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La distopía llega a un punto culminante en Canadá, en un giro preocupante que refleja la creciente polarización ideológica en el país: la Policía Montada Real (RCMP) ha emitido una controvertida advertencia. La sargento Camille Habel, portavoz de la RCMP, instó a los ciudadanos a mantener la vigilancia tras el arresto de cuatro personas en Quebec, supuestamente involucradas en «extremismo violento motivado ideológicamente».
La declaración, en apariencia normal, en realidad sugiere una posible conexión entre valores tradicionales y extremismo, por lo cual ha provocado una fuerte reacción entre los sectores conservadores de la sociedad canadiense. El país, que continúa bajo el liderazgo del Partido Liberal tras la transición de Justin Trudeau a Mark Carney como Primer Ministro, mantiene su rumbo hacia políticas progresistas que incluyen el apoyo a la migración masiva, la eutanasia, las políticas de género y las iniciativas ideológicas referidas al cambio climático.
El conservador Ron Chhinzer criticó duramente la postura de la RCMP, argumentando que la institución está etiquetando perspectivas convencionales como extremistas mientras ignora el extremismo de izquierda.
«Lo que vemos aquí es nuestra fuerza policial nacional utilizando el concepto más básico de cada grupo religioso de que una familia fuerte es una comunidad fuerte, y ahora nuestra fuerza policial nacional nos dice que cualquier retorno a eso, a revalorizar los valores familiares como los conocemos en la sociedad occidental, es en realidad moverse hacia el extremismo», expresó Chhinzer.
La controversia se intensificó cuando Maxime Bernier, líder del Partido Popular de Canadá, desafió públicamente a la portavoz de la RCMP, llegando incluso a retar a la policía a arrestarlo por defender valores tradicionales. Este enfrentamiento público entre una figura política prominente y la institución policial subraya la creciente tensión en el debate sobre valores y libertades civiles en Canadá.
La situación actual en Canadá refleja una división cada vez más profunda entre las políticas progresistas promovidas por el gobierno liberal y los sectores tradicionales de la sociedad. Bajo el nuevo liderazgo de Mark Carney, el país continúa implementando políticas «distópicas», generando preocupación entre quienes defienden valores más conservadores.
Las declaraciones de la oficial Habel, quien se identifica como ‘no binaria’, han sido claramente recibidas como un ejemplo de la creciente influencia de ideologías progresistas en las instituciones gubernamentales canadienses. Este episodio ha reavivado el debate sobre el equilibrio entre la seguridad nacional y el respeto a las libertades individuales y creencias tradicionales.
La controversia se produce en un momento en el que Canadá está convertido en un hervidero en el que las tensiones entre diferentes visiones de la sociedad se han intensificado, por cuenta de la impostura forzada de un liberalismo falsamente ‘progresista’, que en realidad atenta contra la dignidad de las personas suplantándola con falacias ideológicas.
El país, otrora reconocido internacionalmente por su pluralismo y tolerancia, enfrenta ahora el desafío de mantener estos valores mientras aborda preocupaciones legítimas sobre seguridad y extremismo, pero procedentes de otros sectores, no de los ciudadanos que aún respetan Principios y Valores fundamentales.