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La reconocida autora de Harry Potter, J.K. Rowling, ha generado una nueva controversia en redes sociales al exponer el ridículo que encuentra en el llamado “Día Internacional de la Asexualidad”, calificándolo como un “día de opresión falsa” y sugiriendo que se trata simplemente de personas que quieren informar a “completos extraños que no les apetece tener relaciones”.
La escritora británica expresó su postura mediante una serie de comentarios en la red social X, donde respondió a un anuncio virtual que explicaba: “La asexualidad es cuando una persona experimenta poca o ninguna atracción sexual. Las personas asexuales pueden formar conexiones emocionales profundas y relaciones, pero no experimentan la atracción sexual de la misma manera que otros”.
La controversia se intensificó cuando Rowling respondió a varios usuarios que participaban en la discusión. En un intercambio particularmente notable, cuando un usuario ‘gay’ cuestionó la relevancia de la asexualidad para la comunidad LGBT, la autora respondió irónicamente: “Claro, la gente todavía es asesinada por ser gay en muchos países, pero las personas heterosexuales que no desean encuentros casuales están siendo literalmente ignoradas hasta la muerte. ¿Es eso lo que quieres?”.
Yasmin Benoit, co-creadora del Día Internacional de la Asexualidad, expresó su preocupación por el impacto de los comentarios de Rowling, lamentando que “mucha gente está conociendo el Día Internacional de la Asexualidad a través del odio de JK Rowling”, agregando que “se está convirtiendo en una conversación en muchos espacios que no había visto antes, pero por una razón negativa. Ella secuestró la ocasión”.
Lo cierto es que, como si no hubiera ya suficientes, así surge otra “comunidad” categorizada según su preferencia sexual que, en este caso, consiste en el supuesto de que no tienen preferencia alguna, pues no experimentan atracción sexual ninguna. Y, por si fuera poco, quienes ponderan la validez de esta “comunidad”, hablan de “la magnitud del desafío que enfrenta la comunidad asexual”, citando un estudio del King’s College de Londres, según el cual más del 40% de los británicos cree que las personas no pueden identificarse como asexuales si han tenido relaciones sexuales, mientras que el 26% piensa que las personas asexuales simplemente no han encontrado a la persona adecuada, y un 11% no cree que la asexualidad sea real.
En resumen, se le pregunta a la gente sobre una categoría difusa e indefinida. Y, ante la consistencia de las respuestas que demuestra la extrañeza propia de los preguntados y su esfuerzo mental por delimitar el supuesto “fenómeno”, los ideadores de la presunta “comunidad” se valen de dichas respuestas para reforzar la idea de que sí existe y que es tan real tanto para extenderle el estatus de “comunidad” como para celebrar un “Día Internacional de la Asexualidad”.
Ahora, amparada en dicha presunción, Benoit ha enfatizado la necesidad de “protecciones legislativas para la comunidad asexual”, insistiendo en que la controversia actual “demuestra precisamente por qué son necesarios tanto el Día Internacional de la Asexualidad como el activismo asexual”. ¿A dónde conduce todo esto? A lo mismo que ha conducido el reconocimiento de presuntas “comunidades” en relación con sus preferencias y autopercepción sexuales: demandas, judicialización y reclamación de indemnizaciones a quienes no “las reconozcan”.
Este caso no es la excepción. De hecho, Benoit se ha valido de este episodio para decir: “He recibido comentarios de personas diciendo que los asexuales no existen, que la comunidad asexual no existe, pero hay literalmente una comunidad de personas asexuales hablando ahora mismo”, afirmó.
¿De verdad? ¿Cuál es la base racional y científica que configura una identidad específica y cuál el carácter y grado de delimitación como para considerarla una “comunidad”? Aquí se crea una figura imaginaria a partir de una cierta propensión conductual, sin dirimir su causa, y se pretende establecer como una categoría “natural”, incontrovertible, como si se hubiera descubierto una nueva especie.
Como era de suponer, la polémica se extendió cuando algunos comenzaron a sugerir que la asexualidad es un trastorno mental o un efecto secundario de los antidepresivos ISRS, llegando incluso a vincularla con “la agenda trans”. Entonces Benoit se valió de dichos comentarios para acuñar el término ‘asefobia’, con el que encuadra y describe los supuestos ‘prejuicios’ contra las personas que se identifican como “ASE” (asexuales).
Así, se ha creado un efecto de “bola de nieve” cuya avalancha pretende escalar hasta “la inclusión de la asexualidad en el espectro LGBTQ+” y “la necesidad de mayor comprensión y aceptación de las diversas orientaciones sexuales”. Lo que, por supuesto, conllevaría el anejo de una nueva categoría de delitos o, cuando menos, de “contravenciones”, poniendo la mira de la justicia sobre los ciudadanos del común que ni se enteran de tales cuestiones, pero por ello mismo quedan expuestos a ser denunciados por “ignorar” o “no reconocer” a esta nueva “comunidad”. Y así hasta que a alguien se le ocurra otra.
Mientras tanto y, tal vez antes de que esto escale hasta donde hemos previsto, Rowling mantiene su postura crítica, habiendo llegado a sugerir incluso la creación de un “Día Internacional de Estar Harta de Esta Mierda”, con una bandera que tenga “un fondo gris para representar el tedio y un par de ojos en blanco para expresar la exasperación”.
Siguiendo la lógica descrita, esto facilitaría las condiciones para que la gente del común que se sienta identificada con el hecho de “Estar Harta de Esta Mierda”, se agrupe y forme su “comunidad”. Tal vez, mediante la creación de términos como “Estarhartadeestamierdafobia”, se cree una base jurídica y legal que proteja la libertad de pensamiento y de expresión de quienes realmente “Están Hartos de Esta Mierda”, a ver si dejan de ser fustigados por los que inventan tanta “M”.