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Neoyorquino con discapacidad alerta sobre los riesgos de legalizar el suicidio asistido
La gobernadora demócrata de Nueva York, Kathy Hochul, enfrenta una decisión crucial mientras evalúa la firma de un proyecto de ley que legalizaría el suicidio asistido por médicos, una medida que ha generado profunda preocupación entre defensores de las personas con discapacidad y los activistas provida.
Dovie Eisner, un neoyorquino de 34 años que vive con miopatía nemalínica y requiere atención médica constante, ha alzado su voz contra la «Ley de Ayuda Médica para Morir», aprobada por los legisladores estatales el 9 de junio. Esta legislación permitiría a adultos con enfermedades terminales y pronóstico de vida menor a seis meses solicitar medicación para terminar con su vida.
«El proyecto amenaza con deshacer una premisa de la que todos dependemos: que el Estado está en el negocio de salvar vidas, no de terminarlas», escribió Eisner en un artículo de opinión republicado por The Free Press. «Esto es especialmente pertinente para personas con discapacidades como yo», agregó quien depende de una silla de ruedas motorizada y ventiladores para sobrevivir.
Eisner relata una experiencia personal que ilustra sus preocupaciones. El otoño pasado, su ventilador se desconectó, dejándolo inconsciente hasta que un policía que pasaba y médicos de emergencia lograron reanimarlo. «Estaba vivo gracias a la determinación del personal médico y policial de mantenerme con vida», recuerda. Durante esa misma hospitalización, experimentó varios errores médicos potencialmente peligrosos, desde intentos de administración de antibióticos innecesarios hasta riesgo de una traqueotomía no requerida.
El activista advierte que el sistema de salud estadounidense, ya «caótico y desorganizado», podría volverse más peligroso si se legaliza el suicidio asistido. «Con los médicos teniendo el derecho legal de matar pacientes, la muerte se convertirá en una opción fácil», argumenta.
La preocupación de Eisner va más allá de los errores médicos. Señala que la normalización del suicidio como tratamiento médico podría conducir a formas sutiles de coerción, especialmente para aquellos que enfrentan costosos tratamientos o presión social. «La forma en que está redactado el proyecto es propensa al abuso, careciendo de las salvaguardas necesarias para prevenir el suicidio asistido no consensual», advierte.
Convertido al catolicismo, Eisner describe el morir bien como «un arte» arraigado en la fe. Cuestiona la noción de que el suicidio asistido pueda limitarse limpiamente a personas cercanas a la muerte, señalando que el dolor y el sufrimiento son experiencias complejas que todos experimentamos en algún momento.
En un poderoso paralelo histórico, Eisner hace referencia al programa Aktion T4 del régimen nazi, que exterminó a personas con discapacidad considerándolas «vidas indignas de ser vividas», para advertir contra políticas que devalúan la vida humana.
Fuente: The Free Press: Why a disabled New Yorker opposes ‘right to die’ legislation