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Los organoides, estructuras tridimensionales que replican en miniatura órganos humanos, se han convertido en una frontera fascinante de la investigación biomédica que promete revolucionar nuestra comprensión del desarrollo de órganos y enfermedades. Bernard Baertschi, filósofo y miembro del Comité de Ética del INSERM, destaca que estos «mini órganos» podrían transformar la evaluación de nuevos tratamientos, mejorar los trasplantes y permitir una medicina más personalizada.
Marine Jeantet, directora general de la Agencia de Biomedicina (ABM), explica que estos organoides se cultivan a partir de células madre pluripotentes inducidas (iPS) o células madre embrionarias humanas (CSEh), que tienen la capacidad de diferenciarse y autoorganizarse. Esta tecnología podría reducir significativamente la necesidad de experimentación animal en la investigación médica.
Los avances recientes son notables. Científicos han logrado crear organoides a partir de células presentes en el líquido amniótico, abriendo nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermedades congénitas antes del nacimiento. En otro desarrollo significativo, investigadores han utilizado células madre sanguíneas de niños con autismo idiopático para fabricar organoides de cortex cerebral, buscando terapias que mejoren el funcionamiento intelectual y social de las personas afectadas.
Los dilemas morales
Sin embargo, el desarrollo de organoides cerebrales, o «cerebroides», genera preocupaciones éticas particulares. Un equipo de la Universidad Johns Hopkins ha conseguido fabricar organoides cerebrales que contienen el 80% de los tipos celulares presentes en un cerebro fetal de 40 días. La investigadora Annie Kathuria señala que estos avances permitirían estudiar patologías como el autismo y la esquizofrenia de manera más efectiva que en modelos animales.
La hibridación con animales plantea interrogantes adicionales. El investigador Tsutomu Sawai, de la Universidad de Kyoto, advierte sobre el riesgo de una «humanización moral» en las quimeras animal-humano, que podrían desarrollar capacidades cognitivas aumentadas o rasgos humanizados. Más inquietante aún es la integración de organoides con tecnología: la startup suiza FinalSpark ya comercializa bio-ordenadores que utilizan hasta cuatro organoides cerebrales humanos vivos conectados a chips de silicio.
Los desafíos éticos se extienden más allá de los cerebroides. La ABM subraya la importancia del consentimiento informado de los donantes de células y la necesidad de regular los beneficios comerciales derivados de donaciones gratuitas. Un aspecto crucial, frecuentemente soslayado, es que la obtención de células madre embrionarias humanas implica la destrucción de embriones humanos.
El proyecto europeo Hybrida, financiado por el programa Horizon 2020, busca establecer un marco regulatorio integral para la investigación con organoides, incluyendo directrices operativas y un código de conducta para investigadores. Sin embargo, la experiencia en bioética sugiere que las consideraciones éticas suelen ceder ante el imperativo del «progreso», especialmente en lo que respecta al respeto por la dignidad del embrión humano.
Fuente:Organoïdes : voie prometteuse pour la recherche ou précipice éthique ?