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El nacimiento del primer bebé británico gestado en un útero donado ha despertado inquietudes en la comunidad médica y bioética internacional. Este hito histórico, aunque celebrado como un avance científico significativo, plantea importantes cuestionamientos sobre los límites de la medicina reproductiva y sus implicaciones éticas.
El procedimiento, realizado en el prestigioso Hospital de Oxford, representa un punto de inflexión en el tratamiento de la infertilidad en el Reino Unido. La receptora del útero, una mujer de 34 años que nació sin este órgano debido a una condición congénita conocida como síndrome de Mayer-Rokitansky-Küster-Hauser (MRKH), pudo experimentar el embarazo y dar a luz gracias a la donación de una mujer postmenopáusica.
Los especialistas en bioética han expresado preocupaciones sobre varios aspectos del procedimiento. En primer lugar, cuestionan la necesidad de someter a las mujeres a cirugías mayores -tanto la donante como la receptora- cuando existe la alternativa de la adopción. La gestación subrogada tiene más problemas éticos. El trasplante de útero requiere una cirugía compleja que dura aproximadamente 10 horas, seguida de otra intervención para la cesárea y una tercera para retirar el órgano después del nacimiento.
La sostenibilidad y accesibilidad del procedimiento también generan debate. Con un costo estimado de £50,000 por trasplante, sin incluir el tratamiento de fertilización in vitro (FIV) necesario posteriormente (Tampoco viable desde el punto de vista ético), surge la pregunta sobre ‘la equidad en el acceso a esta tecnología’. Los críticos argumentan que estos recursos podrían destinarse a tratamientos médicos más urgentes o a mejorar los servicios de salud reproductiva básica.
El aspecto psicológico del trasplante de útero merece especial atención. Las receptoras deben someterse a un riguroso proceso de evaluación psicológica para asegurar que comprenden plenamente los riesgos y limitaciones del procedimiento. La presión social y cultural para experimentar el embarazo puede influir en la toma de decisiones, lo que plantea interrogantes sobre la verdadera autonomía en estas elecciones.
Los riesgos médicos asociados son considerables. La receptora debe tomar medicamentos inmunosupresores durante todo el embarazo para prevenir el rechazo del órgano, lo que puede aumentar el riesgo de infecciones y otras complicaciones. Además, el bebé está expuesto a estos medicamentos durante su desarrollo en el útero, aunque hasta ahora no se han reportado efectos adversos significativos.
La comunidad médica internacional sigue de cerca estos desarrollos. Según datos recientes, se han realizado aproximadamente 100 trasplantes de útero en todo el mundo, resultando en alrededor de 50 nacimientos exitosos. Suecia lidera la investigación en este campo, habiendo realizado el primer trasplante exitoso en 2014.
La Iglesia Católica mantiene serias reservas sobre el trasplante de útero, principalmente porque requiere fertilización in vitro, procedimiento que es moralmente inaceptable. Según la doctrina católica, expresada en la instrucción Dignitas Personae, la procreación humana debe ser el fruto del acto conyugal entre los esposos. Las técnicas de reproducción asistida separan la procreación del acto matrimonial y conllevan a la destrucción de embriones, lo cual es también éticamente inadmisible.
Fuente: First Baby Born Through Donated Womb in the UK Is Cause for Ethical Concerns, Expert Says