Un hombre de 54 años de Ontario (Canadá) está solicitando la Eutanasia o Asistencia Médica para Morir (MAiD), no porque quiera morir sino porque teme perder la casa en la vive.
En su peor momento, le contó a CityNews que está “llora como un niño de 5 años y sin dormir durante días”.
Amir Farsud también toma medicamentos para la depresión y la ansiedad. Describe su calidad de vida como “terrible, inexistente y horrible… No hago más que lidiar con el dolor”.
Vive en un departamento que comparte con otras dos personas y actualmente está a la venta. Recibe asistencia social y dice que no puede encontrar una vivienda asequible. “No quiero morir, pero temo quedarme sin hogar más de lo que temo morir. No es mi primera opción”.
“Sé que en mi estado de salud actual no habría sobrevivido a esto de todos modos. Esa no sería una expectativa digna en absoluto, por lo que si se convierte en mis dos opciones, es prácticamente una obviedad”, dijo.
En todo caso dice que si no tuviera el problema de la casa, la eutanasia “estaría en mi radar porque mi condición física solo empeorará…En ese momento, probablemente ejercería esa opción, pero probablemente pasen años”.
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Farsud ya recibió un informe de su médico que dice que cumple con los criterios, a saber: sufrimiento físico debido a una discapacidad que es intolerable y no se puede aliviar. Necesita otra firma para que le practiquen el procedimiento, y confía en lo que va a conseguir muy pronto.
Pero Farsud no es el primer caso. CityNews habló previamente con Richard Ewaldque tiene enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), enfermedad hepática en etapa cuatro y sufre de dolor crónico y depresión. Ewald recibe $1,169 al mes para alquiler, comida y otras necesidades.
Dice que solicitará MAID si su situación empeora y conoce a varios otros que están haciendo lo mismo. “No soy suicida. A veces es una elección entre quemarse o saltar de un edificio alto. Desearía tener esa opción. Yo sufrí. Realmente no quiero sufrir después de cierto punto”, dijo Ewald.
El Dr. Kerry Bowman, bioético de la Universidad de Toronto, explica que ese no fue el propósito inicial de la ley:
“Casos como [Faroud’s] están apareciendo por todo el país”, dijo Bowman. “Hemos sido increíblemente ingenuos como nación al pensar que la vulnerabilidad, la discapacidad, la pobreza podemos superarla y no será un problema. Este es un gran problema. Me preocupa porque son las personas que viven con discapacidad, las personas que viven con dolor, las personas que viven en la pobreza las que buscan asistencia médica para morir, no por la experiencia física que están viviendo, sino por la circunstancia social y eso está mal. Es algo terrible de hecho”.
