«Me da pena haber nacido blanca y privilegiada. Me repugna. Y siento muchísima vergüenza», dijo la actriz de 59 años conocida por su papel en la película «Pulp Fiction».
La actriz también fue la primera en denunciar al director Harvey Weinstein por haberla abusado sexualmente, convirtiéndose en un ícono del movimiento #MeeToo.
Este tipo de comentarios absurdos son el resultado de las políticas identitarias, tan en boga en ese país, promovidas por la izquierda marxista para asumir una vocería sobre aquellos grupos étnicos que son considerados menos favorecidos.
Esa estrategia que pasa por señalar a grupos sociales enteros como víctimas y otros como victimarios, en razón de su color de piel o su origen étnico, sigue la estela de la «lucha de clases» y «la lucha de sexos», que le han generado a la izquierda grandes réditos políticos.
En Estados Unidos todos los precandidatos presidenciales del Partido Demócrata, de izquierda, se han manfestado a favor de la propuesta de indemnizar a todos los habitantes de raza negra de ese país, con varios miles de millones de dólares como reconocimiento de los daños morales y materiales causados a sus ancestros en la época de la esclavitud.
Este tipo de ideología politica identitaria justifica el reconocimiento de privilegios legales y sociales para aquellos individuos que pertenezcan a grupos sociales catalogados como víctimas (negros, indígenas, mujeres, homosexuales) independientemente de su estatus y condiciones materiales, intelectuales o sociales actuales.
A pesar de las críticas que la actriz recibió de la opinión pública, el periódico USA Today recientemente reportó que la actriz se sostenía en sus declaraciones y que por su seguridad había decidido restringir la visibilidad de su cuenta de Twitter.
