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El ministro de Justicia argentino, Mariano Cúneo Libarona, realizó unas declaraciones esta semana durante una intervención en la comisión de Mujeres y Diversidad de la Cámara de Diputados, y que en el actual contexto y ambiente ideológico predominante resultan polémicas.
El funcionario defendió abiertamente “la familia tradicional” como “centro de la sociedad y la educación”, y arremetió contra “la diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología”. Sus palabras causaron revuelo entre los diputados presentes, especialmente de la oposición. La presidenta de la comisión le recriminó que debía respetar las leyes vigentes en Argentina, más allá de sus opiniones personales.
Cúneo replicó que su postura “está en la Constitución, la Biblia, el Corán, la ciencia y la naturaleza humana”, leyendo parte de un discurso del economista Javier Milei para dejar claro que hablaba en nombre del Ejecutivo.
El ministro defendió que “se acabó solo el género” y que el Gobierno rechaza “la ideología de género”, priorizando valores como “el amor, la unión, el trabajo, el estudio, la solidaridad” y los símbolos patrios.
La polémica intervención fue interrumpida justo cuando Cúneo arremetía contra la legalización del cambio de sexo: “Son inventos subjetivos que carecen…”. Entonces la presidente de la comisión le quitó la palabra.
Como era de esperar, las declaraciones del ministro desataron airadas reacciones entre los diputados defensores de las tesis de género y del movimiento LGTBI, como Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica) o Esteban Paulón (Encuentro Federal).
El choque entre posturas antagónicas sobre un “tema tan sensible” pone de relieve la profunda división que existe en Argentina en torno a estas cuestiones. Queda por ver si el Gobierno insistirá en impulsar su agenda ultraconservadora o si optará por rebajar el tono para evitar tensiones.