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Justicia tardía para católico pakistaní: 23 años en el corredor de la muerte por supuesta blasfemia
La Corte Suprema de Pakistán ha puesto fin a más de dos décadas de injusticia al absolver a Anwar Kenneth, un católico de 72 años que pasó 23 años en el corredor de la muerte acusado de blasfemia. El histórico fallo, emitido el 25 de junio, reconoce la incapacidad mental del acusado y su consecuente inimputabilidad bajo la controversial ley de blasfemia pakistaní.
El caso de Kenneth comenzó en 2001 cuando fue arrestado por presuntamente escribir cartas que las autoridades consideraron blasfemas contra el profeta Mahoma y el Corán. Estas misivas fueron enviadas a un amplio espectro de destinatarios, incluyendo eruditos religiosos musulmanes, jefes de Estado de países islámicos, diplomáticos extranjeros acreditados en Pakistán, el Secretario General de las Naciones Unidas y teólogos cristianos.
Rana Abdul Hameed, abogado ante la Corte Suprema, expresó su profunda preocupación por el sufrimiento innecesario de su cliente: «Es sumamente lamentable que un anciano haya languidecido en diversas prisiones durante más de dos décadas, a pesar de su evidente condición mental». El letrado enfatizó que las cartas en cuestión simplemente «exponían la creencia cristiana concerniente al islam» y no contenían ninguna expresión ofensiva hacia figuras religiosas islámicas.
La legislación pakistaní sobre blasfemia, específicamente el artículo 295-C, establece la pena capital para quienes sean encontrados culpables de «insultar al profeta Mahoma». Esta normativa ha sido objeto de críticas internacionales por su potencial uso indebido contra minorías religiosas y personas vulnerables.
El caso de Kenneth ilustra una tendencia preocupante en Pakistán. Según el informe anual Human Rights Observer, elaborado por el Centro para la Justicia Social, durante 2024 se registraron 344 acusaciones por blasfemia, superando las 329 del año anterior. Estos números reflejan un incremento sostenido en la aplicación de esta controversial legislación.
La absolución de Kenneth, aunque tardía, representa un precedente significativo en la jurisprudencia pakistaní, especialmente en lo referente al tratamiento de personas con condiciones mentales en el sistema judicial. El caso también pone de relieve la necesidad urgente de revisar la aplicación de las leyes de blasfemia y su impacto en las minorías religiosas del país.
La comunidad internacional y organizaciones de derechos humanos han seguido de cerca este caso, considerándolo emblemático de los desafíos que enfrentan las minorías religiosas en Pakistán. La decisión de la Corte Suprema podría marcar un punto de inflexión en el tratamiento judicial de casos similares en el futuro.