicamente, China, que abandonó su política del hijo único en 2016, enfrenta ahora una crisis demográfica caracterizada por el envejecimiento poblacional y una tasa de natalidad en declive, poniendo en cuestión la efectividad y las consecuencias a largo plazo de las políticas respaldadas por el UNFPA.
La decisión de Trump ha reavivado el debate sobre la pertinencia de mantener una agencia internacional cuyo legado está marcado por el apoyo a políticas de control poblacional coercitivas, especialmente en un contexto global donde la preocupación por el crecimiento demográfico ha sido reemplazada por la alarma ante el declive de la natalidad en numerosas regiones del mundo.
Fuente:Trump corta fondos al UNFPA tras décadas de promover políticas contrarias a la vida