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¡Lamentable! Un dicho popular reza: «Borró con el codo lo que escribió con la mano». Aunque en este caso no se borra todo lo hecho en materia de frenar, cortar o reducir el acceso al aborto o su financiación, así como a la ideología de género, esta decisión sí supone un retroceso en materia de ética médica y defensa de la vida. Serán millones los embriones humanos desechados, es decir, bebés concebidos y luego descartados, desechados o utilizados como materia prima de la industria cosmética u otras actividades aberrantes. Vamos a los hechos…
El presidente Donald Trump firmó este martes una orden ejecutiva que busca expandir el acceso y asequibilidad de los tratamientos de fecundación in vitro (FIV) en Estados Unidos, según anunció la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt.
La medida, cuyo texto completo aún no ha sido divulgado públicamente, instruye el desarrollo de recomendaciones políticas orientadas a proteger el acceso a la FIV y reducir significativamente los costos de bolsillo y de planes de salud asociados a estos procedimientos médicos.
Esta decisión del mandatario llega en un momento de intenso debate nacional sobre los mal llamados «derechos reproductivos» y el acceso a tecnologías de reproducción asistida. Pero tanto desde un punto de vista médico como bioético, esta no constituye la contraparte ni la alternativa real para contrarrestar el aborto y la mentalidad anticonceptiva: sólo una auténtica actitud y disposición moral natural de apertura a la vida lo es, pues como bien lo señaló en su momento el Papa Juan Pablo II, “no existe un derecho al hijo”.
La fecundación in vitro es un procedimiento que permite la fertilización del óvulo fuera del cuerpo de la mujer, una opción cada vez más demandada por parejas que enfrentan dificultades para concebir. Esto que en principio suena tan altruista, supone una cantidad de variables y desafíos éticos.
Precisamente, el hecho de querer hacerla económicamente accesible parece bastante plausible, pues los costos actuales de la FIV en Estados Unidos son muy altos, y oscilan entre $12,000 y $17,000 por ciclo, sin incluir medicamentos. Debido a que muchas parejas requieren múltiples ciclos antes de lograr un embarazo exitoso, esto puede elevar los costos totales a cifras superiores a los $50,000.
Pero ese no es el único ni el primer problema. También persiste el hecho de que no siempre se trata de parejas casadas, ni de auténticas “parejas”, es decir, de hombre y mujer; son muchas las personas que de manera egoísta se aferran al capricho de “concebir” o de “tener un hijo”, aun cuando sea en un entorno ajeno al compromiso, al matrimonio, disfuncional a la familia y a la auténtica estructura de relaciones familiares. Ello sin mencionar las peticiones específicas de manipulación genética como el color de los ojos o de características de “inmunidad” biológica.
Así, pues, la orden ejecutiva de Trump representaría un cambio significativo en la llamada política de “salud reproductiva” del país, considerando que del total de estados son 19 los que tienen leyes que requieren que las aseguradoras cubran u ofrezcan cobertura para tratamientos de infertilidad.
El anuncio se produce justo un mes después de haber iniciado el segundo mandato de Trump como presidente, quien asumió nuevamente el cargo el 20 de enero de 2025. Este mismo anuncio, en campaña, le valió el reproche de los líderes y sectores provida estadounidenses, por la ambivalencia que representa.
No obstante Trump estar rodeado de funcionarios católicos decididamente defensores de la vida y, más aún, de la moral cristiana en su integridad tal como la ha definido y enseñado la Iglesia en su Magisterio perenne, falla aquí en el aspecto que durante su primer mes de mandato parecía ser lo más destacado de su juicio como gobernante: el sentido común, reconocido y aplaudido por destacadas personalidades en el mundo, incluidas figuras de la Iglesia, como el Arzobispo y Ex Nuncio Carlo María Viganò.
Muy posiblemente este último, en alguna nueva entrevista o carta, dada su firme postura y fidelidad a la Doctrina y al Magisterio Católicos, se pronuncie y haga una reconvención pública al Presidente Trump, llamándolo a un sano equilibrio entre la ética y la política, sin sacrificar la primera en favor de falsos derechos como los “reproductivos”. Y es seguro que su entorno inmediato, aunque respetuoso de la discrecionalidad y autoridad del Presidente Trump, abogue, argumente e influya ante él para que reconsidere dicha apertura y, al menos, mantenga los límites existentes en materia de FIV.
Como ha ocurrido en otros países, los políticos, incluso los muy bien intencionados, no suelen ser expertos –aunque deberían tener un mínimo nivel de formación– ni conocedores en profundidad de materias delicadas como la Ética o la Bioética, y se decantan por “asegurar los derechos de sus gobernados”, sin más. La sociedad actual ha perdido la sensibilidad moral y navega bajo las coordenadas del relativismo, y tanto políticos como empresarios la ahogan aún más con su pragmatismo, en función de los resultados, en especial electorales. En la mayoría de las ocasiones no tienen la más mínima idea sobre el fundamento de lo que ven y estiman como bueno, ni mucho menos de sus consecuencias.
Por ello la crítica fundamentada, así como la libertad de participación, de expresión y de opinión calificada, son esenciales en el sano ejercicio democrático. Aún más para los católicos, que hoy nos vemos abocados ante la obligación no sólo de combatir la mentira sino de defender y de difundir la Verdad con la mayor competencia moral, doctrinal y profesional, por todos los medios a nuestro alcance.
La postura de la Iglesia Católica sobre la fecundación in vitro ha sido consistentemente crítica. El Vaticano, a través de la instrucción Donum Vitae (1987) y posteriormente reafirmado en Dignitas Personae (2008), sostiene que la FIV es moralmente ilícita por separar la procreación del acto conyugal. Pero así mismo, por la producción de embriones supernumerarios que frecuentemente son descartados o congelados, lo cual es incompatible con el estatuto biológico y jurídico del embrión humano, derivado de su Dignidad inviolable como Persona Humana y creatura de Dios.
Como se ha dicho, no son infundadas sino muy concretas las preocupaciones éticas sobre la selección y el descarte de embriones, que constituye una clara y grave forma de eugenesia.
Fuente: BREAKING: Trump admin announces executive order to ‘expand IVF access’