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Una nueva biografía del legendario actor y director Clint Eastwood expone en detalle la compleja historia de promiscuidad y relaciones personales del icónico artista, al tiempo que devela una práctica sistemática en la industria del cine: la presión sobre las actrices para someterse a abortos.
En «Clint: The Man and The Movies», el autor Shawn Levy documenta exhaustivamente los múltiples “affairs” y matrimonios turbulentos de Eastwood, incluyendo hijos concebidos con otras mujeres durante su primer matrimonio con Maggie Johnson. Sin embargo, uno de los aspectos más controvertidos surge de las revelaciones de Sandra Locke, actriz que trabajó con Eastwood en «The Outlaw Josey Wales» (1975).
En su autobiografía de 1997 «The Good, the Bad, and the Very Ugly: A Hollywood Journey», Locke afirma que Eastwood la presionó para realizarse dos abortos y posteriormente una ligadura de trompas, argumentando que no deseaba más hijos, acusaciones que el actor posteriormente negó.
El caso de Locke no fue un incidente aislado. Los historiadores de Hollywood han documentado extensamente cómo los ejecutivos de estudios y actores principales utilizaban el aborto como herramienta de control sobre las actrices. Judy Garland fue forzada a abortar dos veces por su estudio, al igual que Jean Harlow, bajo el pretexto de preservar su imagen juvenil que podría verse «arruinada» por el embarazo o el parto.
El control ejercido por los estudios llegaba a extremos dramáticos. Lana Turner fue obligada a abortar durante una gira promocional, incluso descontándole el tiempo de ausencia de su salario. Ava Gardner abortó dos hijos de Frank Sinatra, uno de ellos bajo amenaza de violación de contrato por parte del estudio, que la envió al extranjero acompañada de un supervisor para asegurar el aborto.
La revista Vanity Fair exploró esta oscura práctica en un revelador ensayo titulado «El secreto del Hollywood clásico: Los estudios querían que sus estrellas abortaran». Una actriz anónima declaró: «Los abortos eran nuestro control de natalidad», refiriéndose a la común práctica en Hollywood desde los años 20 hasta los 50.
Paradójicamente, muchos de estos abortos eran exigidos bajo «cláusulas de moralidad» que prohibían los embarazos fuera del matrimonio. El caso más trágico fue el de Lupe Vélez, quien optó por el suicidio antes que someterse al aborto que se esperaba de ella.
La excepción que confirma la regla fue Loretta Young, quien en 1935 se negó a abortar por sus convicciones católicas. Después de un «misterioso viaje al extranjero» para ocultar su embarazo –fruto de una relación con Clark Gable– dio a luz en secreto y posteriormente adoptó oficialmente a su propia hija.
La biografía de Eastwood revela que el actor, pese a su imagen conservadora y su ocasional apoyo a candidatos republicanos, se alineó con esta práctica normalizada en Hollywood, aunque siempre ha sido franco sobre sus posturas abortistas.
Fuente: Clint Eastwood biography highlights the grim tale of Hollywood’s sordid relationship with abortion