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La ciudad de Nueva York abrirá el primer refugio para personas transgénero sin hogar en Estados Unidos, una iniciativa pionera que requerirá una inversión de 65 millones de dólares provenientes de fondos públicos.
El proyecto, denominado «Ace’s Place», surge de un convenio entre el gobierno municipal y Destination Tomorrow, una organización dedicada a la llamada “comunidad LGBTQ+”. El refugio implementará un modelo de atención que incluirá servicios especializados de salud mental, programas holísticos de bienestar y oportunidades de desarrollo profesional.
El centro contará con un equipo médico permanente, incluyendo una enfermera practicante psiquiátrica que trabajará en estrecha colaboración con trabajadores sociales y personal acreditado para proporcionar apoyo integral en salud mental. Los servicios clínicos in situ ofrecerán educación sanitaria mediante coaching y asesoramiento, con el objetivo de mejorar los resultados de salud y aumentar la autosuficiencia de los residentes.
El programa, basado en una admisión sin cuestionamientos de la ideología de género, incluirá enfoques de tipo nueva era como yoga y meditación, además de un programa de estudio-trabajo práctico en artes culinarias y oportunidades de pasantías para residentes interesados en carreras de hospitalidad y servicios alimentarios. La iniciativa se orienta a la atención especializada a las personas transgénero sin hogar, que enfrentan desafíos en términos de acceso a servicios seguros y apropiados.
La apertura se da en un contexto en el que, paradójicamente y en contraste, prevalece una crisis de personas sin hogar en Nueva York, donde se estima que más de 100.000 personas carecen de vivienda estable cualquier noche.
Precisamente, el sistema de refugios de la ciudad ya está sobrecargado debido a una combinación de dificultades económicas, afluencia de inmigrantes indocumentados y una grave escasez de viviendas asequibles, por lo cual resulta al menos cuestionable que una iniciativa en apariencia bien intencionada privilegie a un sector exclusivamente por su adscripción a la llamada “comunidad LGBT” bajo premisas de “inclusividad”, utilizando para ello recursos públicos, sin procurar subsanar la crisis de los sin techo y desprotegidos en la ciudad que no califican bajo los parámetros ideológicos de “inclusión”. En la práctica, es humana y socialmente inequitativo.