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En un giro significativo para la política de ayuda exterior estadounidense, el Secretario de Estado Marco Rubio anunció la cancelación de 5.200 contratos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), manteniendo solo mil acuerdos activos, lo que representa una reducción del 83% en las operaciones de la agencia.
La administración Trump, tras seis semanas de exhaustiva evaluación, determinó que estos contratos «gastaron decenas de miles de millones de dólares de formas que no servían (y en algunos casos incluso perjudicaban) los intereses nacionales fundamentales de Estados Unidos«, según declaró Rubio en la plataforma X.
El proceso de reestructuración se intensificó después de que un juez federal levantara, el 7 de marzo, un bloqueo temporal que impedía la reducción del personal de USAID. Los sindicatos que representan a los trabajadores habían presentado una demanda argumentando que los recortes dejarían al personal en el extranjero sin comunicaciones de emergencia, una preocupación que la administración de USAID se apresuró a disipar, garantizando el mantenimiento de estos servicios esenciales.
La transformación de USAID ha generado controversia en círculos internacionales de ayuda humanitaria. Alistair Dutton, Secretario General de Caritas Internationalis, la red global de ayuda del Vaticano, expresó su profunda preocupación en febrero, advirtiendo que los recortes «matarán a millones de personas y condenarán a cientos de millones más a vidas de pobreza deshumanizante». Catholic Relief Services, que fue el mayor receptor de fondos de USAID entre 2013 y 2022, se ha visto obligado a reducir su personal casi a la mitad como consecuencia directa de estas medidas.
La Casa Blanca de Trump justificó estas acciones el 3 de febrero, publicando un artículo que detallaba cómo USAID había canalizado «sumas masivas de dinero hacia proyectos ridículos y, en muchos casos, maliciosos de burócratas arraigados, con prácticamente ninguna supervisión». Entre los proyectos cuestionados se encuentran una inversión de 2 millones de dólares para «cambios de sexo» y «activismo LGBT» en Guatemala, así como financiamiento para la impresión 3D de anticonceptivos en países en desarrollo.
El Departamento de Estado supervisará ahora el 18% restante de los programas que se mantienen. «Gracias al DOGE [Departamento de Eficiencia Gubernamental] y a nuestro personal dedicado que trabajó largas horas para lograr esta reforma histórica y largamente esperada«, agregó Rubio en su comunicado.
Esta reestructuración representa uno de los cambios más significativos en la política de ayuda exterior estadounidense en décadas. El impacto se sentirá especialmente en regiones como Nicaragua, Cuba y Venezuela, donde los programas de promoción democrática han sido particularmente afectados por los recortes.
Los críticos argumentan que esta reducción dramática podría debilitar la influencia estadounidense en regiones estratégicas y afectar negativamente a poblaciones vulnerables que dependen de la ayuda internacional. Sin embargo, los defensores de la medida sostienen que estos cambios son necesarios para garantizar que los fondos de los contribuyentes se utilicen de manera más eficiente y alineada con los intereses nacionales de Estados Unidos.
La reorganización de USAID marca un punto de inflexión en la política exterior estadounidense, señalando un cambio hacia un enfoque más selectivo y controlado en la distribución de ayuda internacional, con implicaciones significativas para las organizaciones humanitarias y los países beneficiarios en todo el mundo.
Fuente: Secretary Rubio says purge of USAID programs is complete, 83% of contracts cut