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Obispo Strickland alerta sobre riesgos del camino sinodal para la fe católica
En una enérgica carta pastoral emitida el 28 de mayo, el obispo emérito Joseph E. Strickland ha manifestado serias preocupaciones sobre el denominado «camino sinodal», al que considera una desviación de las enseñanzas apostólicas fundamentales de la Iglesia Católica. El prelado estadounidense advierte que este proceso, lejos de representar una renovación auténtica, constituye una ruptura con la tradición apostólica.
«La Iglesia no es nuestra para reinventarla», declara enfáticamente Strickland en su misiva. «Ella es el Cuerpo Místico de Cristo, fundada sobre la roca de Pedro, guiada por los sucesores de los Apóstoles y santificada por el Espíritu Santo». El obispo emérito argumenta que cualquier intento de redefinir la constitución divina de la Iglesia, sea mediante la alteración de su naturaleza jerárquica o la redistribución de la autoridad doctrinal del papado, representa una amenaza para la integridad de la fe.
La carta aborda específicamente la relación entre el camino sinodal y la autoridad petrina. Strickland señala que este proceso «socava el oficio petrino» establecido por Cristo mismo cuando declaró: «Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella» (Mateo 16, 18). El prelado advierte sobre la introducción de elementos que considera ajenos a la tradición católica: «Introduce confusión en lugar de claridad, sentimiento democrático en lugar de autoridad divina, y compromiso en lugar de fidelidad«.
Para fundamentar su posición, Strickland recurre a la autoridad de San Ireneo de Lyon, citando:
«La Iglesia, aunque diseminada por todo el mundo, hasta los confines de la tierra, ha recibido de los apóstoles y de sus discípulos esta fe… y la conserva cuidadosamente» (Contra las Herejías, 1.10.1).
Esta referencia patrística refuerza su argumento sobre la inmutabilidad del depósito de la fe.
El documento hace una poderosa conexión con el testimonio de los mártires, recordando que su sacrificio no fue en nombre de una «experiencia sinodal», sino en fidelidad a la fe católica tradicional. «La sangre de los mártires no es sólo semilla de la Iglesia, también es su estandarte«, afirma el obispo, subrayando que estos testigos supremos de la fe «murieron fieles a una Iglesia con una sola voz, una sola fe, un solo bautismo«.
En un pasaje particularmente significativo, Strickland aborda la delicada cuestión de la obediencia eclesial: «Rezamos por el papa, amamos al papa, pero seguimos a Cristo«. Citando Hechos 5, 29, recuerda el principio apostólico: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres«, sugiriendo que la fidelidad a la tradición apostólica debe prevalecer sobre iniciativas que podrían comprometer la integridad de la fe.
La carta concluye con una exhortación pastoral a los fieles, instándoles a mantener firme su adhesión a la fe tradicional: «No se dejen sacudir. Aférrense a lo que han recibido. Estén con los santos y mártires«. Esta llamada a la fidelidad doctrinal refleja la preocupación del obispo por preservar la continuidad de la fe católica en medio de lo que percibe como tendencias potencialmente disruptivas.
El documento de Strickland se suma a otras voces dentro de la jerarquía católica que han expresado inquietudes similares sobre el proceso sinodal y sus posibles implicaciones para la doctrina y la estructura de la Iglesia. Su intervención representa una significativa contribución al debate actual sobre la dirección y los límites del proceso de reforma eclesial.
Fuente: Strickland: El “camino sinodal” se aparta de la enseñanza transmitida por los Apóstoles