Ya investigaciones anteriores habían revelado que los encuestados que dicen haberse casado siendo vírgenes tienen la tasa de divorcio más baja de todas, pero de ahí en adelante el número de parejas sexuales previas no parece tener un impacto en la estabilidad matrimonial. De modo que esta investigación propuso enfocarse, más allá del divorcio, en la relación existente entre el historial sexual previo de los esposos y su relación con la felicidad matrimonial.
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Lo primero que estableció la investigación es que la mujer promedio estadounidense nacida en la década de los 80 ha tenido tres parejas sexuales en su vida, mientras que el hombre promedio seis, y cuatro si se graduó de la universidad.
En la gráfica se muestra cómo las mujeres que únicamente han tenido a su esposo como pareja sexual, reportan en un 65% tener matrimonios muy felices. De ahí en adelante se evidencia una disminución modesta, pero estadísticamente significativa en el nivel de felicidad.
En el caso de los hombres que han tenido una sola pareja sexual la probabilidad de reportar felicidad en su matrimonio es aún mayor que la mujer, y de ahí en adelante la variación por número de parejas es muy poca.
Una de las explicaciones de Wolfinger es que más allá de la religiosidad, las personas que eligen vivir su sexualidad dentro del matrimonio valoran esta institución mucho más y por eso se sienten más satisfechas dentro de ella.
En esto coincide con el sociólogo Andrew Cherlin, de la Universidad Johns Hopkins, quien argumenta que aquellas personas que nunca han tenido la intención de tener relaciones sexuales sin compromiso, una vez que se casan siguen comprometidas con sus parejas y por lo tanto llegan a tener relaciones más felices.
Por otra parte, el investigador del Institute for Family Studies Bradford Wilcox explica que tener varias parejas sexuales antes del matrimonio lleva a ver de forma crítica al esposo tanto desde el punto de vista sexual como desde otros criterios. En este contexto, tener una visión crítica del cónyuge no se plantea como una fortaleza, sino como una tendencia que hace más difícil la aceptación del otro.
Finalmente, el sociólogo de la Universidad de Maryland, Philip Cohen, explica que las personas pueden tener muchas parejas sexuales no porque sean muy capaces en su vida sexual, sino por tener muchas limitaciones en el manejo de sus relaciones afectivas.
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